THE OBJECTIVE
Pilar Marcos

Ganas de España

«Madrid se ha ido llenando de ‘desertores del arao’ de distintas generaciones, aunque no siempre por imperiosa necesidad»

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Ganas de España

europa press

Con un año de retraso concluyó -como debía- el cónclave regional para confirmar el liderazgo del PP de Madrid en quien, un 4 de mayo de hace un año, lo consiguió sobradamente en las urnas. Un año, y alguna crisis existencial después, lo obvio quedó ratificado: un partido con vocación (y experiencia y voluntad) de gobierno escucha con atención a los votantes, aplaude los liderazgos que consiguen mayorías y aparta con cuidado a quienes solo pretenden el control de los aparatos para que nadie pueda poner en cuestión el sistemático rechazo ciudadano que cosechan en la calle y en las urnas. Y lo obvio es que el PP de Isabel Díaz Ayuso en Madrid, según definición de Alberto Núñez Feijóo desde Galicia, es «una máquina imparable».

El congreso de las ‘Ganas’ coronó así a Ayuso como indiscutida líder del PP madrileño con el encargo -y la exigencia- de mejorar dentro de un año su éxito del 4-M. Mejorar es conseguir en 2023 la mayoría absoluta en la urna autonómica y sumar un nutrido puñado de alcaldes (también de grandes ciudades) en la urna municipal. No son ni encargo ni exigencia sencillas.

Son un encargo y una exigencia que, al haber sido expuestos por Feijóo en clave (casi) personal, afectan a todos en el PP: «Os puedo asegurar que mientras ganemos seremos útiles. Y, si no, hemos de dejar paso a otros compañeros que lo consigan. Esto es la ley de la política. Admitámoslo: seremos útiles si ganamos, y no lo seremos si cosechamos derrotas». Salir a ganar, y tomar la puerta de salida si no lo consigues.

Se asume así la retórica de un anuncio radiofónico de restauración gallega que (al menos, en Madrid) se repite hasta el aburrimiento: «Amigos, sí, pero la vaquiña por lo que vale». Y ‘la vaquiña’ de Ayuso más que duplicó votos, porcentaje y escaños entre 2019, cuando era una perfecta desconocida que concurrió con las siglas del PP por decisión personal de Pablo Casado, y 2021, cuando su ‘Socialismo o libertad’ ganó en 176 de los 179 municipios de la comunidad de Madrid y quedó a sólo cuatro escaños de la mayoría absoluta en el parlamento regional… para disgusto -también personal- de Casado.

Cumplir con ese ‘plan de restauración gallega’ le exigirá a Ayuso acertar con muchas -y muy complicadas- listas ganadoras. Porque en los escasos 8.000 kilómetros cuadrados de una minúscula región, muy lejos del mar, se amontonan 23 municipios con más de 50.000 habitantes, una decena de ellos con más de 100.000 vecinos, y la capital, que da cobijo a la mitad de los 6,7 millones de personas que viven en la Comunidad de Madrid. De todos esos pueblos enormes, crecidos en oleadas y con una impresionante concentración en el sur, sólo en Torrejón de Ardoz tiene hoy el PP una amplia mayoría absoluta. 

Las ganas de ganar exigen que Ayuso se dé prisa y elija bien a sus ganadores. Necesita mucha gente con capacidad, no solo con ganas, para ganar en pueblos y ciudades. El entusiasmo partidario y la vocación política están muy bien, pero no son suficientes. Además, hace falta talento para conectar con la gente, equipos con razonable solvencia, y un proyecto elaborado, sólido y creíble para mejorar la vida de los vecinos… desde luego, no para empeorarla mientras mejoras la tuya a su costa.

Ayuso conectó el 4-M con la mayoría de los votantes porque logró una extraordinaria identificación con las gentes de Madrid, con su afán de prosperidad y también con su hartazgo ante las mentiras e imposiciones de la izquierda gobernante, que se hicieron insoportables durante la pandemia. No es lo mismo que te encierren en una casa amplia, con algo de jardín y alguna posibilidad de escapar al campo, que en un minúsculo piso abarrotado sin siquiera terraza. Y no fue lo mismo soportar gobernantes aficionados a decretar restricciones arbitrarias (incluso inconstitucionales) que ver a una mujer joven que buscaba, con precaución, coraje y cualificados asesores, cómo ir levantándolas para recuperar la vida de todos. Eso los madrileños lo vieron, lo valoraron y decidieron votar a Ayuso hace un año. 

Como la pandemia terminó, para las elecciones del próximo año aquel «gracias, valiente» que le brindó Nacho Cano necesita sembrar otras parcelas de afecto y respaldo político. De momento, y es mucho más que una broma simpática, Ayuso decretó ‘tarjeta roja’ para quienes sucumban a «hablar con perspectiva de género ecorresiliente empoderado (…) porque los ciudadanos no tienen por qué soportar palabras vacías que no solucionan ni aportan nada».

Un dato adicional. La mitad de los casi siete millones de habitantes de la Comunidad de Madrid no nacieron en esta región. Son muy pocos los que, además de nacer en Madrid, tienen padres madrileños. Y es misión imposible encontrar a alguien con cuatro abuelos madrileños. ¡Claro! Madrid se ha ido llenando de ‘desertores del arao’ de distintas generaciones, aunque no siempre por imperiosa necesidad. Se ha ido formando con gentes venidas de todos los rincones de España (y también de la España de ambos Hemisferios) con un propósito compartido: salir adelante. 

En el corazón de la inmensa mayoría de los madrileños (o de sus padres y abuelos) late ‘El emigrante” que cantaba Juanito Valderrama. A mi abuelo le volvía loco: «Adiós mi España querida, dentro de mi alma te llevo metía». El detalle diferencial es que, al llegar a Madrid, el emigrante no dice adiós a España ni la añora, sólo empieza a quererla más. Se interesa más por todo lo español y le importa más España. Aunque se apresure a buscar la casa regional de su tierra en el rincón madrileño en el que encuentre techo, y acuda allí a celebrar sus fiestas, se sentirá más concernido por los problemas de España que los parientes que no se atrevieron a emprender viaje, o no tuvieron necesidad de hacerlo, porque es España lo que le une a todos sus vecinos.

Pronto lo notará Feijóo. Es probable ya haya empezado a notarlo porque es muy contagioso. Posiblemente por eso debió comprender y compartir que el broche final del congreso madrileño de las ‘Ganas’ de Ayuso concluyera con tres palabras: «Ganas de España». También ganas de Madrid y ganas de ganar y ganas de… Pero, al final, lo importante: la vida, la libertad y España. Ganas de España.

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