Primera arremetida contra Feijóo
«Para desgracia de Sánchez, el PP ha recibido en Sevilla un chute de entusiasmo que le va a durar un tiempecito»
Sánchez no desperdició la ocasión y, en la primera comisión de control al gobierno tras la elección de Feijóo como presidente del PP, arremetió contra el que se ha convertido en principal adversario, el líder de la oposición.
Maticemos. En buena ley Feijóo es principal adversario fuera del gobierno, porque el presidente tiene mucho que barrer en su propia casa. Ver el careto de algunos de sus ministros y a varios de sus socios de investidura tratando de justificar a Putin y reticentes a aplaudir a Zelensky invita a reflexionar sobre la inteligencia política de Pedro Sánchez al pactar con su peor enemigo. Si no revalida el cargo cuando se celebren las próximas elecciones no será por culpa de Feijóo, o no solo de Feijóo: millones de españoles no le perdonarán nunca a Pedro Sánchez que haya abrazado causas de partidos antiespañoles, de medio pelo políticamente hablando y que en algunos casos tendrían que dar muchas explicaciones sobre sus dineros. Porque ya está bien de que Adriana Lastra saque a colación la corrupción del PP cuando ve que con Feijóo el PP empieza a respirar, y no mencione ni una sola vez los centenares de millones de los ERE andaluces, por recordar solo el caso más escandaloso. O que no muestre ningún interés por averiguar qué pasa con las cuentas de Podemos, el partido con el que gobierna el PSOE.
Pero estábamos con Feijóo, con la arremetida del presidente de Gobierno contra el nuevo PP. Le preguntó a Cuca Gamarra si el nuevo PP estaba en ayudar o en estorbar, si iba a setas o a rolex. Pues va a ser que el PP quiere ayudar en asuntos de Estado, pero se encuentra con que Sánchez tiene unos condicionamientos aparentemente insalvables para ser ayudado, por las presiones a las que le somete el dúo Belarra-Montero, gran dúo, más las presiones de los indepes, más el problema de los números, que no salen.
Prometió a los presidentes autonómicos bajar los impuestos energéticos y dice ahora que no puede por la crisis energética y por la guerra de Ucrania. La crisis energética empezó hace meses, bastante antes de la reunión de La Palma. Y cuando se reunió con los presidentes en esa isla, la guerra ya había comenzado, así que el no cumplimiento de su promesa no tiene nada que ver con cuestiones externas, sino que una vez más Pedro Sánchez engaña, miente. Es irritante que pregunte al PP de Feijóo si quiere ayudar o quiere estorbar. Merecería Sánchez que Feijóo le preguntara si tiene palabra o va a seguir engañando a los españoles con propuestas que no tiene la menor intención de cumplir.
Para desgracia de Sánchez, el PP ha recibido en Sevilla un chute de entusiasmo que le va a durar un tiempecito. Y en un tiempecito, un político con una estrategia inteligente puede deshacerse de su adversario. Feijóo tiene bastante más trayectoria política que Sánchez y además una gestión de gobierno que para sí quisiera Sánchez aunque lleva ya casi cuatro años de presidente. Pero el principal valor de Feijóo es lo del chute. Su partido está hoy dispuesto a romperse el alma para ganar elecciones y ponerse a trabajar lo que haga falta… mientras el PSOE anda con el desánimo en la cara, de capa caída.
Dicen los sanchistas, en confianza, que al presidente no le llega la camisa al cuerpo, estremecido con la idea de que Juanma Moreno salga con una convocatoria electoral. El peor momento para el PSOE, con las familias haciendo números para ver cómo llegan a fin de mes, cómo pagan el colegio de los niños, la calefacción y el transporte al mismo tiempo. Las vacaciones, ni nombrarlas.
No es asunto menor lo de Andalucía. La gente olvida que Susana Díaz ganó las últimas elecciones, pero Moreno llegó a un acuerdo con Ciudadanos y Vox y se convirtió en presidente. Como Juan Espadas no gane ahora será la puntilla para Pedro Sánchez, porque se habría equivocado al ir contra Díaz y equivocado también al elegir a Espadas como candidato.
Juan Espadas se hizo un nombre, buen nombre, como alcalde de Sevilla, pero como líder regional del PSOE no pita. Él mismo no quería ser candidato, pero se empeñó Sánchez… y la cosa no va bien, como preveían casi todos los que conocen la política andaluza.
La política está que arde. Ya lo estaba desde hace meses, pero la irrupción de Feijóo en el escenario nacional ha provocado una preocupación superlativa en el PSOE y en el PP, un entusiasmo desbordante, como no se conocía desde hacía mucho tiempo.
A ver qué dicen las urnas cuando toque ir a votar.