Darles lo que no quieren
«Con los independentistas siempre pasa lo mismo. Hay que confiar en que no hagan lo que no dejan de repetir que harán»
Un error común de negociación con los independentistas es darles cosas que no piden. Se produce sobre todo en el entorno PSC/PSOE. Los independentistas intentan una secesión unilateral mediante un referéndum ilegal y una ley de transitoriedad autoritaria y el PSOE les ofrece, para «desinflamar», trasladar el Senado a Barcelona. O mayor presencia de catalanes en instituciones estatales. O promesas de más competencias. Es obvio que ni el independentismo se conforma con eso (y no le interesa) ni tampoco sirve para calmar las aguas. Pero en el PSC-PSOE insisten, quizá porque quien gana con estas concesiones no es el independentismo sino el catalanismo. Es decir: el PSC propone soluciones al independentismo que solo contentan al PSC (obviamente, el independentismo las aprovecha: mientras derrotamos el Estado, nos beneficiamos de lo que nos concede).
Algo parecido ocurre en el caso de los indultos a los políticos independentistas. Ellos no lo piden (Oriol Junqueras dijo en 2019: «Se lo pueden meter por donde les quepa»). No se han arrepentido (de nuevo Junqueras: «No, no me arrepiento de nada. Estoy profundamente orgulloso de estar en la cárcel»). Y dicen que lo volverían a hacer (Junqueras, sobre si ha renunciado a la independencia unilateral «Nunca»; Cuixart: «Lo volvería a hacer»). Tampoco el Tribunal Supremo ha encontrado razones para aplicar el indulto. Pero el gobierno insiste.
Sus justificaciones se parecen demasiado a las críticas independentistas. Sánchez dijo que era hora de mirar al futuro y no recurrir a la venganza o la revancha. Junqueras ha mencionado que el Tribunal Supremo «no es un órgano judicial, sino de venganza política». El indulto es una figura jurídica legítima (según en qué casos), pero no aplicarlo no significa la injusticia.
Con los independentistas siempre pasa lo mismo. Hay que confiar en que no hagan lo que no dejan de repetir que harán. En su sesión de investidura, Pere Aragonès prometió que «culminaría la independencia». Aragonés ha nombrado como vicepresidente a Jordi Puigneró, cercano a Puigdemont y al Institut Nova Història (escribió el prólogo de un libro en el que se decía que Colón fue catalán), y que comparó en un tuit a los españoles con los mongoles. La lógica «desinflamatoria» exige no hacerles caso. Y, sobre todo, hacer como que 2017 no ocurrió.