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Plebe, plebeyos, masa

«Vivimos el reino de la plebe/masa. Todo barato, uniforme, chabacano, vulgar»

Opinión

'Hooligans', en una imagen de archivo. | Reuters

  • Nacido en Madrid en octubre de 1951, Luis Antonio de Villena es licenciado en Filología Románica. Su obra creativa —en verso o prosa— ha sido traducida, individualmente o en antologías, a muchas lenguas, entre ellas, alemán, japonés, italiano, francés, inglés, portugués o húngaro. Ha recibido el Premio Nacional de la Crítica (1981) —poesía— el Premio Azorín de novela (1995), el Premio Internacional Ciudad de Melilla de poesía (1997), el Premio Sonrisa Vertical de narrativa erótica (1999) y el Premio Internacional de Poesía Generación del 27 (2004). En octubre de 2007 recibió el II Premio Internacional de Poesía «Viaje del Parnaso». Desde noviembre de 2004 es doctor ‘honoris causa’ por la Universidad de Lille (Francia).

Si digo que vivimos la época, el mundo, el imperio de la plebe, a algunos podría sonarles ligeramente mal, porque la palabra «plebe» -hasta hace un tiempo- tenía una leve connotación negativa, mayor curiosamente que su traducción, pues «plebe» (del latín plebs) no significa sino gente. Claro que, en la antigua Roma, era una clase social que quedaba, en la pirámide, debajo de los patricios -más adelante nobles, militares y eclesiásticos- y por encima de los esclavos, que carecían de derechos. A la plebe había que tenerla contenta (el famoso «pan y circo»); aunque en general muy poco ilustrada, exigía poco y de poco nivel, pero sus raras cóleras, si no se domeñaban, podían ser terribles. Si traduzco plebe por «vulgo» suena peor que si digo «pueblo», y sin embargo, en origen, me refiero a lo mismo: hoy una enorme clase media, propendiendo a baja, y lo que antes se llamaba proletariado. Pueblo es un término noble, digno; vulgo es tautológicamente «vulgar», y ¿plebe? Pues sería todo ese cuerpo social muy mayoritario al que vengo de referirme y que -hoy- está cada vez más satisfecho de sí y más insatisfecho del Poder, porque el Poder está empobreciendo, y mucho, a la plebe. Pero la plebe, lógicamente compuesta de plebeyos -y plebeyas- no se percata, o muy poco, de que ese poder es la causa de la plebeyización general que sufre nuestro mundo, falto de singularidad, de calidad, de élite, de educación y de cultura. Por ello si hablo del «mundo de la plebe» (nuestro hoy) sólo describo lo que veo, con pocas excepciones.

Ortega y Gasset habló, con lucidez, en 1930 -muy cerca de un siglo hace- de La rebelión de las masas, signo de la época, pero no positivo. Cambiemos «masa» por el más suave «plebe». Se ha dicho que la plebe sigue rebelándose, pero no es verdad. La masa triunfó de un modo un tanto amorfo, y hoy la plebe (masa) no se rebela, llanamente pulula, cunde, se expande, lo llena todo. No hay rebelión sino expansión pura. Decía Canetti en ese potente y sólido ensayo que es Masa y Poder (1960) que el hombre teme ser «tocado» por otro, pero «inmerso en la masa puede el hombre redimirse de este temor al contacto». Como individuo puedes temer al de al lado, como masa el que te oprime (metros, discotecas, estadios deportivos) es igual a ti. La plebe actual no es aún o no siempre mera masa, pero fácilmente se convierte en masa en muchos momentos: cuando ataca o desdeña el individualismo crítico o el valor de la excelencia (en estudio, en dignidad de vivir) no es un individuo que clama contra otro, es la plebe/masa denostando la individualidad, lo que significa al hombre. 

Veamos: he dicho que hoy la mayoría se viste de pobre en el triunfo de la comodidad masiva y el tristemente poderoso «todo vale». Cierto que hay falta de dinero, así es que se busca lo barato, claro, pero el espíritu plebeyo de la masa quiere, necesita ir como el de al lado: casi idénticos sudadera, pantalón, calzado deportivo, anorak si hace frío: vale para hombres y mujeres, jóvenes o niños. Todos iguales porque, aunque se desvanezca la individualidad -a veces no nos damos cuenta- nos sentimos fuertes en grupo, no nos gustará oírlo, pero nos apoyamos todos. Pobre e ignorante. No hace mucho (hoy para unos pocos) la manera de ir vestido, incluso buscando rebajas o ropa antigua, era un signo de tu particular modo de estar en el mundo y en la vida; hoy el general gregarismo parece ni notarse, y quien destaca, ¿no es de inmediato sospechoso? Sospechoso de algo contra el grupo. El desafecto al vestir es usado por la clase política populista, masificadora, que gustosa usa el disfraz pobre y no por falta de pecunio. Vivimos el reino de la plebe/masa. Todo barato, uniforme, chabacano, vulgar. Falta de educación, de instrucción, de cultura. Pero, en el supuesto de que se tomara el camino hacia la cultura y el hombre individuo, ¿cuántos años tardaríamos en volver a lo perdido? Las generaciones mayores no eran más inteligentes, sólo estaban más y mejor educadas, y la plebe (no hay deshonor) aspiraba a no ser plebe, a mejorar con igualitarismo, pero la plebe/masa no mejora, sólo continúa cada vez más cegata…       

1 comentario
  1. 23xtc

    No comprendo su clasismo, como si Susana Griso comedora de caviar ruso, iraní y español, que disfruta de sus ingresos con estancias en hoteles de alto standing ,como hace ahora Colau , sean mucho mejores personas, distintas a mejor de la plebe que ellas han conseguido engañar cada día desde hace mucho. No comprendo que quiere denunciar con esto, contra quienes, contra la plebe que compra barato para comer, para vivir, pero no contra las Griso y Colaus que engañan a la plebe que usted menciona, se aprovechan del poder que tienen impunemente generando adoctrinamiento hembrista, con el barniz seudo progresista que les ampara el poder que generan, pero en realidad con tintes fascistas e inquisitoriales, que desde su impunidad queman a quienes les conviene como en el pasado ha ocurrido antes que ellas nacieran.

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