Errejón: Un viaje relámpago del morado al verde
«En Madrid, Ayuso sigue intuyendo comunistas por todas partes, pero como se despiste un poco, solo un poco, corre el riesgo cierto de encontrarse a Errejón a su propia derecha»
Poco después de la declaración unilateral de independencia por parte de las autoridades regionales de Croacia, lo que daría origen a la guerra de los Balcanes, el eurodiputado verde Daniel Cohn-Bendit pidió la invasión militar terrestre de lo que por aquel preciso entonces todavía era un Estado soberano que llevaba por nombre Yugoslavia. Su partido, aunque tras un intenso debate interno, terminaría rechazando la idea. En lugar de una intervención de los tanques contra Serbia y el resto de los defensores de la unidad del país, Los Verdes se inclinaron por el bombardeo de Belgrado y de otras ciudades yugoslavas con aviones caza del Ejército alemán. La iniciativa de bombardear intensamente desde el aire había surgido del propio líder del partido, Joschka Fischer, en aquel momento, 1999, ministro de Asuntos Exteriores de Alemania. Dicho y hecho. Aeronaves de la OTAN al mando de un general alemán apenas tardaron unas semanas en llevar a la práctica aquel anhelo bélico tan caro a la dirección del partido de los ecologistas germanos. El mismo partido, por cierto, que de un tiempo a esta parte anda en boca de Íñigo Errejón, y a todas horas, como el gran modelo de referencia a imitar por su renovado proyecto político a escala nacional.
Neoliberales en bicicleta, así se refieren al actual Die Grüne descafeinado muchos de los viejos militantes, ahora alejados de sus filas, que fundaron el partido allá por la década de los ochenta, unos tiempos en los que la CDU llegó a reclamar incluso su ilegalización por sospechar vínculos con ciertos grupos de extrema izquierda muy dados a flirtear con la idea de la lucha armada. Cosas veredes. Y, ya puestos a ver, ¿veremos también a Errejón, al modo de lo que constituye rutinaria costumbre de sus hermanos mayores, pactando coaliciones de gobierno con el Partido Popular? Si el modelo, tal como no se cansa de repetir, son ellos, por supuesto que lo tendremos que ver. Y más pronto que tarde. En Madrid, Ayuso sigue intuyendo comunistas por todas partes, pero como se despiste un poco, solo un poco, corre el riesgo cierto de encontrarse a Errejón a su propia derecha. La cúpula dirigente de Más Madrid, el núcleo irradiador, por utilizar la jerga iniciática errejonita, del proyecto que pretende orillar a Podemos a escala nacional, hizo un viaje a la velocidad de la luz para transitar del rojo al verde con escala en el morado. Pero mucho más rápido aún fue el tránsito de Die Grünen, sus nuevos mentores doctrinales, desde la izquierda antisistema preñada de vocación marginal e iconoclasta, la germinal de los primeros tiempos, hasta la asepsia centrista más inocua e inofensiva para los defensores del status quo, su seña de identidad presente.
Pierdan cualquier temor, por ejemplo, en la CEOE. Pues deben saber que el sistema de subsidio por desempleo más duro entre todos los que existen en Europa para transferir alguna renta a los no ocupados, el llamado Hartz IV, en su momento implantado por Schroder con el apoyo decidido de Los Verdes, fue descrito por el muy derechista Frankfurter Allgemeine Zeitung como «el recorte en derechos sociales más drástico des 1949». Si bien la idea original todavía era más cicatera. Al punto de que el Tribunal Constitucional lo tuvo que declarar ilegal en parte por entender que las familias alemanas que fuesen a recibir el subsidio avalado por los amigos de Errejón no podrían llegar a cubrir ni las necesidades vitales más básicas de sus hijos. Corría, por lo demás, el año 2005, pero Los Verdes siguen defendiendo hoy el Hartz IV, así llamado en referencia al jefe de personal de Volkswagen, su creador, con la misma determinación que cuando entonces. En fin, si le siguen yendo bien las cosas, Errejón puede empezar a fantasear con una jubilación parecida a la de Joschka Fischer, flamante consejero del gasoducto Nabbuco, amén de «alto consejero estratégico» del grupo industrial Albright Stonebridge, así como «asesor externo» de, entre otras multinacionales, BMW y Siemens. No está nada mal para un hombre cuya primera intervención remarcable en la vida política fue entrar en una celda tras lesionar a dos policías en una manifestación ilegal convocada en defensa de la Facción del Ejército Rojo, más conocida por Banda Baader-Meinhof.