THE OBJECTIVE
Andrés Miguel Rondón

Un millón de millones de razones para evitar el dólar

Tal es el remolino de escándalos que azota a Washington (el ex-director del FBI, James Comey, y su nuevo libro revelador; Michael Cohen, abogado del imperio Trump, a escasos pasos de la cárcel; el reciente ataque a Siria; los gastos personales de Scott Pruitt, director de la Enviromental Protection Agency; las compras de silencio desde el partido republicano a ‘playmates’ y amantes de políticos del mismo; la robótica defensa de Zuckerberg, dueño de Facebook, ante la revelación del mayor escándalo de privacidad de la historia; la impetuosa investigación de Mueller ante la influencia rusa en las pasadas elecciones; etc, etc, etc) que lo que sucede un lunes ya el viernes se ha olvidado. Más aún si se trata de la emisión de una nueva estadística, afónica ante tanto ruido. Pero resulta que el pasado lunes ocurrió la noticia más importante ya no de la semana, sino de lo que va de año. Y es, por supuesto, un numerito, publicado con cierta timidez por la Oficina de Presupuestos del Congreso: 1,000,000,000$. Un trillion* de dólares.

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Un millón de millones de razones para evitar el dólar

Reuters

Tal es el remolino de escándalos que azota a Washington (el ex-director del FBI, James Comey, y su nuevo libro revelador; Michael Cohen, abogado del imperio Trump, a escasos pasos de la cárcel; el reciente ataque a Siria; los gastos personales de Scott Pruitt, director de la Enviromental Protection Agency; las compras de silencio desde el partido republicano a ‘playmates’ y amantes de políticos del mismo; la robótica defensa de Zuckerberg, dueño de Facebook, ante la revelación del mayor escándalo de privacidad de la historia; la impetuosa investigación de Mueller ante la influencia rusa en las pasadas elecciones; etc, etc, etc) que lo que sucede un lunes ya el viernes se ha olvidado. Más aún si se trata de la emisión de una nueva estadística, afónica ante tanto ruido. Pero resulta que el pasado lunes ocurrió la noticia más importante ya no de la semana, sino de lo que va de año. Y es, por supuesto, un numerito, publicado con cierta timidez por la Oficina de Presupuestos del Congreso: 1,000,000,000$. Un trillion* de dólares.

Este el tamaño del déficit de la deuda americana a partir del año 2020 según sus más imparciales tecnócratas. Lo que quiere decir que cada año que pasa a partir de la próxima década, Estados Unidos estará gastando un trillón de dólares más de lo que recauda en impuestos. Un trillón de dólares — el problema de los números es que es difícil ponerlos en perspectiva. Por eso no tengo más remedio que volver a repetirlo. Un millón de millones. Cada año que pasa. Poco menos de todo lo que produce toda España en un año, pero en deuda. Acumulándose, además. Estados Unidos, perdonen la insistencia, tendría que recibir todos los años todo lo que produce toda España para equilibrar sus gastos. Favor, vale acotar, que no os recomiendo que hagáis.

Lo peor es que este brutal aumento del déficit (producto, principalmente, de la tremenda bajada de impuestos en EEUU el año pasado y de su incremento en gastos de defensa este año) ocurre no durante una guerra, ni una recesión, sino durante el décimo año de crecimiento continuo de su economía. Este era momento de empezar a ahorrar. Los años cuarentones del presente ciclo. No de duplicar el gasto. Hacer lo que ha hecho Trump es como comprarse a crédito un Lamborghini para celebrar el nacimiento de tu quinto hijo. Con tres hipotecas bajo el brazo, además.

Se calcula que para mediados de la próxima década, EEUU estará pagando más en intereses de su deuda que en gastos de defensa. La consecuencia de todo esto es que, además de presiones inflacionarias, este aumento en servicio de la deuda obligará tarde o temprano a los americanos a devaluar su moneda. Pero ya los inversores extranjeros se les han adelantado, como hemos visto en los mercados de divisa, y han empezado a vender sus dólares. Cosa novedosa: extranjeros temiendole al dólar, decimonónica moneda de resguardo. Puesto por el cual se pelean ya el Euro y el Yen.

La teoría diría que las subidas de tasas de interés en EEUU deberían hacer que el dólar se fortaleciera ante las otras monedas, las cuales siguen en políticas monetarias expansivas. La práctica es que el valor final de las divisas no es su rentabilidad, sino su fortaleza. Y el dólar, como hemos visto ya por un trillón de razones, no es tan fuerte como antes.

*En castellano el trillion americano es un billón. Es decir, un millón de millones. En este escrito uso el método de contabilidad americano por ya ser el estándar del mercado financiero.

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