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Pedro Sánchez: los problemas crecen

«En las llamadas energías limpias, se ha antepuesto la ideología a la tecnología»

Opinión

Pedro Sánchez. | Massimo Di Vita (EP)

  • Soy licenciada en Derecho, abogada en ejercicio y gerente del bufete NOVALEX SPAIN. Autora del libro ‘Populismo punitivo’ (2020 Ed. Deusto)
    Antes, columnista en Disidentia y Vozpópuli y colaboro en la tertulia del programa Herrera en Cope. Mis críticos me acusan de ser una extremista de la presunción de inocencia, algo de lo que yo me congratulo.

Ya que el aparato de propaganda socialista ha parido la genial idea de rodar una serie que relate las tribulaciones de nuestro gallardo presidente por los pasillos y salones de La Moncloa, me voy a permitir la osadía de proponer un nombre que sintetice sus andanzas gubernamentales: Los problemas crecen.

Soy consciente de la falta de originalidad de la propuesta, dado que así fue como se tradujo para España Growing Pains, el nombre de la famosa serie estadounidense que tan popular fue en nuestro país a finales de los 80 y principios de los 90. Aun así, convendrán conmigo en que el título describe a la perfección los tres años de mandato sanchista: tanto por acción como por omisión el Ejecutivo ha puesto al país al borde del precipicio social y económico. Ha creado problemas donde no los había o ha agravado de forma notable y sustancial otros que le han venido impuestos.

Pensaron que podrían gobernar el país con grandes dosis de paternalismo discursivo, con las instituciones del Estado asumiendo el rol de unos padres benefactores que procuran lo mejor para sus hijos, los ciudadanos, convertidos en púberes en tránsito hacia la madurez incapaces de lidiar con la frustración y necesitados de sermones, cuya interiorización y aprendizaje les guiará hacia la recompensa: la felicidad ecológica, inclusiva y con perspectiva de género. Algo no muy distinto de lo que sucedía en la comedia de situación producida por la cadena ABC, que cerraba cada episodio con la correspondiente moraleja.

Pero gobernar en el plano del relato, mientras la inercia y la Unión Europea se encargan del resto, se topa de tanto en cuanto con la historia, empeñada en recordarnos a los mortales la importancia real de la política, más allá de su caracterización como un modus vivendi o una agencia de colocación de familiares y amigos. El mundo como lo conocemos lo han cincelado las decisiones de tiranos y estadistas con el trabajo, el sudor y la muerte de sus respectivos pueblos. Los primeros con el ánimo de perpetuarse en el poder, los segundos con la voluntad de crear una patria de ciudadanos libres e iguales.

Lo que Sánchez y su Ejecutivo de coalición han modelado durante estos años es una degradación democrática sin precedentes en nuestra historia reciente, sustentada en la premisa de que las instituciones son su cortijo ideológico y que todo el que esté a la derecha del partido socialista merece la muerte civil tras un previo proceso de deshumanización y escarnio mediático.

El primer acontecimiento histórico al que se enfrentó el sanchismo nada más estrenarse su mandato y que creció considerablemente como consecuencia de su nefanda actuación fue la pandemia. El Gobierno ignoró todas las alertas sobre la gravedad del coronavirus y persistió en la agenda feminista alentando la imprudencia desde los ministerios: el relato de la opresión patriarcal ya estaba aprendido e interiorizado, algo que no sucedía con el de la covid-19. Su irresponsabilidad nos llevó a uno de los confinamientos más duros de Europa y a una de las mortalidades más elevadas. Aun así, no tuvo reparo alguno en instrumentalizar el estado de alarma para gobernar a placer, eludiendo el control de los contrapesos.

Y mejor no hablar de muchas de las medidas de carácter económico que se implementaron para, supuestamente, combatir la pandemia, cuyo hedor a socialismo de alta intensidad inundó el BOE durante demasiados meses.

El cambio de postura de España respecto al Sáhara Occidental y su lamentable escenificación es uno de esos problemas que no estaba sobre la mesa y que el Gobierno, haciendo gala de su proverbial torpeza, no es que haya creado, sino sobredimensionado hasta un punto en el que las consecuencias a corto, medio y largo plazo pueden ser muy graves. Más allá de las ansias de independencia del pueblo saharaui, en la zona se juega una partida geoestratégica y energética trascendental, ya que confluyen los intereses de numerosas naciones y sus correspondientes aliados internacionales: Marruecos y los estadounidenses, por un lado, Argelia y los rusos y chinos por otro, sin soslayar las ambiciones francesas e italianas. Pero España también tiene los suyos propios, que precisamente se ven colmados cuando se logra el frágil equilibrio entre ambas posturas, actuando nuestro país como moderador y correa de transmisión entre las potencias implicadas. Un papel relevante en el plano internacional que España ha sabido desenvolver muy pocas veces debido a nuestra escasa relevancia diplomática, aunque con alguna notable excepción como la de la exministra de Exteriores Ana Palacio

Otro problema que ha crecido durante esta legislatura, íntimamente relacionado con el anterior, ha sido el energético. El empobrecimiento que nos ha traído la llamada transición ecológica ha sido progresivo y, aunque muchos ya advertimos el año pasado que le podía costar el sillón monclovita a Su Persona, jamás le quiso prestar atención hasta que, como consecuencia de la invasión de Putin a Ucrania, el problema le ha explotado en la cara. 

El diseño de la estrategia energética es una de las tantas cosas respecto de las que se ha decidido que es mejor que se encargue Europa, mientras el Consejo de Ministros únicamente la hace valer en el plano del eslogan, primero, y en el impositivo, después. Miles de altos cargos y millones de euros en impuestos con fundamento en unas políticas ecologistas que no solo han puesto a la clase media europea contra las cuerdas, sino que nos han hecho dependientes de dos países liderados por autócratas postsoviéticos: Rusia y China. De la primera por el gas, de la segunda por la exportación de las tecnologías que requieren las renovables. 

No me entiendan mal, yo no tengo nada en contra de las llamadas energías limpias más allá de que, desde un punto de vista estrictamente técnico, no están en situación de reemplazar a las tradicionales y no se puede asegurar a ciencia cierta cuándo lo estarán. Y aquí radica el quid de la cuestión: se ha antepuesto la ideología a la tecnología y no precisamente por generación espontánea. Tanto que gusta Sánchez de acusar a la oposición y a los huelguistas de estar al servicio de los intereses de Putin, no está de más recordarle que no solo gobierna en coalición con unos cuantos putinistas, sino que toda la tostada de la transición ecológica la ha cocinado el ruso, alentando las renovables en detrimento de la nuclear, por cuya desaparición abogaba Europa hasta antes de ayer.

Señalar como ultraderecha a los agricultores y transportistas que se han hartado de la actitud sonámbula del Ejecutivo ante el incremento inasumible de los costes provocado por el incremento de los precios de la energía y de los combustibles no dista mucho de la estrategia empleada por Putin cuando llama nazis a los ucranianos.

Los problemas que subyacen tras esta huelga son complejos y profundos, requieren de reformas estructurales y de un giro de 180 grados en las políticas ecológicas que nos han traído hasta aquí. Pero, otra vez, Sánchez y los suyos pretenden que la solución la impulse la Unión Europea y no están dispuestos a mover un dedo hasta entonces. Esto no es un Gobierno, sino una banda de pollos sin cabeza que se aferran al gallinero. El problema es que la mayoría de españoles está ya hasta los huevos.

6 comentarios
  1. Benito

    Problemas? Pero si no desaprovecha ni una para soltar trolas, como por ejemplo en La Palma, el tío se va a ver en primera fila la erupción porque no le apetecía ir a la ONU, y como todo el mundo sabe «prometer antes de votar, y después de haber votado nada de lo prometido»

    en La Palma que no esperen mucho porque no va a llegar NADA NUNCA, mejor le damos a la verborreica 20.000 millones que ella tiene un criterio muy «democrático» para repartirse la pasta

  2. Techlogic

    Ese «enraizamiento» que dice que tienen esos problemas no son tales.
    Todo viene, en busca de la social-comunista tormenta perfecta, de que los autónomos y las pymes y las empresas en general son malos, son los señores del monopoli dándole al látigo todo el dia contra el pobre trabajador que no le dejan levantar cabeza. Esa es la base. Llevan machacando en contra desde que entraron y ahora en que las versiones varias de los jinetes del apocalipsis van galopando y conformando los problemas se ha creado una ensalada de sectores en crisis que no va a haber manera de tragársela.
    En fin con su pan se lo coman, si es que queda harina y no se lo han llevado todo los marroquíes.
    .

  3. Pasmao

    Pues si Doña Guadalupe

    Pero él y los suyos, el resto de los miembros del Frankenstein, seguirán sumando un chorro de votos cuando haya elecciones. Ese es el pero de los problemas. Problemas enraizados en que muchos no quieren ni locos coniderar que han sido engañados.

    Y los medios tienen mucho que ver.

    Mire, yo respecto lo de las energías alternativas soy mucho mas radical. Simplemente no me creo que sean necesarias porque no me creo la milonga del CO2 antropogñenico cómo responsable de ese cambio climático. Con todo lo que ello conlleva:
    -tasas de emisiones
    -huella CO2

    Y respecto a los que apoyan a Sánchez; ahora mismo tiene a ese señor diputado por Teruel calladito como una puerta respecto al derribo de esa central térmica de carbón en Andorra (Teruel). Central térmica que además se alimentaba con carbón de la propia zona, y que además de proveernos de energía barata proporcionaba a los habitantes de Utrillas y aledaños de un nivel de vida bastante aceptable para los tiempos que corren.

    Es cierto que además de CO2 contaminaba, pero ahora mismo tiene a los alemanes deseosos de quemar lignito como si no hubiera un mañana, para no depender de Putin, y a los polacos quemando carbón mientras sus chimeneas echan el humo hacia Rusia y Bielorusia; pero como son pecadores (los eslavos y su medio ambiente) no importa.

    Aquí importaremos electricidad producida por centrales térmicas marroquies alimentadas con carbón, que no se adonde echarán sus humos, si hacia Agelia, Túnez o España; o co un poco de mala suerte a los saharahuis, donde quiera que estén.

    Pero aquí tendremos a ese señor que dice representar al Teruel que no representa nadie, apostando por lo resiliente, ecosostenible, y chiprritiflaútico; mientras se desmantela esa central de carbón que nos podía ir tan bien.

    Y a la que si no quedara otra que ponerle esos filtros tan caros es hasta posble que al precio que está el gas ahora si fuera rentable. Pero ya se sabe el CO2.

    Mientras tanto nadie quiere ver el verdadero impacto ambiantal de los molinillos y espejitos en la naturaleza.

    Por no hablar de los biocombustibles.

    Los Sánchez de éste mndo existen porque:
    – hay muchos que los apoyan
    – hay muchos que a lo único que aspiran es a sustituirlos para seguir haciendo lo mismo, aunque de forma mas decorosa. Pero lo mismo. Lo vimos en 2011.

    Un cordial saludo

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