Deslumbrados por el 'New York Times'
«Los periódicos españoles nunca serán el ‘NYT’, como España nunca será Estados Unidos»
Cada vez que se publican nuevos datos del éxito del New York Times nos quedamos con la boca abierta. Se acaban de conocer los datos del tercer trimestre de 2021 y nuestra boca ya no da más de sí. Para hacerse una idea del éxito, basta ver en las crónicas la repetición del manido adjetivo. Unos resultados históricos . El analista de Le Fígaro arrancaba así su artículo: «Champán en las redacciones de los grandes diarios americanos».
No es para menos. Son los mejores datos desde que se implantó el muro de pago hace ya una década. En tan solo tres meses, el NYT ha conseguido 455.000 nuevos suscriptores. Acumula ya 8,4 millones, de los cuales 7,6 corresponden a la edición digital y 800.000, a la edición en papel.
Son datos astronómicos, deslumbrantes, vistos desde un país cuyo mercado de prensa siempre ha sido no solo modesto, sino pobre, paupérrimo. Ya en la era dorada del papel nos costaba llegar a los 100 ejemplares por cada mil habitantes, frontera que la Unesco fijaba como separación entre un país desarrollado y uno subdesarrollado. No fue hasta el año 93 del pasado siglo cuando sobrepasamos, por los pelos, esa barrera.
Entonces lo que nos hacía quedarnos con la boca abierta eran las tiradas de los diarios japoneses. El Asahi Simbun estaba próximo a los 20 millones de ejemplares diarios. Aún cuenta con mas de seis millones y medio de suscriptores. Pero, claro, ni por cultura ni por densidad era un ejemplo a imitar desde España.
Hoy lo que queremos es parecernos al NYT. Al analizar las cifras de su éxito, se comprueba la distancia que nos separa. De los 8,4 millones de suscriptores actuales un millón, se dice pronto, están fuera de los Estados Unidos. Es decir, un periódico no puede aspirar a ese éxito si se circunscribe a un restringido ámbito local. Nosotros, que disponíamos de la poderosa herramienta de un idioma hablado por casi 600 millones de personas en todo el mundo, no supimos utilizarla. Nuestra prensa, pese a modestos intentos, nunca llegó a ser global.
En los momentos de mejor salud económica, refugiados en el modesto éxito del mercado local, se despreció el mercado latinoamericano. Entonces, en la época conocida por los jóvenes cachorros de hoy, como la era de la prensa del pelotazo, había dinero para invertir, pero no se hizo por un endémica cortedad de miras de nuestros editores. Una y mil veces, los empresarios españoles repetían aquello de «¿Latinoamérica? ¿Para qué? Cuesta un potosí cobrar y eso si cobras». Que se lo pregunten a Telefónica, a los bancos, a las constructoras o a las energéticas si se puede rentabilizar o no lo invertido al otro lado del Atlántico. Con esa obsesión por encerrarnos en nosotros mismos, perdimos la gran oportunidad de ampliar la masa de nuestro lectores. Hagan la prueba y repasen las portadas de nuestros diarios. ¿Cuántas de esas informaciones creen que tienen interés en Latinoamérica? Es seguro que hoy el NYT tiene mas lectores en la América de habla hispana que el conjunto de la prensa española.
Los buenos datos del NYT no son exclusivos. A distancia, otro periódico parece haber encontrar la vía de supervivencia a través del pago, Se trata del Wall Street Journal, cuyo muro de pago ya ha cumplido 25 años, que ha aumentado en el último año sus sus criptones en casi un 20 por ciento. Ya cuenta con 3,5 millones de suscriptores, de los que 2,8 corresponden a la edición digital.
A todos estos datos hay que sumar uno especialmente alentador y que, aunque sólo sea por efecto rebote, puede beneficiar a los diarios españoles. Las crónicas hablan de un repunte de la publicidad. En el NYT, se ha registrado un aumento del 40 por ciento respecto al trimestre anterior. El volumen de negocio del Wall Street Journal ha crecido en el mismo periodo un 15 por ciento. También crece la división europea de grupo Murdoch con un considerable aumento de los ingresos publicidad ¿Saben a que se debe principalmente? Les sonará: anuncios inmobiliarios digitales -crecieron un 47 por ciento-, otro de esos sectores abandonados por completo por la prensa española desde hace años.
Otro dato muy significativo de los ofrecidos por el NYT lo encontramos al desglosar la procedencia de esos 455.000 nuevos suscriptores. Nada menos que 135.000 se abonaron al periódico por los crucigramas o/y por las recetas de cocina. Vale, me dirán que nuestra cultura no es la anglosajona. Pero no me podrán negar que las informaciones útiles, necesarias, son las que mueven a pagar por un periódico. Intenten encontrar información útil en nuestros diarios.
La distancia con España es abismal. No nos podemos comparar, no podemos ser tan ilusos como para aspirar a ser el NYT más que en nuestros sueños más húmedos. Nosotros no traspasamos nuestras fronteras, nuestro mercado es raquítico, nuestra economía es una calamidad.
Pero tampoco nos flagelemos. El NYT no es la biblia. Nuestro error de dar por válida la falsa historia de un hombre que se había pasado 35 años en coma es una broma al lado de históricas meteduras de pata del diario de la Octava Avenida. No hay más que ver sus sesgadas informaciones sobre España. O, peor aún, el empecinamiento de asegurar de que en Irak había armas de destrucción masiva que justificaban la invasión del país. A este respecto, resulta muy instructiva la película Desvelando la verdad (Bob Reiner, 2017) en el que se cuenta la apasionan historia de unos modestos reporteros de la cadena Knight Rider que pusieron la cara en vergüenza la todo poderosa Dama Gris.
Los periódicos españoles nunca serán el NYT, como España nunca será Estados Unidos. Debemos dar peso a nuestros contenidos, ser útiles para nuestros lectores, contar lo que nadie quiere contar e, incluso, aquello que la mayoría no quiere oír. Es decir, dar tanto valor a nuestros artículos que merezca la pena pagar por ellos. Tenemos mucho que aprender de los periodistas americanos. Pero, a juzgar por los deslumbrantes datos de éxito, son los editores quienes más tienen que aprender: captación de suscriptores, creación de espacios atractivos para la publicidad, ofrecer servicios que satisfagan las demandas de los lectores, búsqueda de nuevos mercados… Y esos objetivos no son tanto periodísticos como empresariales.