THE OBJECTIVE
Sonia Sierra

Sin noticias de los derechos de los alumnos catalanes

«Les reto, queridos lectores, a que me encuentren un solo instituto público en Cataluña en el que los alumnos puedan cursar dos materias en español»

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Sin noticias de los derechos de los alumnos catalanes

Manifestación por la escuela catalana. | Europa Press

Estos días he tenido la suerte de estar de observadora en un instituto público italiano en el que los alumnos tienen la opción de estudiar Historia e Historia del Arte en español, inglés o francés además de, claro, las asignaturas lingüísticas de estos idiomas. Ahora les reto, queridos lectores, a que me encuentren un solo instituto público en Cataluña en el que los alumnos puedan cursar dos materias en español. En mi tierra, para que los chicos logren estudiar una sola asignatura en español, sus familias tienen que acudir a los tribunales y, en la mayoría de los casos, someterse a una presión terrorífica. Son muchos los casos en los que estos alumnos ya no son invitados, por ejemplo, a las fiestas de cumpleaños y sus padres dejan de ser merecedores del saludo del resto. A veces, alguien se acerca sigilosamente y, sin que se note, les susurran que ellos los apoyan, pero no lo van a hacer nunca en público porque en Cataluña, pedir una triste asignatura en español supone ser tachado de facha y de querer acabar con el catalán. Les doy mi palabra de que no exagero.

Los alumnos catalanes tienen derecho a recibir un mínimo del 25% del horario lectivo en español y todas las familias que han acudido a la justicia han ganado inexorablemente. Ahora se tendría que haber extendido a todos los centros escolares, pero la Generalitat se niega a hacerlo mientras que el Gobierno central mira para otro lado. Y, además, el PSC y los podemitas han firmado un acuerdo con los separatistas para burlar la sentencia con la inestimable ayuda de ese supuesto Defensor del Pueblo vitalicio que tenemos, que se ha sacado del magín un informe en el que las horas de patio se contabilizan como horas de español. Muchos alumnos hablan entre ellos en catalán, chino, urdu o cualquier otra lengua, pero, al margen de eso, es inaceptable que se intente fiscalizar en que lengua hablan los chiquillos en sus ratos libres y que, además, se intenten colar como horas lectivas. 

Y es que en Cataluña se afirma sin ningún tipo de pudor que no es necesario que los alumnos tengan asignaturas en español porque ya lo aprenden en la calle o en internet. Se pueden imaginar la cara de estupefacción de una colega italiana cuando le contaba esto o su asombro cuando le decía que son los propios profesores los que defienden semejante barbaridad. En el instituto italiano donde he estado, el Departamento de Español está compuesto por ocho personas, todas ellas buenas conocedoras de nuestra lengua y nuestra cultura y excelentes profesionales, pues el nivel de español con el que salen sus alumnos es muy alto. Como me decía Ana Losada -cabeza visible de la lucha de todas esas familias valientes que defienden los derechos de los alumnos catalanes desde la AEB- quizá el truco esté en mandar a estudiar a nuestros hijos a Italia, que parece que allí lo tienen más fácil para aprender en español. Y, añado, también lo tienen más fácil para ver presencia de imágenes y símbolos españoles, pues en sus pasillos hay cuadros de España y estos días, como deferencia, lucían una bandera española en su vestíbulo. Les reto también a que encuentren un solo centro escolar catalán con alguna bandera española, pero ya les digo que es más fácil que se encuentren con alguna estelada.

La UNESCO recomienda la enseñanza en lengua materna -sobre todo en la primera enseñanza- y el aprendizaje plurilingüe y esa es la tendencia general en la UE, excepto en Cataluña, que no solo se niega a la mayoría de los alumnos la posibilidad de poder estudiar en su lengua materna si no también el aprendizaje de materias en otros idiomas, a diferencia de lo que está pasando en el resto del país. Por este motivo, Cataluña es la única comunidad autónoma que no ofrece datos del porcentaje de asignaturas en otros idiomas. En el resto de Europa se invierten muchos recursos para que los alumnos accedan a una educación plurilingüe y el español es el idioma más demandado después del inglés porque es una lengua de moda entre los jóvenes Sin embargo, aquí el desprecio al español es patente y los recursos se destinan a intentar que deje de ser una lengua de uso público y por eso se la trata sistemáticamente como una lengua extranjera, marcada como «impropia» con ese engendro nacionalista que es el concepto «lengua propia». 

De hecho, los partidos separatistas, el PSC y los podemitas riegan con ingentes cantidades de dinero a Plataforma per la Llengua, una entidad paragubernamental que se dedica a espiar a los alumnos en el patio para ver en qué lenguas hablan, a crear una aplicación para denunciar -con el entusiasta apoyo de la Consejera de universidades- a los profesores universitarios que dan clases en español o a crear campañas de acosos contra camareros y dependientas que cometen el delito de atender a sus clientes en español, normalmente personas de origen extranjero que quizá no han tenido ni el tiempo ni los recursos para aprender el catalán y que tras vivir situaciones tan humillantes como estas dudo que les queden muchas ganas de hacerlo.

Ante la pasividad del Gobierno de Sánchez, incapaz de velar por los derechos de los alumnos catalanes, la AEB está esperando la legitimación por parte del TSJC para pedir la ejecución forzosa del mandato judicial y poder tener así la herramienta legal para poder supervisar si se incumple la sentencia en algún centro educativo. ¿Es qué país vivimos para que sean las familias quiénes tienen que pelearse para poder hacer esto? Cuando los políticos separatistas les vengan con sus lloriqueos de que España no es un verdadero Estado de derecho sino una democracia fallida trufada de reminiscencias franquistas, les recuerdan, de mi parte, como pisotean los derechos de los alumnos catalanes, porque si hay alguien experto en cargarse nuestra democracia liberal son, sin duda, ellos.

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