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Aloma Rodríguez

Desde fuera

«Lo que suceda en Madrid me interesa, pero tengo la firme voluntad de no caer en la trampa del giro de guion y el entretenimiento anestesiante»

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Desde fuera

Emilio Naranjo | EFE

Hace una semana participé en un podcast como traductora de un libro (Piedras en mi bolsillo, de Kaouther Adimi). Para romper el hielo, mi entrevistador me dijo que creía que vivía en Madrid, pero claro con la pandemia y tal, mejor en Zaragoza, vida de provincias. Di un leve respingo, creo que inapreciable por Zoom, porque no conseguía entender a qué se refería exactamente, no sabía si tenía que molestarme. Es verdad que cuando uno sale de Madrid, el peso de lo que pasa en el triángulo central en la prensa resulta excesivo. Queda algo de esa nostalgia de querer estar donde las cosas pasan cuando me enteré de que se permitía salir de la provincia de Zaragoza en el mercado. Habla mal de mí ese detalle.

La semana pasada pareció que la venganza de la periferia llegaba en forma de moción de censura que iba a provocar el adelanto electoral en la Comunidad de Madrid, que desde hace meses se presenta como el lugar desde el que se hace oposición al Gobierno de España. La réplica ha seguido: transfuguismo, un partido a punto a de desaparecer y cuando parecía que con eso íbamos a tener bastante, Pablo Iglesias recupera el foco y anuncia que deja la vicepresidencia para disputarle a Isabel Díaz Ayuso la presidencia de la CAM. El ritmo es agotador, puede que la vida de provincias se imagine más relajada, en ese y otros sentidos.

Echo de menos muchas cosas de Madrid y de mi anterior vida allí, pero por primera vez desde que la pandemia nos empujó a replegar velas y volver a casa, cerca de la familia, me alegro de no estar allí. Me alegro de librarme del clima irrespirable de lo que promete ser una campaña bronca, entregada al populismo y que, como decía Tsevan Rabtan en Twitter, va a consistir sobre todo en votar contra uno de los candidatos, es decir, más polarización, ninguna voluntad de encuentro. No habrá propuestas, sino trapos sucios arrojados, los muertos se usarán para erosionar al enemigo, todo será tergiversado y nadie convencerá sino a los suyos, me temo.

Lo que suceda en Madrid me interesa, pero tengo la firme voluntad de no caer en la trampa del giro de guion y el entretenimiento anestesiante. Desde mi Zaragoza periférica, basta con no pinchar en las noticias, alejarme discretamente de Twitter y poner mi atención en otra cosa, como los libros, las películas y las canciones mientras pueda.

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