La partición de la India británica en dos estados durante los procesos de descolonización
«El pueblo indio vendió su paz futura a cambio de liberarse de las cadenas de un imperio que no pudo soportar la fuerza hindú. Regiones como Cachemira, tan disputadas hoy en día entre ambos territorios, son el resultado de la división de un mundo que ansiaba la libertad»
A ojos de un mundo en proceso de descolonización, nos encontramos con un imperio extenso, flexible y sofisticado como es el británico que, durante la primera década del siglo XIX, dará lugar a un nuevo mundo dividido en la que fue su colonia por excelencia: la India.
Cabe aclarar con antelación que la India como colonia no tenía las mismas fronteras que la India actual, pues la india británica abarcaba en su día territorios de la india, Pakistán, isla de Ceilán y parte de Birmania. De entre todos los territorios que conformarán el imperio británico, será la India la colonia mejor administrada, y que, por tanto, proporcione mayores beneficios económicos a los colonos.
Para entender este suceso, ha de remontarse uno a la región de Bengala cuando, en 1905, Lord Curzon, secretario de Estado de Asuntos Exteriores del gobierno británico, decide dividir la provincia en dos con el fin de separar a musulmanes de hindúes, como consecuencia de una serie de conflictos violentos que reclamaban la independencia y para reorganizar la administración de manera eficiente debido a la gran densidad poblacional. Estos primeros movimientos independentistas establecerán las bases de los dos principales partidos nacionalistas anticoloniales: la Liga Musulmana y el Congreso Nacional Indio. La partición de la región provocará el descontento del Congreso Nacional Indio, partido de religión hidú que capitaneará una gran movilización popular que provoque el boicot de productos británicos, principalmente textiles. A medida que la revuelta avance a pasos agigantados, Gran Bretaña hará uso de la represión por medio de la fuerza y de la censura, además de tratar de desacreditar la movilización pagando a nativos pobres e ignorantes para que porten carteles con mensajes escritos en inglés. Con todo, la respuesta británica más notoria fue la decisión de aliarse con terratenientes islámicos que fundarían, poco después, el segundo partido opositor al imperialismo: la “Liga Musulmana”.
Seis años más tarde, y con motivo de la coronación del rey Jorge V como Emperador de la India, Gran Bretaña anunciaría la reunificación de Bengala. Pocos serán los que prevean que, treinta y cinco años más tarde, la bandera británica sería retirada de ese mismo fuerte. Con todo, y pese a ciertos casos aislados de violencia, la situación política india permanecerá estable hasta la Primera Guerra Mundial, época en la que el sentimiento anticolonial se expanda por los horizontes de la India a favor del llamado home rule, movimiento independentista de la India al estilo irlandés apoyado tanto por musulmanes como hindúes que reclamaba el autogobierno.
Tras la guerra, el incumplimiento de promesas y el fracaso de nuevos sistemas propuestos por parte de Gran Bretaña provocará la radicalización de una mente india que situará a Mahatma Gandhi en la cúspide de una campaña de desobediencia civil liderada por el satyagraha, ideal basado en el empleo de la fuerza de la verdad y no de la violencia que buscará el fomento de la educación y de la tolerancia y convivencia pacífica entre hindúes y musulmanes. Estos desafíos a las autoridades coloniales desembocarán en juicios sumarios y violaciones de libertades individuales que culminarán con la matanza de Amritsar, episodio que afianzará un movimiento nacionalista imparable tras ser asesinadas cientos de personas en manos de las tropas imperialistas lideradas por el General Dyer.
Conforme el Congreso Nacional indio vaya ganando terreno con Gandhi de presidente, el mundo se irá adentrando poco a poco en una segunda guerra mundial y, una vez estallada, India se posicionará a favor de los británicos a cambio de que éstos les concedan la independencia. Ante esta situación, los dos partidos nacionalistas tomarán caminos diferentes: los gobiernos locales del Congreso dimitirán en masa y la Liga Musulmana anunciará su cooperación con el gobierno colonial. Durante toda la década de 1940, esta tensión entre ambos bloques independentistas será arrastrada debido a que cada uno tenía una visión distinta sobre cómo debería llevarse a cabo la descolonización. Por una parte, la Liga Musulmana defendía proponía dividir la India en dos estados (uno de mayoría hindú y otro de mayoría musulmana) y, por otro, el Congreso Nacional Indio se decantaba más por la unificación bajo un solo estado.
En la posguerra se producirán todavía espectros violentos y será cuando el Congreso Nacional Indio sea más reprimido, siendo acusados los oficiales indios de colaborar con los japoneses. En definitiva, será a partir de 1945 cuando el gobierno británico decida abandonar la India a causa de un clima tensión insostenible, estableciendo como fecha de abandono 1948, pero el ambiente bélico le obligará a retirarse antes de lo marcado. El resultado de este abandono repentino del territorio será la formación de dos estados distintos: la India y Pakistán. Pakistán, a su vez, con dos territorios distintos: Pakistán oriental y Pakistán occidental. Esta separación propiciará una gran rivalidad entre ambas zonas y el movimiento de unos hinduistas y musulmanes que sentirán la necesidad de trasladarse de un territorio a otro por motivos de religión. Serán aproximadamente 7 millones los desplazados que intentarán pasar de la India a Pakistán y de Pakistán a la India, produciéndose un aumento de los actos violentos (200000 muertos) en Punjab y Bengala, territorios de tránsito que sirvieron de entrada y salida para las masas poblacionales.
El pueblo indio, por tanto, vendió su paz futura a cambio de liberarse de las cadenas de un imperio que no pudo soportar la fuerza y resistencia hindú. Regiones como Cachemira, tan disputadas hoy en día entre ambos territorios, son el resultado de la división de un mundo que ansiaba la libertad y que la consiguió a costa de décadas de enfrentamientos y violencia.