La regla de tres
«Como de la regla de tres no querrá hablar nadie del Gobierno, podemos aparcar el trampantojo para seguir analizando el escándalo que pretendía tapar»
La consigna es hablar de reglas dolorosas; muy dolorosas. Reglas inhabilitantes; tremendamente inhabilitantes. Preguntar por lo que no es ni un anteproyecto legislativo, porque posiblemente nunca llegue a serlo, vistas las disputas que ha desatado dentro del Gobierno esta nueva ocurrencia de Podemos para victimizar a las mujeres señalándolas como ‘seres sufrientes’. Pero, aunque quede en nada, conviene organizar un sonoro debate en medios de comunicación para ir buscando a quienes no muestren suficiente empatía con aquellas mujeres que padecen fuertes dolores los días de menstruación.
El viernes le tocó a Alberto Núñez Feijóo. Le salió el ex presidente del Insalud que lleva dentro: «Las bajas médicas las deciden los médicos, no la vicepresidenta segunda», respondió, para señalar a continuación que este debate de reglas dolorosísimas e inhabilitantes sólo pretende tapar el enorme escándalo por la destitución, que no sustitución, de la directora del CNI por haber cumplido escrupulosamente con su deber.
Como ya todo el mundo sabe, el presidente del Gobierno aceptó ‘castigar’ al CNI con la pública destitución -no sustitución- de su ya anterior directora. Sus socios parlamentarios del independentismo catalán debieron reclamarle un correctivo público y ejemplar para que quede meridianamente claro, a los ojos de todo el mundo, que los servicios de inteligencia no podrán vigilar a los líderes separatistas, ni siquiera cuando haya sospechas fundadas de que están actuando al margen de la ley con la finalidad de subvertir el orden constitucional español.
A algún listo se le ocurrió que había que disimular el obediente entreguismo del presidente del Gobierno de España con los sediciosos por él indultados y tuvo una ‘brillante idea’. Nada como envolver la destitución de la cúpula del CNI en un escándalo muchísimo mayor: el teléfono móvil del presidente del Gobierno también habría sido espiado. Efectivamente, es una enormidad, pero el presunto culpable de no haberlo detectado a tiempo, por negligencia, resultó ser el denunciante (y posiblemente ideólogo de la excusa): el ministro Félix Bolaños.
Como la estrategia de ‘¡Qué barbaridad! Han espiado al Presidente. Deben rodar cabezas’ no funcionó precisamente bien, tocaba cambiar de tema. Hacía falta llenar la discusión pública con un asunto radicalmente distinto. ¡Qué mejor cosa que el aborto! Pues aún mejor. Un cambio en la legislación del aborto que incluya un nuevo motivo de incapacidad laboral temporal: las reglas muy dolorosas.
El sábado le preguntaron por el asunto a Isabel Díaz Ayuso. Con ella la trampa suele ser triple: conviene buscar cualquier matiz de diferencia de criterio con Feijóo para alimentar que hay discrepancias; conviene destacar que opina de asuntos de interés nacional cuando solo es presidenta de una minúscula región uniprovincial, Madrid; y conviene encontrar cualquier indicio que demuestre que su posición política es de extrema la derecha, está incluso a la derecha de Vox.
La triple celada obtuvo su triple respuesta: «A mí, la única regla que me importa es la regla de tres, que es la que quieren quitar de las matemáticas con perspectiva de género, y es a lo que me debo, a los problemas reales y no a estas cuestiones, que creo que no solucionan nada».
¿Quieren ustedes cambiar radicalmente de tema, y hablar de ‘la regla’? Fenomenal, hablemos de la regla de tres, del deterioro de la enseñanza que pretenden con su nueva ley educativa. ¡A quién se le ocurre quitar la regla de tres en la enseñanza de los rudimentos más básicos de las matemáticas escolares! ¿Preguntan por una polémica en clave nacional? Tendrán que disculpar el enfoque regional, pues la Educación es materia transferida a las Comunidades Autónomas. ¿De extrema derecha? Hay algo más centrista que ocuparse de los problemas que preocupan a padres y madres con hijos en edad escolar. Y la regla de tres ha sido una enseñanza básica, y utilísima para el pensamiento lógico y el cálculo en la vida real; una regla que los niños aprendían en la escuela desde tiempo inmemorial.
La respuesta de Ayuso a la celada de las reglas inhabilitantes es difícilmente mejorable. Para que no falte detalle, tiene hasta «perspectiva de género» y bastante humor. Además, como de la regla de tres no querrá hablar nadie del Gobierno, podemos aparcar el trampantojo para seguir analizando el escándalo que pretendía tapar: el gravísimo deterioro institucional que está causando el mandato de Pedro Sánchez, y que ya ha dañado, incluso, a los servicios de inteligencia del Reino de España.