Episodio nacional
Supongo que debía ser la misma entrada anodina de la Casa dels Canonges en la calle del Bisbe. El espacio, incluso con sol, recibe en la penumbra. Primero se suben un par de peldaños. Luego a mano izquierda está la escalera que lleva hasta el piso que sirve de residencia del President de la Generalitat. Mediados del mes de junio de 1991. Milan Kučan tiene 50 años, lleva media vida dedicado a la política en Eslovenia y ahora está alojado en la parte noble del Gótico de Barcelona. Así se lo había pedido a Jordi Pujol, a quien conoce de la Asociación de Regiones de Europa. Le ha pedido sosiego. Debe decidir el futuro de su país.
Supongo que debía ser la misma entrada anodina de la Casa dels Canonges en la calle del Bisbe. El espacio, incluso con sol, recibe en la penumbra. Primero se suben un par de peldaños. Luego a mano izquierda está la escalera que lleva hasta el piso que sirve de residencia del President de la Generalitat. Mediados del mes de junio de 1991. Milan Kučan tiene 50 años, lleva media vida dedicado a la política en Eslovenia y ahora está alojado en la parte noble del Gótico de Barcelona. Así se lo había pedido a Jordi Pujol, a quien conoce de la Asociación de Regiones de Europa. Le ha pedido sosiego. Debe decidir el futuro de su país.
El régimen se tambalea. El imperio soviético ha implosionado, las placas tectónicas de la geopolítica europea aún se están moviendo y hay naciones que con la quiebra de la URRSS se convierten en Estado. Hace un año largo que la formación que lideraba Kučan había abandonado el partido nodriza: la Liga Comunista de Yugoslavia. Desde la Casa dels Canonges, Kučan pide cita con Pujol. Se reúnen en su despacho oficial. Está a pocos metros en el Palau de la Generalitat. Pregunta: “Usted, ¿qué haría?”. ¿Preservar la autonomía o apostar por ganar la soberanía nacional?
Así se lo contó 20 años después Jordi Pujol a Manuel Cuyàs cuando le dictaba sus memorias, y el elegante Cuyàs lo escribió para que pudiera leerse en el segundo volumen de los recuerdos de Pujol. Dos décadas después, cuando Pujol ya estaba dando el paso hacía la independencia, reconstruyó la respuesta que dio a su homólogo esloveno: “Ignoro cuál es la fuerza real de Eslovenia y el estado de opinión de su gente y también la capacidad de reacción de Milošević y los serbios en su conjunto. Pero sí puedo decirle una cosa: la decisión que usted deba tomar, la que sea, tómela enseguida porque si deja pasar el tiempo será demasiado tarde”. Kučan volvió a la Casa dels Canonges. A mano derecha del largo pasillo está el despacho. Seguramente desde allí hizo las llamadas a su país. Porque lo había decidido. El día después volvió. El 25 de junio declaró la independencia. Y reconstruida la escena, Pujol hace balance. “Serbia reaccionó con una acción militar que duró pocos días y produjo muy pocas víctimas”.