España en EEUU: el sortilegio de la pluma y la tinta
«La huella positiva de España en EEUU ha sido tenida en menos de modo sistemático por la historiografía anglosajona»
En 1789 un consejo de la tribu celebrado a orillas del río Ottawa, el jefe indio Egushawa se quejaba de la forma como los blancos habían conseguido quedarse con sus territorios de caza gracias a lo que el indio llamaba «el sortilegio de la pluma y la tinta» (pen and ink witch-craft, en inglés). Mediante ese sortilegio, los blancos omitían en el texto aspectos que hubieran beneficiado a los indígenas, aprovechándose de que la mayor parte de los jefes indios no sabían leer ni escribir. Cuando llegaba el momento de la ejecución del tratado, al ver que los blancos alegaban condiciones diferentes de lo que los indios habían expresado, los indios pensaban que estas alteraciones del texto se explicaban a un acto de brujería; la realidad era que la defensa de sus intereses nunca había sido incluido en el tratado inicial.
Curiosamente, muchos años después de que en los Estados Unidos haya desaparecido la controversia entre los ciudadanos americanos blancos y los indígenas -por el exterminio o reducción a reservas de estos últimos-, algunos de los descendientes de los colonos y de los soldados que sometieron a los indios con esos subterfugios siguen escamoteando la verdad en un proceso de tergiversación histórica.
Ese nuevo sortilegio de la pluma de tinta se encuentra en muchos volúmenes de historia y en innumerables artículos de prensa, algunos de muy reciente publicación. En ambos la mistificación consiste en presentar una visión sesgada del pasado, en la que la expansión de la población de raíz cultural anglosajona hacia el Oeste se considera como un proceso noble y oportuno; mientras que se critica y vitupera la colonización que España realizó durante varios siglos en dos tercios de lo que hoy es el territorio continental de los Estados Unidos.
En la mayoría de esos textos no se reconoce la decisiva contribución de España a la independencia del país ni la parte indiscutiblemente positiva de la presencia española. Que todavía se percibe en el sudoeste de los EEUU en la arquitectura del adobe, los sistemas de irrigación para el cultivo, el aprovechamiento ganadero y -quizás el más espectacular y más olvidado por el sortilegio de la amnesia- las prácticas de doma y equitación que fueron transmitidas a México por España, como demuestra que tanto la silla vaquera del cow-boy como otros aperos (el lazo, la reata, las chaparreras) siguen teniendo el mismo nombre, algunos de ellos adaptados al idioma inglés.
En el aspecto representa un punto de referencia significativo la obra del presidente Teodoro Roosevelt La Conquista del Oeste [americano] -publicado por primera vez en 1888, -un año antes de que se declarase la guerra hispano cubana-. En ese volumen se describe la invasión de los territorios al oeste de los montes Allleghenies por los pioneros procedentes del este -a costa de los territorios ocupados por los indios y de los españoles, -como una epopeya gloriosa y necesaria para cumplir el destino manifiesto de la joven potencia.
Otra eficaz tergiversación de la realidad -que en este caso, por el embrujo de la cámara y del celuloide-, se ha realizado durante muchos años por la poderosa industria cinematográfica de Hollywood, donde el vaquero -o pistolero- de origen racial europeo aparece siempre como el héroe de la historia, en muchos casos disparando a mansalva sobre los indios, siempre representados como salvajes sanguinarios. Solo en tiempos muy recientes se han producido películas con una visión diferente, como Bailando con lobos o Pequeño Gran Hombre. En esos relatos cinematográficos, los personajes de origen hispano aparecen tan sólo como comparsas de la historia principal, cuando no con estereotipos grotescos.
La reacción al sortilegio tanto histórico como cinematográfico sobre el oeste ha provenido de académicos de la talla de Donald Worste (Universidad de Kansas) autor de Ríos del Imperio, que denuncia la invasión por los colonos anglosajones de las Grandes Llanuras como una de los mayores catástrofes naturales que aún nos resistimos a admitir, considerando nuestro orgullo de expertos agricultores. Otros autores señalan también la hecatombe del bisonte americano como un desastre ecológico sin precedentes, puesto que en sólo treinta años, unos sesenta millones de esos cuadrúpedos fueron aniquilados y sustituidos por ganado, lo que perturbó el sistema ecológico y pronto contribuiría a esquilmar los pastos de las grandes praderas.
La reivindicación de la colonización realizada por España en comparación con la conquista del Oeste por ciudadanos de cultura anglosajona ha sido también realizada por escritores y periodistas de cultura anglosajona como Tony Hillerman – prestigioso autor de novelas del oeste-, cuando describe la llegada a la orilla del río grande de Don Juan de Oñate, cuya estatua en el Camino Real ha sido derribada y su conducta vilipendiada sin paliativos.
«Al observar esa larga caravana en la perspectiva de la historia uno puede entender mejor porque las culturas indias que se encontraban en su camino sobrevivieron, mientras que aquellas del Este de los Estados Unidos no pudieron sobrevivir. Los ingleses trajeron con ellos el concepto de superioridad racial y la metafísica del puritanismo, el calvinismo y la idea de la salvación de los elegidos y la condena de los otros (…). Entre los ingleses y los holandeses, no existieron muchos escrúpulos, ni perdieron tiempo en dudas y debates sobre los indios. Si no se les ponían por delante, les dejaban tranquilos. Si el hombre blanco quería su tierra, eran expulsados de ellas o exterminados sin ninguna malicia especial ni crueldad intencionada».
La defensa del sistema de colonización español y su comparación con el sistema de colonización anglosajón en muchos casos ha sido realizada por representantes de las mismas tribus indígenas que, según una interpretación sesgada, los nefastos conquistadores habrían esclavizado o exterminado.
En un seminario organizado en la Universidad Complutense durante los cursos de verano de 1992 -en plena campaña anti colombina en distintas partes de América- James Hena, Presidente del Consejo de las diez y nueve tribus de los indios Pueblo en Nuevo México, declaró que el carácter del proceso colonial español fue razonable y justo, frente al exterminio provocado por los anglosajones. «Los españoles escucharon a los pueblos indígenas y no les obligaron a marcharse de sus tierras, mientras que la colonización anglosajona trastocó el sentido del del pueblo indio, forzando las tribus a desplazarse al interior de los estados unidos, lo que fue muy perjudicial y grave».
Más recientemente, en distintas conferencias y declaraciones a los medios, Alfonso Borrego, descendiente directo del famoso guerrero apache Gerónimo, se expresaba en términos semejantes. Borrego ha valorado el legado cultural y social de los españoles que, a diferencia de los anglosajones, habían practicado el mestizaje con los indígenas, creando una cultura diferente y respetable. Alfonso Borrego, residente en El Paso, es el presidente de la asociación cultural Heritage Society del Camino Real, y defiende la importancia de que don Juan de Oñate realizase la primera ceremonia de acción de gracias en aquel lugar en 1598, es decir 20 años antes de la ceremonia de los peregrinos en Jamestown, que ha dado lugar a la festividad de ámbito nacional en los estados unidos llamada Thanksgiving Day. Una vez más, el sortilegio de la pluma y la tinta ha permitido escamotear a la herencia hispana el privilegio de haber realizado por primera vez una ceremonia que marcaba la presencia de un país europeo en Norteamérica. A quienes exigen que España pida perdón por los abusos y errores cometidos durante la colonización de América, Borrego responde que más bien habría que darle a España las gracias por todo lo bueno que allí dejó.
Resulta significativo que Borrego sea descendiente del jefe apache Gerónimo, que a mediados del siglo XIX se hizo famoso como guerrero rebelde y sanguinario por sus correrías tanto en México como en los Estados Unidos; lo que muchos ignoran es que el motivo de su rebeldía y su sed de venganza era que un destacamento del ejército mexicano había asesinado a toda su familia en el verano de 1858.
Jerónimo protagonizó varias fugas espectaculares, incluso después de haber consentido inicialmente su reclusión en la reserva de San Carlos en 1872; y durante más de diez años tuvo en jaque a ejércitos federales que llegaron a sumar 5000 hombres, hasta que finalmente el general George Crook lo acorraló en la Sierra Madre y prometió tratarlo respetuosamente si se rendía, lo que a Gerónimo aceptó en 1886, siendo enviado a Ford Sill (Oklahoma) donde vivió 23 años.
En esa época el feroz guerrero chiricahua fue expuesto por las autoridades americanas, como si se tratase de una atracción circense, en distintos eventos, incluyendo la Exposición internacional de San Louis y en los festejos que tuvieron lugar para celebrar la elección como presidente de Teodoro Roosvelt en 1901, encabezando la delegación de jefes indios. Tras la derrota de España en la guerra hispano-cubana, el presidente Roosevelt hubiera podido añadir un nuevo capítulo a su libro sobre la Conquista del Oeste, que en este caso hubiera sido más bien la Conquista del este: Cuba y Puerto Rico.