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José Carlos Llop

Más Alejandrías

«En el siglo XX hubo diferentes Alejandrías en aquella misma Alejandría ya distinta para siempre»

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Flo P | Unsplash

Los que siempre tendremos una deuda con la ciudad de Alejandría antes de que Nasser y su política nacionalista acabaran con ella y la convirtieran en otra que ni siquiera es sombra de lo que fue en el siglo XX sabemos que hubo diferentes Alejandrías en aquella misma Alejandría ya distinta para siempre. Pensemos en sus habitantes, en los que nos han acompañado a lo largo de la vida y no sólo Cavafis o Lawrence Durrell, que son nuestra primera memoria. Omar Sharif –impenitente seductor, jugador internacional de backgammon e inolvidable en Dr. Zhivago y Lawrence de Arabia– era alejandrino. Como el gran poeta italiano Giusseppe Ungaretti, o los cantantes Georges Moustaki y Demis Roussos, uno y otro banda sonora de los bailes a oscuras de nuestra adolescencia. O André Aciman, autor de la aclamada Call me by your namepelícula y novela–, algunos de cuyos libros se habían publicado aquí y allá –pienso en Norma Editorial, en la valenciana Tres i Quatre y en Anagrama– hasta que Alfaguara empezó a editarlo en España de forma más o menos sistemática.

Además de escritor, Aciman es profesor de literatura comparada en una universidad norteamericana y su Proyecto Proust —del que el escritor norteamericano de origen egipcio es especialista—, además de dar la vuelta al mundo, nos adentró en la influencia de La Recherche sobre la obra de grandes escritores del siglo XX contada por ellos mismos con análisis de refinada interpretación. Pero la simbiosis proustiana de Aciman tiene su cénit más concentrado en un libro, Lejos de Alejandría, que en España pasó casi desapercibido hace años y que en septiembre publicará Libros del Asteroide. Su publicidad editorial reza que es la primera vez que se publica en nuestro país —su título original es Out of Egypt: A Memoir—, pero se había publicado, ya digo, en dos ocasiones. En 1988 lo titularon La huida de Egipto —de claras resonancias bíblicas y pictóricas— en Norma Editorial y en 2011 la valenciana Tres i Quatre lo tituló Adéu, Alexandria. Las dos veces pasó con más pena que gloria —siendo como es un libro magnífico y de los que hay pocos—, todo lo contrario, por ejemplo, de lo que ocurrió con Estambul: ciudad y recuerdos, de Orhan Pamuk. Y si los cito a ambos es por su familiaridad. Sus dos autores nacieron con apenas un año de diferencia —Aciman en el 51 y Pamuk en el 52—, los dos son principalmente novelistas y si Lejos de Alejandría es un libro de despedida y Estambul de reencuentro permanente, sus epicentros son la memoria y la familia como grupo de personajes que configuran una gran novela mejor que cualquier ficción. La familia como origen del mundo, tan particular, del escritor y la memoria como el tapiz de Penélope. La ciudad, un personaje más.

En Lejos de Alejandría vemos la deriva de una familia judía alejandrina de orígenes sefardíes (italianos y turcos) desde la vida plácida y acomodada al exilio forzoso de la ciudad que aman y la pérdida de su universo. El judío es aquel que lo pierde todo dos veces en la vida, algo así le repite al niño Aciman uno de sus tíos —tanto el tío Vili como el tío Isaac o el tío Nessim son estupendos, como maravillosas son las abuelas y la madre— y bajo estas palabras asistimos al recuerdo de la II Guerra Mundial, a la crisis del Canal de Suez, al triunfo expansionista de Nasser, a la expulsión de los europeos, al radical ascenso de la doctrina panárabe y al comienzo del acoso a los judíos, a la cruel mutación alejandrina, las amenazas, los castigos en colegios extranjeros ya controlados por los nacionalistas, donde el segmento ascendente de la población local envía a sus hijos y los profesores se dedican a perseguir desde la humillación hasta la expulsión a los hijos de ‘los otros’…

Como suele ocurrir en la historia, a todo eso sucede el adiós de la familia a la ciudad que amaban —su verdadera ciudad—, convencido el lector de que esta dolorosa pérdida es el segundo origen del escritor Aciman y así ha de marcar el resto de sus días. Desde la afortunada belleza de su infancia en Alejandría a la diáspora y a Marcel Proust como gran tejedor del tapiz de la memoria. Penélope y Proust: esto es también el apasionante libro Lejos de Alejandría.

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