La imposible moderación del PP
«Feijóo quiere emprender un viaje hacia la moderación en un momento en que Vox se lo está comiendo por la derecha»
No me salen las cuentas. Feijóo quiere emprender un viaje hacia la moderación en un momento en que Vox se lo está comiendo por la derecha a dentellada limpia. Dentro de nada -si no lo han hecho ya- los voceros mediáticos de las catacumbas le llamaran Maricomplejines II por buscar mínimos espacios de entendimiento con el PSOE. Visto el panorama político y sobre todo la difícil coyuntura económica y social del país no parece una extravagancia ni una irresponsabilidad que los dos grandes partidos con experiencia de gobierno busquen acuerdos de negociación que sirvan para futuros pactos.
Pero esto es España y cualquier diálogo entre izquierda y derecha pronto es visto con recelo por los hinchas fervientes de ambos equipos. Así que las titubeantes aproximaciones de Feijóo a una cosa parecida al entendimiento con Sánchez no tienen pinta de prosperar más allá de las reuniones oficiales de rigor. Más pronto que tarde volverá la política de bloques enfrentados y el PP no tendrá más remedio que buscar asidero en una opción tan perniciosa como es Vox, una formación que además puede hacer mucho daño a los populares.
Si la socialdemocracia tradicional en muchas naciones europeas se está sobreponiendo al auge reciente de la izquierda radical, en países como Francia, por el contrario, el nacionalpopulismo ha arrasado con la derecha conservadora. Deberían tomar nota nuestros populares antes de darle tan alegremente alas a la muchachada de Abascal. De poco sirve seguir desentendiéndose del problema como si no fuera con ellos y como si no hubiera nacido a su derecha. Vox se origina por un descontento que, en buena parte, les atañe y que además pertenece a su espectro ideológico. La formación de Abascal se nutre en buena medida de ‘rebotados’ del PP, de desilusionados con el proyecto popular, de huérfanos de unos ideales que consideran traicionados con políticas demasiado tibias o impuras.
Sin embargo, el PP se encuentra instalado en una contradicción, puesto que cualquier viraje hacia la moderación traería consigo una nueva sangría de votos por la derecha sin asegurarle captar nuevos espacios de centro. En esta situación, sólo parece en condiciones de librar batalla con Vox en su propio territorio y, menos que acercarse a los socialistas, enfrentarse a la izquierda a pecho descubierto.
Las voces más críticas y lúcidas de la derecha, como Cayetana Álvarez de Toledo, piden un PP sin complejos, que apueste por un patriotismo enérgico (esperemos que sepa superar su tendencia a flirtear con el nacionalismo) y que no se arredre a la hora de emprender la batalla cultural. Podría ser un buen comienzo. Tal vez sus antiguos votantes empezarían a atisbar un cambio de actitud que les llevaría a volver a ilusionarse con un proyecto a la deriva. Tal vez también entre aquellos votantes de Ciudadanos que no provenían de la socialdemocracia y que ahora vagan como almas en pena por el purgatorio del liberalismo también podrían cazar algún puñado de votos. Todo es proponérselo.
En cualquier caso, volver a ensayar una pose de moderación de cara a los fotógrafos que no durará más de dos reuniones no creo que sea un buen avance para fortalecer el nuevo proyecto popular. De momento todo huele a naftalina en la calle Génova. Un cambio de cromos y poco más. Puro maquillaje. De seguir así, la moderación anhelada por Feijóo será una navegación en círculos ensimismados mientras los votos no paran de saltar a otras embarcaciones. Sánchez, en cambio, de momento sólo tiene que preocuparse de la inflación. Por la izquierda no tiene problemas. Y cuando mira a la derecha, sonríe aliviado.