Traduciendo a Ignacio Sánchez-Cuenca
«El politólogo rescata algunos de los argumentos que ha defendido en los últimos años sobre el proceso independentista catalán. Esto es un intento de traducción de algunos de sus fragmentos»
En una reciente tribuna publicada en El País, el politólogo Ignacio Sánchez-Cuenca rescata algunos de los argumentos que ha defendido en los últimos años sobre el proceso independentista catalán[contexto id=»381726″]. Esto es un intento de traducción de algunos de sus fragmentos.
fracaso colectivo vivido en 2017: lo que quiere decir aquí Sánchez-Cuenca es que la culpa del golpe que dieron los independentistas en septiembre y octubre de 2017 la tiene el gobierno de Mariano Rajoy. Pero no se atreve a decirlo directamente y por eso reparte culpas entre víctimas y verdugos.
salida negociada al conflicto: aquí es sencilla la traducción. Darles lo que piden. Y como eso es democráticamente imposible, entonces solamente sentarse a negociar. Y acabar dándoles lo que piden. Es un bucle eterno. En 2021 hay un interlocutor; en 2017 había un presidente que había huido, presumiblemente en el maletero de un todoterreno, a Bélgica y que decía gobernar desde el exilio.
represión y la judicialización del problema: aplicar el Código Penal y defender el Estado de derecho.
el liberalismo político que inspira nuestro sistema democrático: el concepto «liberal» suele ser polisémico. Para el autor no lo es: es la derechona posfranquista y centralista, que está formada por el 95% de los ciudadanos españoles.
¿Seremos capaces esta vez de avanzar o nos quedaremos en una nueva ronda de reproches y acusaciones?: aquí reparte de nuevo las culpas por igual. Con esto diluye el pecado original del conflicto desde 2017: los golpes parlamentarios de septiembre y el referéndum ilegal y la declaración unilateral de octubre. En la mayoría de análisis de Sánchez-Cuenca sobre el procés no existe un procés per se, solo sus consecuencias y la respuesta del otro bando (el nacionalismo español, la supuesta represión, etc).
El liberalismo español, como el francés, se caracteriza por situar en el centro del sistema político la igualdad ante la ley: aquí hay un silbato de perro, como dicen los anglosajones. La mención a Francia no es casual. Es un país muy centralizado y su democracia es militante, es decir, que lucha explícitamente por defender su modelo político frente a quienes quieren abolirlo. Tanto contra los intentos secesionistas como contra los intentos de promover valores contrarios a la República. Para Sánchez-Cuenca, España ha sido injustamente militante al defender su integridad territorial y la igualdad ante la ley en vez de dejar que se desgaje el Estado. El autor podría haber elegido Alemania, otra democracia militante, pero prefiere Francia por su centralismo.
Por ser el reflejo de la voluntad general, la ley no puede admitir excepciones de ningún género: aquí el autor quiere decir que en España existe un modelo caprichoso, dogmático y muy atrasado: el Estado de derecho.
En la tradición liberal anglosajona, el enfoque es algo diferente: fuera se hace mejor. Da igual qué fuera sea. A veces es una fuera y otras es otra.
según el cual la comunidad política se forma a partir del consentimiento de sus miembros, quienes aceptan voluntariamente la formación de un Gobierno que se haga cargo de los asuntos públicos: al mencionar esto para hablar de secesionismo, se acerca al argumento libertario. El Estado como un grupo de amigos que se junta voluntariamente y que decide marcharse y desmontar las tiendas de campaña también voluntariamente y cuando le da la gana.
el liberalismo español no admite la posibilidad de un conflicto entre el principio de legalidad y el principio democrático: ¿por qué no aceptáis que voten? ¿Es que no os gusta la democracia plebiscitaria y por aclamación que defiende el independentismo? ¡Si es como la de Franco! La democracia consiste en votar. Aunque sea votar para abolir la democracia o los derechos de los demás. ¿Por qué le tiene tanto miedo el liberalismo a la democracia?
Ocurrirá así cuando los ciudadanos retiren su consentimiento a la legalidad constituida: el argumento libertario de nuevo. El conflicto catalán explicado como si fuera el motín del té de 1773.
conflicto en torno a la composición del demos: no quieren charnegos ni murcianos ni extremeños en Cataluña y están en todo su derecho. Tampoco quieren negritos y moritos pero eso no lo dicen porque no moviliza.
Que un porcentaje elevado de catalanes haya retirado su consentimiento a ser gobernados desde España es un dato irrelevante desde esta óptica: porcentaje elevado significa porcentaje cada vez más bajo. Ser gobernados desde España significa que Cataluña es una colonia.
Mientras los independentistas no tengan mayoría suficiente para modificar la Constitución de acuerdo con los procedimientos establecidos, no hay nada de lo que hablar: los independentistas nunca van a conseguir un referéndum de independencia ni van a conseguir la independencia. Por eso, como la derrota es obvia, queda el diálogo, que es sinónimo de chantaje.
cada vez que han surgido conflictos menores entre el principio democrático y el de legalidad, los jueces españoles siempre hayan optado por darle preminencia al segundo: los jueces deberían olvidar su irritante obsesión con las leyes.
No nos hemos dotado de instrumentos institucionales ni de una cultura política que permita atender y resolver una crisis de demos: España es una anomalía en nuestro entorno al negarse a trocear su soberanía ante un chantaje de una minoría hipermovilizada. Cualquier país serio permitiría una fractura de su espacio de decisión y justicia si lo pide suficiente gente de clase media y aseada con gafas de pasta.
[dejar] de lado las acusaciones por lo sucedido en el pasado, así como el tono belicoso y desafiante empleado a lo largo de estos últimos años: 2017 pasó hace mucho tiempo y además no fue para tanto. Y además fue culpa de los otros.
si las autoridades españolas se enrocan en el principio de legalidad y las catalanas en el democrático, el avance será muy difícil: las autoridades españolas deben dejar que las autoridades catalanas incumplan la ley para así avanzar en su proyecto de seguir incumpliendo leyes. Es una cesión esencial para sentarse a negociar.