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De la degradación institucional a la indefensión

«Si dejamos a un lado el teatrillo, lo que queda es que un gobierno extranjero ha espiado a nuestro presidente y nuestra ministra de Defensa y a nadie se le ha ocurrido preguntar qué vamos a hacer»

Opinión

Pedro Sánchez. | Europa Press

  • David Mejía es doctor por la Universidad de Columbia y profesor de Filosofía y Humanidades en IE University.

La tesis más repetida es la más verosímil: el espionaje al presidente y a la ministra de Defensa existió, pero su anuncio no fue un acto de transparencia, sino de oportunismo. ERC ha fruncido el ceño tras la revelación del espionaje y el Gobierno ha jugado a hacerse la víctima para remendar las costuras del bloque de investidura. A quienes saben de esto no les ha sorprendido el espionaje -dicen que sucede más a menudo de lo que parece- sino la confesión: un Estado que exhibe sus debilidades se ablanda ante sus enemigos y se desprestigia ante sus ciudadanos. 

Si asumimos que detrás de la confesión late la intención de apaciguar a ERC, el Gobierno habría demostrado ser la ‘x’ del caso Pegasus: nadie sobreactúa su victimismo si no tiene complejo de victimario. Y si a esta hora ERC todavía no ha roto con el Gobierno es porque prefiere ignorar lo obvio (entre principios y poltrona, siempre gana la segunda). También se confirmaría lo que temíamos hace un par de semanas: Sánchez se permite gobernar con partidos que considera espiables, y por tanto un riesgo para la democracia; el famoso sentido de Estado era esto.

Con todo, Sánchez nos tiene acostumbrados a estas cosas; en estas mismas páginas, Ignacio Varela definió el sanchismo como un estilo político que «subordina cualquier criterio a un proyecto de poder personal». La novedad, por tanto, no está en la compra de saldo presidencial con descrédito institucional, sino en que esta vez interviene un «agente externo». Si dejamos a un lado el teatrillo, lo que queda es que un gobierno extranjero ha espiado a nuestro presidente y nuestra ministra de Defensa y a nadie se le ha ocurrido preguntar qué vamos a hacer. Si preguntamos, nos dirán que estas cuestiones no se resuelven en público, pero cómo no exigir una respuesta pública a un ataque que el Gobierno decidió expresamente publicitar.

Algunos dirigentes con tentaciones autocráticas tienen la capacidad de intimidar a los enemigos externos. Logran que su población les perdone ciertos atropellos porque son percibidos como protectores, casi un mal necesario frente a la amenaza exterior. Sin embargo, frente al agresor externo, Pedro Sánchez inspira debilidad, falta de recursos, incluso desinterés. Su liderazgo se queda en las fotografías y su ira en la oposición. A la incertidumbre económica, la degradación institucional, la inestabilidad parlamentaria y la polarización política se suma un ataque externo. Cuando habíamos aprendido a vivir con la vergüenza, nos toca aprender a sentirnos indefensos.

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3 comentarios
  1. Feliu

    Otra cosa seria que fuera hakeos singulares. Ahora es normal «meter las narices», sobretodo en redes, y en todas partes. Esta por ver si realmente se les puede llamar espias. Con esta palabra, espia, todo parece que nos lleva a pensar en la impotencia y en la invasión de nuestra seguridad. Puede, pero primero «gritamos». Luego viene la actuación, donde estamos, y al final todo queda en gesticulación inútil. Está por ver, claro.

  2. Pasmao

    Una pena que no se le pueda echar la culpa a la ultraderecha o a Putin.

    Pasa como con la pobre niña violada y golpeada en Sabadell.

    Sale un tema y lo ponen ustedes, los de la izquierda exquisita, en la parte de arriba de la actualidad «informativa», luego resulta que tirando del hilo la cosa no acaba como presumiblemente querían y después se lamentan.

    Pero no aprenderán nunca.

  3. Gloria

    Sinceramente, nunca sabremos a fondo todo lo que ha pasado con el espionaje. Lo que sí sé es que la directora del CNI va a ser cesada injustamente. Mi apoyo total a ella. Con este gobierno y todas sus mentiras yo me pongo del lado de Paz Esteban, cuya discreción y profesionalidad le impiden defenderse. Si pudiera hacerlo, otro gallo cantaría…

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