Blasfemias
La Asociación Española de Abogados Cristianos parece tener tal celo por la censura que casi estaría tentado con compararles con una asociación feminista. Es más, puede que lo sean; no les conozco lo suficiente como para descartarlo. Han creado un embudo con destino a los juzgados por la expresión de ideas y símbolos gamberros o blasfemos hacia la religión católica
La Asociación Española de Abogados Cristianos parece tener tal celo por la censura que casi estaría tentado con compararles con una asociación feminista. Es más, puede que lo sean; no les conozco lo suficiente como para descartarlo. Han creado un embudo con destino a los juzgados por la expresión de ideas y símbolos gamberros o blasfemos hacia la religión católica, al que han arrojado a Dolors Miquel y Ada Colau por la obra “mare nostra”, a otras tres mujeres por la “procesión del santísimo coño insumiso”, y a Willy Toledo por cagarse en Dios.
La AEAC comete el grave error de pretender que su indignación, que considero justa, se convierta en ley. Todos los aduladores de Willy Toledo tienen la misma pretensión. ¡Si hasta se llamaban a sí mismos indignados! La diferencia es que los Toledo y Miquel tienen que recurrir al mal gusto para poder expresar, con sinceridad, su odio y su intolerancia. La misma sinceridad con la que se acobardan ante el Islam.
El peor error de los abogados cristianos es la doctrina de la libertad religiosa; una pretendida libertad que pasa por cercenar la opinión de quienes les ofenden. Es el mismo camino por el que los nuevos inquisidores quieren imponer un corsé en el lenguaje cotidiano, en nombre de la lucha contra el heteropatriarcado.
Son muchos los que nos quieren meter en la cárcel por blasfemar.