En defensa de las ideologías
«Feijoó tiene una gran oportunidad de rescatar a una sociedad desencantada si es capaz de reconquistar los ideales políticos que representan al PP»
Vivimos en un país de tapas y contraportadas, una sociedad en la que muchos de sus intelectuales orgánicos imparten cátedra a diario en los medios de comunicación de masas a base de picotear resúmenes más o menos acertados de las obras clave de nuestro tiempo -y Modernidad líquida de Zygmunt Bauman es una de ellas- sin la engorrosa necesidad de haber leído una sola linea de ellas, una sociedad en la que además, muchos de nuestros políticos creen que les basta con esos refritos de tercera mano para comprender lo que está sucediendo alrededor.
De otra forma, no puede comprenderse que a pesar de los certeros avisos del sociólogo polaco, nuestros próceres no notasen la licuefacción que comenzaba a operarse bajo sus pies, la banalización del espacio público que escondía la llamada nueva política y los huecos que estaban ofreciendo gratis a los aventureros, saltimbanquis y bandoleros de trabuco que bajo la excusa de las sucesivas crisis que hemos vivido se ofrecían, ufanos, como salvadores blandiendo en sus discursos soluciones mágicas a los complejos problemas que vivíamos y aún vivimos.
Podríamos decir que hasta la desaparición del bipartidismo, los partidos políticos en España tenían una ideología sólida donde el líder político de turno sabía cómo debían de funcionar las instituciones del Estado y su sociedad. Y lo que es más interesante, cualquier ciudadano de a pie sabía lo que representaba la izquierda y la derecha.
Con la aparición de otros partidos con representación en la línea ideológica de izquierda y derecha como Podemos, Ciudadanos y Vox, las ideologías políticas se vuelven más líquidas, dónde solo hay titulares de las propuestas pero nada de contenido, solo hay humo y el ciudadano no sabe identificar que representa las siglas de cualquier partido político.
Por otro lado, todas las encuestas desaprueban la conducta y el trabajo de los políticos, a parte de otros factores como que los representantes políticos están para complacer a su líder, el principal problema de la desafección política que existe hoy en día es que los integrantes de un partido no saben ni son conscientes de lo que representa las siglas de su partido por la pérdida de identidad ideológica.
Con este panorama político, donde tenemos unos líderes ambiguos que no tienen unos ideales sólidos y claros y una sociedad que fluye hacia volatilidad, que no solo está descontenta con la política sino que ya no cree que en ella, un buen líder político debería de preguntarse qué esperan los ciudadanos de él y de su gestión.
Lo que espera los ciudadanos de cualquier político, a parte de su honradez, es que no solo piensen en cuatros años de legislatura, sino que valoren al ciudadano como persona y no como un simple número de una encuesta.
Lo que quieren los ciudadanos es que le expliquen de una manera entendible, clara y concisa sus tomas de decisiones, con las cinco preguntas básicas del periodismo, el qué, el por qué, el cómo, el cuándo y el dónde y no solo un titular de humo.
Lo que esperan los ciudadanos es que a la hora de tomar decisiones piense el político en que es uno más con la mayoría de la sociedad y que no solo está para la elite política, empresarial y social.
Y todo ello pasa porque los integrantes y representantes de un partido, se sienten a escuchar a las entidades asociativas que representan a la sociedad, a escuchar a cualquier ciudadano que le pare por la calle como hace Ayuso para que éste se sienta escuchado y sienta la cercanía de la calle política.
Solo así se podría recuperar la identidad ideológica de los grandes partidos españoles, construyendo un argumentario con propuestas sólidas y alcanzables, donde el ciudadano sepa identificar lo que representa las siglas de un partido y vuelva a creer en la política y Feijoó tiene una gran oportunidad de rescatar a una sociedad desencantada si es capaz de reconquistar los ideales políticos que representan al PP.