La metamorfosis
Hace unos días, Inés Arrimadas, portavoz de la ejecutiva nacional de Ciudadanos, explicaba el veto al PSOE tras las elecciones generales afirmando en rueda de prensa que su partido no podía pactar «con quien indulta a golpistas». La descarada fake news[contexto id=»381731″] dejaba abierto el resquicio cobarde de la metáfora y la ambigüedad del lenguaje, recursos impropios de la evidence-based policy que dicen practicar en su formación. No fue algo improvisado al calor de la comparecencia, pues unos instantes después, la cuenta de Twitter del partido entrecomillaba su acusación y la expandía como hecho consumado por la red, hasta llegar por Whatsapp a chats familiares y grupos de amigos.
Hace unos días, Inés Arrimadas, portavoz de la ejecutiva nacional de Ciudadanos, explicaba el veto al PSOE tras las elecciones generales afirmando en rueda de prensa que su partido no podía pactar «con quien indulta a golpistas». La descarada fake news[contexto id=»381731″] dejaba abierto el resquicio cobarde de la metáfora y la ambigüedad del lenguaje, recursos impropios de la evidence-based policy que dicen practicar en su formación. No fue algo improvisado al calor de la comparecencia, pues unos instantes después, la cuenta de Twitter del partido entrecomillaba su acusación y la expandía como hecho consumado por la red, hasta llegar por Whatsapp a chats familiares y grupos de amigos.
El episodio ocurre tras una inaudita visita a la casa del fugado Puigdemont en Waterloo, cuyo propósito no quedó claro, o el que quedó fue tan grotesco que era difícil de dar por bueno. El momento de la pancarta y la puerta entreabierta tras ella no quedará en los anales del rigor político liberal, y plantea serias dudas sobre el cambio de Ciudadanos y sus motivaciones: no tanto hacia la derecha –que también, aunque es injusto situarlo en la extrema–, sino hacia un populismo de trazos gruesos respecto a las cuestiones nacionales y otras de impacto social fuerte, como el aumento de penas ante determinados delitos.
Sus razones electoralistas tendrán. El centrismo siempre ha sido un hueso electoral duro de roer en España, más aún en momentos de polarización. Es legítimo el cambio, y nadie puede sustraerse al deber que todo partido tiene de crecer, en el mejor de los casos, o de no caer en el peor. Además, el protagonismo mediático en la derecha se ha encarecido con la entrada de Vox[contexto id=»381728″], y ciertamente, no son los únicos en mirar los sondeos internos como brújula.
Pero hay un agravante cuando quien se desliza por esta pendiente de la fake news, de la manipulación de emociones, de la apropiación de símbolos (como los carnets de constitucionalistas) se reclama liberal y asume como propia la tradición política que más advierte contra ella. Ciudadanos es ya otra cosa porque así lo ha decidido, aunque culpe a otros de su movimiento. El día 28 se sabrá si mereció la pena.