El reencuentro
«De repente, ha llamado un inspector, y sus razones son del Estado de Derecho. Europa, por emplear la jerga universitaria, vuelve a ser un ‘espacio seguro’ ante la amenaza de involución supremacista»
Tuve la misma impresión cuando liberaron a la farmacéutica de Olot. La repentina salida a flote de un personaje que, de manera inopinada, acaso por efecto de la costumbre, había quedado postergado, cuasi reducido a un acúfeno cada vez menos perceptible. Resulta significativo, no obstante, que nos hubiéramos resignado a que un prófugo de la calaña de Puigdemont anduviera de gira por las Europas, de ahí que frente a esta dichosa regurgitación sea pertinente evocar las palabras de Cayetana Álvarez de Toledo, en aquel 1 de octubre: «Presidente, ¿está usted preparado para ir a la cárcel por sedición? […] Insisto, presidente, ¿está usted preparado para ir a la cárcel por su masiva agresión a la democracia».
Ni respondió entonces ni recogió el lance en sus memorias, siendo el único de cuantos enumeraba que condicionaría amargamente su futuro. Su futuro, sí; ni el de Cataluña ni, ¡por supuesto!, el de España han de vincularse a las réplicas a que dé lugar su detención en la mesa bilateral. El constitucionalismo no ha de perder un minuto reflexionando acerca de si su extradición (bastante más factible, esta vez, que cuando lo interceptaron en Alemania) conviene o no conviene a Sánchez, a Esquerra o incluso a Junts, algunos de cuyos dirigentes se inclinan, bien que en privado, por museificar a Puigdemont y administrar el «mientras tanto». De repente, ha llamado un inspector, y sus razones son las del Estado de Derecho. Europa, por emplear la jerga universitaria, vuelve a ser un «espacio seguro» ante la amenaza de involución supremacista, y hoy, festividad de la copatrona de Barcelona, lo celebraré con alevosía, así ardan los contenedores a mi vera.
Por lo demás, es imperativo hacer notar que su escapada haya acabado, momentáneamente, en L’Alguer, localidad cuya inclusión en los mapas dels Països está, al fin, justificada. En El secreto de sus ojos, eterna, Guillermo ‘Sandoval’ Francella le sugiere a Ricardo ‘Espósito’ Darín que al criminal al que persiguen le pierde su pasión, el Racing de Avellaneda, y que ahí, en esa veta psicodramática, deben perseverar. A Puigdemont le han perdido las sardanas, y Cataluña, en esta hora feliz, ya sólo cuenta en su galería de la extravagancia con Alejandro Cao de Benós.