Las hostias del independentismo
«No sé qué pretende ERC con esas galletas a mano abierta pero sin duda no van encaminadas a crear una atmósfera propicia para un gobierno plácido»
Como en el cuento de la rana y el escorpión, no lo pueden evitar, está en su naturaleza. Prometieron que esta vez se portarían bien por el bien de la gobernabilidad del país, pero a las primeras de cambio empezaron a lanzarse dardos envenenados y han acabado a bofetada limpia. De hecho, en verdad, los que están repartiendo estopa son los de ERC, que han desatado a Rufián para que les cuente las verdades de la calle a los señoritos de la exconvergencia. Dicen que la cosa de los James Bond estaba consensuada internamente, así que no fue un calentón picado de Twitter, sino una ocurrencia premeditada como todas las que suelta el chico de Santa Coloma con palco en el Congreso.
No sé muy bien qué pretenden los republicanos con esas galletas a mano abierta pero sin lugar a dudas no van encaminadas a crear una atmósfera propicia para un Gobierno plácido y duradero. Bien es cierto que el socio que se han buscado les ha salido un tanto extravagante en sus contactos internacionales, por ser suaves en las apreciaciones. Veremos en qué acaba todo el tinglado de la diplomacia churrigueresca.
De momento la paliza no ha pasado a mayores y se ha quedado en el rufianesco linchamiento. Bueno, también Joan Tardà ha salido de sus cuarteles de invierno para replicar las palabras de la exconsejera Clara Ponsatí, que afirmó que la independencia de Cataluña valía una muerte. «Es una tontería inmensa», ha dicho Tardà en la tele. «Vaya desfilando. Empiece. Inmólese», le ha recomendado el exdiputado a Ponsetí.
Así pues, ahora que las personas decentes han descolgado las esteladas de sus balcones y han guardado para la próxima hazaña heroica el lacito amarillo en el cajón de la ropa sexy, el independentismo se entretiene en las cuchilladas traperas. Ya lo dijo el gran filósofo Aznar en una de sus célebres alocuciones: antes fracturarán Cataluña que conseguirán romper España. Lo bordaron, ciertamente. Y supongo que, después de partir Cataluña por la mitad, se han decidido a hacer lo propio con el movimiento independentista.
La verdad es que exconvergentes y republicanos nunca han tenido muy buena sintonía. Lo suyo siempre ha sido una relación de conveniencia que, en los últimos años, se ha visto afectada por los vaivenes del procés. Es bien sabido que las relaciones entre Puigdemont y Junqueras son más que mejorables. Rufián llama directamente «señoritos» a los de Junts. En los últimos tiempos, sin embargo, se ha producido un fenómeno peculiar. Los posibilistas exconvergentes se han convertido en acérrimos independentistas, y viceversa. De ahí que en la actualidad los republicanos sean vistos como unos tibios pragmáticos siempre dispuestos a bajar la cerviz ante las peticiones de Madrid.
Mucho tienen que ver entonces en esta nueva composición de lugar las tortas que están repartiendo los más aguerridos mamporreros de ERC. Una forma de marcar territorio. Una poco sutil manera de comunicarle a su parroquia un mensaje directo y áspero. Ellos son el auténtico independentismo. De acuerdo, las cosas van despacio, pero seguras. A diferencia de con esos tíos que se dedican a mariposear con emisarios de Putin. ¡Esos señoritos!
En fin, a falta de cualquier asomo de ideas y una carencia absoluta de proyecto, una buena sarta de hostias nunca viene mal. Funcionan en cascada como los tuits. Anonadan con su rotunda inanidad y distraen al personal. Rufián, en eso, es un maestro. Han hecho bien en sacarlo a la palestra. Ahí con su pausada impostura repitiendo la ocurrencia de los señoritos y James Bond. Se ha ganado el jornal de charnego agradecido. ¡Ozú!