THE OBJECTIVE
Pilar Cernuda

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, obligados a entenderse

«Es hora de dejar atrás las políticas pequeñas y abrazar causas grandes. Solo pueden hacerlo Sánchez y Feijóo, y los dos saldrían ganando»

Opinión
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Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, obligados a entenderse

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), recibe al presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo. | Europa Press

Dice Mariano Rajoy en su último libro que la política es cosa de gente madura, y no le falta razón al expresidente.

La España actual, a la deriva en sus políticas internas, inconsistente e irrelevante en el plano internacional, está plagada de dirigentes sin oficio ni beneficio, aupados algunos de ellos a los centros de poder simplemente porque el presidente estaba necesitado de pactos para alcanzar el poder. Él mismo tampoco contaba con una trayectoria como para tirar cohetes. Ahora, sin embargo, la situación es tan crítica, con una guerra que no es nuestra pero como si lo fuera, con unas consecuencias económicas y energéticas que solo se pueden calificar como dramáticas, que es obligado que el presidente del Gobierno, si tiene un mínimo de responsabilidad, mire a su alrededor para tratar de buscar políticos maduros que nos saquen de una situación límite, de una tragedia.

Pedro Sánchez, dentro de dos semanas, podrá contar con un líder en la oposición al que le sobra madurez política y personal: ha gestionado nada menos que el sistema nacional de Salud en el Gobierno central, presidido una empresa de la envergadura de Correos y, desde hace 14 años es presidente del gobierno gallego. A Alberto Núñez Feijóo se le pueden encontrar defectos, seguro, como a todo hijo de vecino. Pero entre ellos no estará la falta de experiencia y de patriotismo.

Es el momento de actuar con altura de miras. Ya, hoy antes que mañana, la crisis es de gravedad extrema y más lo va a ser todavía en las próximas semanas, en los próximos días. Pedro Sánchez no puede emprender la batalla en solitario, pero mucho menos la puede emprender con unos socios que han demostrado sobradamente su incapacidad para sacar adelante iniciativas de peso; socios que respetan poco, por no decir nada, la Constitución, y que en la guerra contra Ucrania son incapaces de condenar a Putin porque en el fondo siguen creyendo que el comunismo es la mejor de las opciones en todas las circunstancias y en todos los tiempos. Han centrado su peripecia ministerial en defender causas irrelevantes aunque provocan impacto social, mientras se oponen a decisiones que son básicas para superar problemas que Podemos prefiere no ver porque les resultan incómodos.

Es el momento de que Pedro Sánchez suelte lastre, pesado lastre, y piense en España en lugar de hacer el caldo gordo a populistas de izquierda que desprestigian el papel de España en el marco europeo y en el escenario internacional. Nada que ver con la consideración que tendría España si Pedro Sánchez llegara a algún tipo de acuerdo con Núñez Feijóo. Cualquiera con dos dedos de frente vería de buen grado un pacto de esas características, un pacto de salvación, un pacto de Estado entre el partido de Gobierno y el principal partido de la oposición.

Si quiere, si quieren los dos, se podría alcanzar un pacto que sería recibido con esperanza por infinidad de españoles que se duelen hoy de pertenecer a una España desprestigiada, débil, cuyo Gobierno se ha asociado con partidos que no han traído nada bueno. Ni pueden traer, porque ni cuentan con la preparación necesaria, ni quieren a España, ni están dispuestos a rectificar sus políticas de eslóganes -sacar ahora el No a la Guerra es la prueba de irrefutable de que siguen anclados en los setenta- ni creen en las alianzas que hoy ordenan el mundo.

Es hora de dejar atrás las políticas pequeñas y abrazar causas grandes. Solo pueden hacerlo Sánchez y Feijóo, y los dos saldrían ganando. El primero, para recomponer su imagen, hoy absolutamente deteriorada por su inconsistencia y por socios que no son de recibo. Acusa permanentemente al PP de acercamiento a Vox y no se da cuenta de que es mucho peor Bildu, filoterrorista, que un partido de extrema derecha. Por no mencionar la coalición con un partido de extrema izquierda.

Sánchez necesita quitarse de encima el sambenito de que es un político capaz de cualquier alianza, por indeseable que sea, con tal de gobernar. En cuanto a Feijóo, dentro de unos días se convertirá en presidente del PP sin que nadie le haga sombra. Ha insuflado esperanza a un partido que iba derecho al abismo, y tiene papeletas para ganar las próximas generales siempre que no cometa errores de bulto, como le ha ocurrido a Casado.

Unos pactos de Estado beneficiarían a los dos y lo más importante: beneficiarían a España. Parece tarea imposible… pero hace 15 días también parecía imposible que Putin ordenara invadir y bombardear Ucrania.

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