THE OBJECTIVE
Adrián Vázquez Lázara

Por qué hemos tumbado el intento de demonizar el vino en la UE

«La dieta mediterránea es saludable y hay que defenderla en la Unión Europea»

Opinión
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Por qué hemos tumbado el intento de demonizar el vino en la UE

Pleno del Parlamento Europeo. | Europa Press

El Parlamento europeo acaba de renovar su compromiso con la prevención y el tratamiento del cáncer y la atención a los pacientes. La detección temprana está en el centro de ese compromiso, y es imprescindible tras el parón impuesto por la epidemia de covid-19. Según la Organización Europea del Cáncer, uno de cada cinco enfermos no ha recibido a tiempo la cirugía o quimioterapia que requería su patología, lo que ha desembocado en la acumulación de hasta 100 millones de retrasos en pruebas de detección.

En el informe aprobado hay medidas concretas para que los países inviertan en cribados –pruebas de diagnóstico— y en prevención e investigación, y eso es muy importante. Pero también, después de semanas de trabajos y debates muy intensos, hemos logrado algo también muy importante: la modificación de algunas enmiendas que evitan la demonización del vino.

El informe inicial, por ejemplo, decía que cualquier consumo de alcohol es nocivo, cuando lo que es nocivo, como en tantos casos, es su consumo abusivo y dañino, tal como queda reflejado ahora. Por eso, y también queda recogido en la redacción definitiva, la información que debe figurar en el etiquetado de las botellas debe servir para que haya un consumo «moderado y responsable». Sin este cambio, estaríamos ante el peligro de unas etiquetas en las botellas tan agresivas como las del tabaco.

Lo que estaba detrás de esa parte del informe inicial era, ni más ni menos, un ataque directo al vino, componente sustancial de la dieta mediterránea que precisamente la Unión Europea reivindica como dieta saludable. Y la lucha contra el cáncer tiene que estar acompañada de formas de vida sanas, basadas en alimentos frescos y equilibrados consumidos con moderación y cuidado.

Hablamos de cultura y sociedad. Pero también de economía real. El sector vitivinícola español –más de medio millón de explotaciones y 4.000 empresas- es el tercer productor y segundo exportador mundial. Crea empleo en las bodegas y en el campo, fomenta el turismo, la innovación y la sostenibilidad, tanto por conservación del medio ambiente como por ser un elemento que fija población rural, y es un referente global. Es difícil de calcular el daño que hubiera hecho un etiquetado incorrecto a las exportaciones, que se dirigen en un 71% a la UE. Y es básico distinguir entre consumo y consumo excesivo, como finalmente hemos logrado hacer. 

También se ha conseguido que se mantengan los patrocinios a eventos deportivos, salvo en el caso de los dirigidos a menores de edad. La publicidad de productos como la cerveza o la sidra supone un apoyo fundamental en zonas rurales y para deportes minoritarios, como la liga de fútbol femenino y, tal como hemos señalado, la viticultura juega un papel crucial en la lucha contra la despoblación.

El vino, que ocupa un lugar central para el sur de Europa y sin duda para España, ha sufrido directamente los efectos de la pandemia. Por eso entendimos que era esencial, al impulsar la batalla a favor del tratamiento y la prevención del cáncer, defender el casi medio millón de empleos del sector y su valor en la economía, la cultura y la sociedad. 

Y por eso estamos satisfechos y orgullosos de la batalla librada y de sus resultados.

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