Muerte, que todo lo igualas
Se cumple el centenario del final de la I Guerra Mundial. Miramos la efeméride con alivio; no sólo nos parece un pasado lejano, sino que no vemos una catástrofe de esas dimensiones por más que agudicemos la mirada hacia el futuro. Toda la guerra civil europea, que comprende también la nuestra y la II Guerra Mundial dejó una sociedad agotada y con deseos de construir una sociedad más justa, lo que para unos es más libre y para otros más igual. Una sociedad sin desgarros que pudiesen desembocar en una ceremonia de muerte y destrucción.
Se cumple el centenario del final de la I Guerra Mundial. Miramos la efeméride con alivio; no sólo nos parece un pasado lejano, sino que no vemos una catástrofe de esas dimensiones por más que agudicemos la mirada hacia el futuro. Toda la guerra civil europea, que comprende también la nuestra y la II Guerra Mundial dejó una sociedad agotada y con deseos de construir una sociedad más justa, lo que para unos es más libre y para otros más igual. Una sociedad sin desgarros que pudiesen desembocar en una ceremonia de muerte y destrucción.
La búsqueda de una sociedad más igual sólo se puede lograr con una fuerte intervención del Estado. Es ya un llamamiento a la violencia. Todos los esfuezos por acercarnos a una igualdad real en una democracia sólo han causado frustración, pues aunque todos hemos progresado, sigue habiendo una gran distancia que recorrer por muchos para llegar donde están unos pocos. Lo que no se ha llegado a entender es que la frustración se debe a la timidez de las políticas que se han puesto en marcha.
Ahora podemos entender hasta qué punto es así, gracias a Walter Scheidel. El historiador ha escrito un libro dedicado a la violencia con el título El gran nivelador. Recoge en su relato las experiencias humanas que nos han acercado a la ansiada igualdad económica, e identifica a los cuatro jinetes de la igualdad. Si los repasamos por orden cronológico, y dejamos para el final los más recientes, el primer jinete es el de las pandemias catastróficas y el segundo es el colapso de Estados y civilizaciones. El tercer jinete son las revoluciones también catastróficas, como la rusa o la china. Y la cuarta, la guerra de movilización de masas. Scheidel reconoce en el libro: “Quienes valoramos una mayor igualdad económica haríamos bien en recordar que siempre ha venido acompañada de tristeza”. La muerte es, al fin, el instrumento de la igualdad.