MyTO

Los días felices

«Los días de especulaciones siempre son días felices. Todo está por hacer y todo es posible. Luego la realidad acaba imponiéndose con dureza»

Opinión

Marta Pérez | EFE

  • Badalona, 1976. Licenciado en Periodismo y Filología Hispánica. Ha trabajado en radio, medios escritos y agencias de comunicación. Ejerció la crítica cinematográfica en la revista especializada Dirigido Por durante más de una década y ha participado en varios volúmenes colectivos sobre cine. Ha publicado en El Mundo, La Vanguardia, Letras Libres, Revista de Libros, Factual, entre otros medios. Es autor de los libros Amores cinéfagos (Jot Down Books, 2023) y Viajando con ciutadans (Editorial Tentadero 2007/Editorial Triacastela 2015).

El presidente Sánchez se mantiene en sus trece con los indultos. Con la convivencia por bandera. Está por ver el resultado de su jugada. De momento, Junqueras avala el movimiento de Sánchez. Habrá diálogo y negociación. Más difícil saber en qué acabará esa negociación. Es casi imposible que satisfaga los deseos independentistas de una amnistía general y de un referéndum de autodeterminación. Así que el asunto, tal y como apuntaba hace poco José Luis Rodríguez Zapatero, podría ir por una reforma del Estatuto.

Los días de especulaciones siempre son días felices. Todo está por hacer y todo es posible. Todo el mundo piensa que podrá disuadir al otro y acabará imponiendo sus criterios. Luego la realidad acaba imponiéndose con dureza.

En cualquier caso, no es una mala noticia que las dos partes hayan decidido sentarse para intentar resolver el problema.

Cataluña, qué duda cabe, vive instalada en una laberíntica decadencia. Nunca, a lo largo de la historia, el victimismo ha traído nada de provecho a una tierra que ha prosperado (y ha hecho progresar al conjunto de España) cuando se ha enjugado los mocos y las lágrimas derrotistas y mirando al frente ha pedaleado a piñón fijo: más pendiente de lo que se cuece en Europa que de lo que hace Madrid a sus espaldas.

Sólo rompiendo ejes nacionales y volviendo a situar las diferencias ideológicas en el terreno económico y social, podrá superarse la actual ciclotimia mareante. De la euforia procesista hemos pasado a una abulia rastrera sin más horizonte que las vanas ilusiones de un referéndum independentista.

Así que hasta nuevo aviso la situación no tiene visos de mejora. Aun así ya es un paso que se relaje el enfrentamiento constante y que se empiece a buscar otras vías que faciliten el diálogo y el entendimiento.