El Brexit y la búsqueda de la soberanía
El acuerdo entre Reino Unido y la UE para el Brexit no ha contentado ni a los más duros partidarios del Leave (algunos de los cuales han dimitido, incluido el ministro encargado del Brexit, Dominic Raab) ni a los partidarios del Remain.
El acuerdo entre Reino Unido y la UE para el Brexit no ha contentado ni a los más duros partidarios del Leave (algunos de los cuales han dimitido, incluido el ministro encargado del Brexit, Dominic Raab) ni a los partidarios del Remain. Como explica Martin Wolf en el Financial Times, para los remainers este acuerdo, que permite que Reino Unido permanezca en la unión aduanera y el mercado único, es mucho peor que la permanencia en la UE. Y para los leavers, es un acuerdo igualmente insatisfactorio: las cosas van a seguir igual pero encima vamos a tener menos voz. Es muy posible que no salga adelante.
Una de las razones de la imposibilidad del Brexit, o de la dificultad de realizarlo, tiene que ver con la soberanía. Los votantes a favor de la salida de la UE lo hicieron para “recuperar el control”, para recuperar la soberanía británica. Pero como se ha ido demostrando con las negociaciones del Brexit, la Unión Europea tiene más que ver con la regulación que con la soberanía. Los mayores partidarios del Brexit sueñan con escapar de las garras de la UE. Pero proponen acuerdos comerciales que, inevitablemente, implican una armonización y adaptación a las reglas y regulaciones de la UE. Ninguno, ni siquiera los partidarios del Brexit más duro, aspiran a la autarquía y el proteccionismo. ¿De qué sirve entonces el Brexit? Como explica Anthony Barnett en un largo artículo en Open Democracy, “¿Qué sentido tiene el Brexit si tienes que recrear y duplicar dentro del Reino Unido un apartao entero de regulaciones, con su correspondiente autonomía de la ‘soberanía parlamentaria’? La idea de que cuando Reino Unido abandone la UE podrá deshacerse de las regulaciones con Bruselas, porque son mayoritariamente innecesarias, está demostrado que es una completa fantasía”.
Las negociaciones del Brexit implican el intento de llevar a la práctica un mandato democrático abstracto, que no tiene que ver con regulaciones ni normas sino con una sensación de agravio y desencanto. El Brexit es el intento de llevar a las policies algo imposible de traducir como la soberanía, en una época de repliegue nacionalista y precariado político. Por eso está condenado al fracaso desde el principio.