THE OBJECTIVE
Luis Antonio de Villena

PP, sonrisas y lágrimas

«La pregunta sobre Casado es, ¿cómo este hombre, tan falto de carisma y energía política, ha resistido tanto?»

Opinión
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PP, sonrisas y lágrimas

Alberto Núñez Feijóo y Pablo Casado. | Marta Vázquez Rodríguez (Europa Press)

Dice un amigo avezado: los grandes partidos políticos, si son grandes, siempre tienen crisis. En estas situaciones (que parecen un tanto bandoleras, manta y faca) se derrumba para crecer o ir a más, pero se derrumba. Cuando oí el clamor de Cayetana Álvarez de Toledo pidiendo un Congreso extraordinario, porque digámoslo, Pablo Casado no funcionaba, supe de inmediato que la rueda iba a girar, porque una gracia singular de Álvarez de Toledo es que tira rápido de espuela. Se iba a mover ficha, lo que no esperé es fuera tan rápido. Casado debía de estar íntimamente solo o mal, porque su resistencia ha sido ninguna, mínima; habrá congreso extraordinario y él no se presentará. Intenta irse con honor, no dimitiendo y se entiende, pero el hecho es obvio: ¡adiós, Casado, adiós! La pregunta es, ¿cómo este hombre tan falto de carisma y energía política, ha resistido tanto?  En unas elecciones con Casado el PP lo tendría más duro, porque muchos votantes -muchos- votarían al partido, pero no a Casado. Al revés de lo que pasó con Ayuso en Madrid, la gente la votó a ella mucho más que al PP.

A Casado le faltó siempre magia, resultaba tan peso pluma como Mariano Rajoy, pero en peores circunstancias. El congreso partitario, que cierre la etapa Casado (ya cerrada) tiene que ser un congreso de unidad y de fuerza, porque el PP para ser líder del centro-derecha, que es un espacio muy amplio, necesita un líder con brillo, con aureola, con ideas y un buen tambor de modernidad que aleje de Vox. El PP tiene que tumbar a Sánchez, desde luego, pero por usar aquella palabra umbraliana, tiene que dejar claro que ya no es «la derechona». He insistido varias veces en este tema porque me parece capital: de derechas, conservador, culto e ilustrado, pero públicamente laico (en privado se es lo que se quiera), es decir, por fin, dejar a la Iglesia Católica como una gran religión, pero no como parte de la ideología política conservadora. La Conferencia Episcopal tiene su voz -vox- muy rancia demasiadas veces, y el PP, aunque vaya a misa, no es ni debe de ser esa «voz ». Ni se imaginan muchos líderes qué cambios tendrían, se irían algunos desafectos (que están ya camino de Vox, si no llegaron), pero aparecería mucho voto de veras liberal, y en buena medida el voto que no han sabido manejar ni el extinto UPyD ni lo que queda de Ciudadanos, que se hunde ante el inexplicable optimismo de Inés Arrimadas, que pareció al inicio tan brillante, y que ahora es incapaz de la menor autocrítica. Tanto Rivera como ella han gestionado mal o muy mal esperanzas y futuro. El PP nuevo, renovado, post Casado, puede apartarse bien de Vox y llevar el caudal de Ciudadanos.

Y, dígame. ¿quién es ese líder o lideresa?  La pura vieja guardia no. Algunos miran y hasta le hacen autora de internas intrigas a Díaz Ayuso; no Isabel, no. Ahora Díaz Ayuso se debe plenamente a Madrid, donde casi ganó por goleada y más puso ella -lo acabo de decir- que el partido. Si Ayuso se fuese (no lo creo) muchos sentirían en Madrid esa traición. Claro que es mujer que puede aspirar a la presidencia nacional del PP, tiene mucho ganado, pero lo sabio y lógico es que espere otros cuatro años más. ¿Alberto Núñez Feijóo? Parece muy callado a nivel estatal, pero quienes lo conocen lo llaman listo y dúctil. No es joven, pero tampoco pertenece a la vieja guardia, es decir -en teoría- aún mezcla ímpetus nuevos con horas de vuelo, experiencia. No es mala conjunción, y el legado del mejor Fraga (sin su carácter de trueno ni el pasado que fue) lo puede beneficiar si ni lo niega ni lo acepta, sólo lo matiza. Acaso haya un tapado que aún no vemos (no tardaría en verse) pero ahora, sin duda, Núñez Feijóo parece lo más oportuno: despedir a Casado con buen estilo, remar hacia un centro-derecha nítido y -es evidente- ofrecer una era post Pedro Sánchez, que falta hace. El PP se mueve. ¿Se va a mover el PSOE?    

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