THE OBJECTIVE
Teodoro León Gross

El metaverso electoral andaluz

«Pedro Sánchez en Andalucía no hace campaña por Juan Espadas, sino por Pedro Sánchez»

Opinión
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El metaverso electoral andaluz

Pedro Sánchez y Juan Espadas. | Europa Press

Toda campaña electoral tiene mucho de metaverso, de tablero virtual, donde se despliegan roles, avatares, estrategias, programas, mensajes… que no son reales. En definitiva, funciona como metáfora de la realidad sin las limitaciones de esta.

Macarena Olona, sin más, se ha inventado el personaje Macarena de Granada, después reinventado como Macarena de Salobreña, nick con el que actúa como si residiera en la costa tropical andaluza, aunque nunca haya vivido allí. A veces se pone trajes regionales. Son opciones que permite el metaverso electoral.

Yolanda Díaz actúa como si impulsara una candidatura andaluza, cuando en realidad ha evitado Andalucía desde su llegada al poder, incluso en la puesta en escena de su Frente Amplio. Al final ha aprovechado la fuerza de IU para presentarse como vencedora de una batalla que no ha librado.

Ciudadanos actúa como si tras el 19J no viniera el 20J, sino el 3D de 2018.

El PP se ha instalado en Juanma.

Pero, seguramente, en el catálogo de las imposturas, quien marca un hito es el Partido Socialista, haciendo campaña en Andalucía contra la corrupción del PP. Sí, ha leído bien. La primera vez pudo parecer un accidente, pero no, ya es algo sistematizado: campaña socialista en Andalucía contra el PP, partido de los mangantes.

Esto, aunque pueda parecerlo, no requiere de un buen psicoanalista con un buen diván. Es más sencillo, y basta con asomarse a los sondeos publicados estos días, en dos niveles:

–Los sondeos andaluces de Sigma2, Db40, Sociométrica y algún otro, apuntan que el PP se asoma a los 50 escaños, superando holgadamente el voto de las tres fuerzas de izquierda. El preelectoral del Centro de Estudios Andaluces, que elabora el barómetro oficial de la comunidad, anticipa el mismo escenario con datos complementarios de liderazgo y gestión, aprobada por dos tercios, que apuntalan esa estimación.

–Los sondeos nacionales, también ayer Db40, retratan a la vez una recuperación del Partido Popular que ya sería primera fuerza en el Congreso, mientras la coalición PSOE-Unidas Podemos se dejaría entre 20 y 30 escaños. El liderazgo de Feijóo de momento puntúa; Sánchez no.

Con esa perspectiva doble, la conclusión es sencilla: Pedro Sánchez en Andalucía no hace campaña por Juan Espadas, sino por Pedro Sánchez. Juan Espadas está descartado, al menos para el 19J, y Sánchez tiene un instinto de supervivencia muy desarrollado. Por eso viaja allí sin miramientos, con el cuchillo entre los dientes y una corte de ocho ministros en el AVE. Tras las urnas andaluzas, Sánchez sabe que necesita recuperarse para 2023, entre otras cosas del propio resultado andaluz que le obligará a una nueva crisis estival de Gobierno.

De ahí la apuesta del PSOE en Andalucía acusando de corrupción al PP, que viene a ser como Putin acusando a Zelenski de belicismo o Maduro acusando a la oposición venezolana de poco respeto democrático. Ahí estaba Sánchez en Sevilla señalando al PP por «utilizar las instituciones para su propio beneficio o financiarse irregularmente para mantenerse en el poder» y Adriana Lastra, siempre al quite en su rol de portacoz, añadiendo «lo que no vamos a ser nunca es el partido de los mangantes que trincaban a manos llenas mientras empobrecían a los españoles…». Ya no se trata de hacer memoria de Filesa, sino de pararte a pensar en escándalos andaluces demasiado actuales como Caso ERE, Caso Cursos de Formación, Caso Mercasevilla, Caso Faffe… todos del PSOE, porque en definitiva han gobernado allí casi cuarenta años sin interrupción. Parafraseando al portero de Aquí no hay quien viva, dan ganas de sugerirle a Lastra un poquito de por favor.

Si Sánchez quisiera ayudar al PSOE andaluz, no se metería en ese charco; pero Sánchez trata de ayudarse a sí mismo. Él no busca titulares andaluces, sino el eco en el resto de España. Sabe que tiene una caja mediática de resonancia que le asegura el eco, y por añadidura muchos clics entre fieles y bots. En Andalucía, esos mensajes provocarán algo entre la perplejidad y la carcajada, entre la chacota y el peroquépocavergüenza, pero hay una clientela desconectada de los asuntos territoriales que se guía por la motivación ideológica, de modo que corruptos son siempre los otros. Sánchez sabe que no va a engañar al electorado andaluz con ese mensaje, pero quizá sí al resto del electorado. Y él, aunque no haya partido en Andalucía, sin duda confía en que más allá sí puede haber partido.

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