De un pensionista al ministro Escrivá
«Me inquieta que mi pensión resulte felizmente indexada a corto plazo para después tener que ser cruelmente recortada por la ausencia de sostenibilidad»
Señor ministro:
Desde hace unos meses y después de haber cotizado durante más de cuarenta años al sistema público de pensiones, pertenezco al numeroso ejército de pensionistas españoles. En este condición, no le oculto que me provoca una reacción satisfactoria escucharle una y otra vez que mi pensión va a ser permanentemente actualizada según el aumento que sufra el IPC. Sería una cierta compensación al engaño que me ha realizado el Estado pues, como sé de matemáticas financieras, he comprobado que el importe de la pensión que recibo es notoriamente inferior a la renta correspondiente al valor actualizado de las cotizaciones que me fueron detraídas. Todo ello según los pertinentes cálculos actuariales y en función de los datos oficiales referentes a la esperanza de vida.
Pero al tiempo señor ministro, me provoca una enorme inquietud desconocer mediante qué cuentas proyecta usted llevar a cabo su promesa. Le diré que a lo largo de mi vida, cada vez que adopté una decisión que comportaba comprometer mis recursos, fuera comprar un vehículo, fuese adquirir mi vivienda habitual, planifiqué adecuada y concienzudamente la forma de hacer frente en el futuro a la inversión o gasto abordado. Permítame que le recuerde que, por el contrario, usted todavía no nos ha explicado cómo piensa sufragar la promesa que nos reitera constantemente, circunstancia que me hace temer por el futuro inmediato y mediato de la viabilidad de mi pensión.
Constato además que la Comisión Europea comparte mi preocupación pues son ya varias las ocasiones en las que usted y/o su Gobierno ha/n sido requerido/s para la remisión del plan financiero con el que sufragar su declarada voluntad de indexar las pensiones públicas al IPC anual. Si me permite que recurra a uno de los ejemplos que le he puesto anteriormente, espero ardientemente que un ministro del Gobierno del Reino de España no haya comprado una vivienda sin saber cómo la va a pagar. Estará usted conmigo que se trataría de una frivolidad y una irresponsabilidad de una dimensión inaceptable.
Leo en los medios de comunicación que, según los expertos, son tres las opciones entre las que usted debe elegir. Una es retrasar la edad de la jubilación, medida que resultaría antipática para los que vieran prolongar obligatoriamente su etapa de actividad laboral. Otra es aumentar el periodo computado para la determinación de la pensión, medida que molestaría a los que sufrieran por ello una reducción en la cuantía que recibirán al jubilarse. La tercera consiste en sufragar una parte del gasto en pensiones mediante una subida de impuestos, medida injusta que provocaría el rechazo de los contribuyentes. Evidentemente, también puede usted optar por una combinación de dos de las medidas expuestas o incluso de las tres.
Al tiempo, escucho decir a los politólogos que son la antipatía, la molestia y el rechazo vinculados a las medidas expuestas lo que le lleva a usted a retrasar la solución financiera del problema de las pensiones, retraso que le impide responder a la Comisión y dar la oportuna explicación a la sociedad española. Quiero creer que no es así, señor ministro, porque uno ha de ser consciente de sus actos, y si decide adquirir una vivienda, debe saber que ha de empezar a pagarla.
El caso es que debo reconocer señor Escrivá que, probablemente sin razón, hace unos días me llevé un susto. Andaba hojeando la prensa diaria y encontré una noticia que relataba el contenido del informe sobre la Cuenta General del Estado correspondiente al año 2000 que ha sido emitido por el Tribunal de Cuentas. En la noticia se exponía que, según este organismo y debido al aumento del gasto en pensiones públicas, a finales de 2020 el agujero en el patrimonio de la Seguridad Social ascendía ya a 68.000 millones de euros, con una tendencia creciente significativamente peligrosa. En concreto, del default señalado, 15.000 millones de euros se habían generado en el propio año 2000, ejercicio en el que usted dirigía ya el ministerio que dirige. Comprenderá usted mi preocupación, pues deduje que el agujero actual -mayo 2022, con un año y medio más de su mandato- será ya considerablemente mayor. En este escenario, me inquieta que mi pensión resulte felizmente indexada a corto plazo, hasta las próximas elecciones, para después tener que ser cruelmente recortada por la ausencia de sostenibilidad del sistema. Se trataría de una auténtica tomadura de pelo o, peor aún, de una auténtica estafa social.
Por todo lo expuesto e inquieto por el futuro de mi pensión, respetuosamente le solicito señor ministro que con la mayor brevedad posible proceda usted a impulsar la decisión financiera que aún no ha impulsado, despejando así todas las dudas respecto a como va a sufragarse su medida de indexar las pensiones al IPC anual.
Atentamente.