THE OBJECTIVE
Miguel Ángel Benedicto

Franco, China y Putin

«Beijing mantiene una ambigüedad calculada con la guerra de Ucrania para evitar entrar en conflicto con las sanciones a Rusia»

Opinión
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Franco, China y Putin

Zuma Press

El papel de China en la guerra de Ucrania recuerda a la de Franco durante la II Guerra Mundial cuando adoptó la postura de «no beligerancia». El dictador no entró en la gran contienda del lado de Hitler porque España estaba destrozada económicamente y con una población diezmada por el conflicto, pero no puede decirse que fuera neutral. Franco al inicio de la guerra se alineó claramente con las potencias del Eje y con la evolución de la contienda, la posición de España se fue moviendo hacia el bando aliado.

Xi Jinping parece mantener la neutralidad en la guerra de Ucrania, sin embargo, al analizar la postura de Beijing durante el primer mes de conflicto, lo que se observa es una «no beligerancia» con la Rusia de Putin. Dos semanas antes del conflicto, el líder chino y el autócrata ruso, durante la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno en Bejing, firmaban una declaración conjunta en la que manifestaban una «amistad sin límites» en la que no vetaban ningún área de colaboración. Esa gran relación pudo ser la luz verde que Putin necesitaba para iniciar la guerra en Ucrania.

Desde el inicio de las hostilidades, China ha promovido una narrativa en favor de Rusia en sus medios oficiales y redes sociales, responsabilizando del conflicto a EEUU y a la expansión de la OTAN en el este de Europa, acusando a Washington de tener laboratorios de armas biológicas en territorio ucraniano o propagando la idea de que Kiev está infestada de nazis. Los mensajes pro Putin de los altos cargos chinos también se han lanzado contra la UE, aunque de manera más suave, al destacar el precio que Europa va a pagar por la energía y favorecer los argumentos que apuntan a una mayor autonomía en política exterior y defensa de los 27 frente a Estados Unidos.

En Naciones Unidas, pese a que China siempre ha defendido el principio de integridad territorial, Xi se abstuvo de condenar la invasión de Ucrania y se ha mostrado en contra de las sanciones económicas a Moscú. Además, parece ser el único aliado capaz de lanzar un salvavidas económico a Putin para paliar los problemas de los bancos rusos, tras su retirada del sistema SWIFT de transferencias bancarias adoptando el sistema CIPS chino o mediante la sustitución de los pagos con Visa y Mastercard por el chino UnionPay. Moscú también tiene parte de sus reservas en China, pero el comercio internacional apenas usa los yuanes; y en caso de emergencia, el banco central chino podría otorgar créditos sin intereses a corto plazo a su homólogo ruso. Además, las empresas chinas con respaldo estatal se plantean comprar a precio de saldo las empresas energéticas rusas de las que han salido sus socios occidentales. 

Sin embargo, Beijing mantiene una ambigüedad calculada con la guerra de Ucrania para evitar entrar en conflicto con las sanciones a Rusia. Así, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, liderado por China como alternativa al Banco Mundial, suspendió sus préstamos a Rusia y Bielorrusia.  Aunque desde 2012, la relación comercial entre Moscú y Beijing se ha incrementado anualmente hasta el 18%; China es el mayor exportador del mundo y su relación comercial con la UE asciende a 1.900 millones de euros al día, en comparación con los 330 millones de euros diarios con Rusia. En la cumbre bilateral entre Pekín y Bruselas, Xi le ha visto las orejas al lobo geopolítico europeo que parece dispuesto a recortar su relación económica y comercial con el gigante asiático en caso de que China apoye la guerra de Putin. La amenaza de más sanciones occidentales sería muy dañina para una economía china golpeada por la inflación y los nuevos confinamientos por la pandemia de la covid-19.

A nivel militar, China no solo ha incrementado en los últimos años su gasto militar, sino que ha realizado maniobras navales con Rusia e Irán en el Mediterráneo, el Índico y el mar Báltico; y en agosto de 2021 el ejército chino y el ruso desplegaron 10.000 soldados en el norte de China en unos ejercicios militares conjuntos. Aunque Beijing y Moscú carecen de un tratado de defensa mutua, la relación militar es intensa y la preocupación proviene de la ayuda que Putin podría prestar a China en el desarrollo de su arsenal nuclear que asciende a más de 1.000 ojivas. La OTAN tienen puesto el ojo en China desde la cumbre de Londres de 2019 y, en la que tendrá lugar en Madrid el próximo mes de junio, se verá las medidas que la Alianza adoptará para disuadir y defender sus intereses de seguridad frente a la proyección china. 

Las autocracias rusa y china tienen una visión similar del orden internacional cuyos cimientos posteriores a la II Guerra Mundial quieren revertir con una menor presencia económica y geopolítica de EE.UU. en el mundo. El choque entre el bloque que comandan Washington y Bruselas en defensa de la democracia, libertades y derechos humanos; y el revisionismo autoritario que lideran Beijing y Moscú no ha hecho más que comenzar. La guerra de Ucrania ha provocado un terremoto en el orden internacional cuyas derivadas todavía están por llegar. Xi Jinping no ha sido capaz hasta ahora de mediar entre Rusia y Ucrania, lo que hubiera convertido a China en un líder diplomático mundial. Beijing ha perdido una oportunidad de oro y su alianza con Rusia en la guerra ucraniana podría desacoplar paulatinamente su economía de Occidente y llevarle a un aislamiento internacional como el que Franco sufrió tras sus coqueteos con Hitler en Hendaya, aunque no entrara de lleno en la II Guerra Mundial. El Führer de Xi Jinping se llama Putin.

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