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Yolanda Díaz y el antifranquismo chulísimo

«Si el electorado de izquierda está desmoralizado, ¿no será porque no se reconocen en el discurso de sus líderes?»

Opinión

La vicepresidenta y ministra Yolanda Díaz. | Europa Press

  • Málaga, 1966. Ha sido columnista en El País, El Mundo, Vocento y escribe para Joly; es comentarista político en Herrera en Cope y director de Mesa de Análisis en Canal Sur. Profesor Titular de Comunicación (UMA). Libros: El artículo de opinión, El periodismo débil…

Yolanda Díaz se abrió sitio en la caravana de líderes nacionales que este fin de semana hacían campaña por Andalucía con este mensaje: «Os pido, hoy, aquí, en nombre de los represaliados franquistas… que ejerzáis el voto. Es un derecho. Os pertenece a vosotros, no es de ellos». Podría explicarse como un arrebato de pura desesperación; pero en todo caso es un síntoma inequívoco de estar fuera de la realidad. ¿El derecho al voto y los represaliados del franquismo en 2022, casi medio siglo después?

No hay nadie en Andalucía que vaya a votar por los represaliados del franquismo. Algunas décadas atrás sí, un cierto número. Pero seguramente el discurso de Yolanda sólo evidencia la incapacidad de cierta izquierda para evolucionar al siglo XXI, aferrados a un vademecum ideológico herrumbroso. Consecuencia: una inquietante incapacidad para estar en la realidad. Podrían apelar al voto en nombre de los parados, en nombre de quienes están en la lista de la Dependencia, en nombre de los pensionistas vulnerables, en nombre de los temporeros que mueren en campamentos, en nombre de quienes enferman en un polo químico, en nombre de quienes ven desmoronarse su forma de vida por los fondos de inversión en la agricultura… pero, ¿en nombre de los represaliados del franquismo? Antes de sacar a Franco del Valle de los Caídos al menos había algo que vender.

Como recordaba Montano este lunes, la comparación de Yolanda Díaz con las declaraciones de María Zambrano a su regreso del exilio o tantas otras mujeres de la izquierda, como Victoria Kent, miembro del Gobierno de la República fuera de España y directora de la revista Ibérica para los exiliados, sirve para constatar que su discurso no solamente era distinto sino realmente opuesto al de Yolanda Díaz, irónicamente llamada ‘La Fashionaria’ por su aire de influencer de estilismos. Casi medio siglo después, su mensaje es sencillamente tramposo. Los trucos resultan demasiado obvios, demasiado groseros, al actuar con el marco de los represaliados del franquismo para pedir el voto en la Andalucía de 2022.

No hay nadie que vaya a votar por los represaliados del franquismo porque, de hecho, no hay nadie que ande preocupado por los represaliados del franquismo. Incluso teniendo la convicción de que hay asignaturas pendientes, es así. Más allá de algún seminario en la Universidad o una asamblea de la memoria histórica, de eso no se habla en las paradas del autobús, en las tabernas, en los mercados, en los descansos en los estadios, tampoco en las cafeterías de las facultades… De la inflación, sí, y del paro, y de la electricidad, y de Argelia, pero no de los represaliados del franquismo, una realidad felizmente lejana. Y no hay nada peor en política que actuar en una realidad irreal de diseño para que tu discurso encaje mejor. ¿Y les extrañan las encuestas?

Si el electorado de izquierda está desmoralizado, ¿no será sencillamente porque no se reconocen en el discurso de sus líderes? ¿No será que en lugar de tener amenazado su derecho al voto, como sugiere Yolanda Díaz, muchos están cansados de que se lo pidan con una ficción oportunista? Errejón admitió que en Andalucía no hay 400.000 fascistas, pero ahí estaba aplaudiendo; y lo del PSOE con Vox ha sido por momentos bastante delirante, aferrado durante meses al mantra de la extrema derecha y a una caricatura facha del presidente andaluz. Irreal es poco. Ahora, quizá demasiado tarde, ha rectificado, pero sin capacidad de volver a la realidad. Los ministros y barones pasan por Andalucía para denunciar la privatización de la sanidad, la pérdida de servicios públicos, la democracia degradada… ¿pero qué Andalucía le están contando a los andaluces? De momento las encuestas sugieren que hasta el 20% de sus votantes se inclinan por ese facha que les roba sus derechos.

Qué cosas.

Yolanda Díaz ha hecho un papelón en Andalucía de principio a fin. Abandonó al sur en su gestión de ministra –el alcalde de Cádiz denunciaba en las protestas de otoño que nunca había viajado allí–  y se desentendió de Andalucía en la puesta de largo de su Frente Amplio. Después ha llegado demasiado tarde y sólo porque apremiaba librar la guerra con Podemos. No señaló a una mala candidata, pero no le ha dado el apoyo que necesitaba, sin duda pensando más en sus propios planes «para ganar España» (sic) que en Andalucía. Claro que sus errores sólo representan los errores de una izquierda que ha optado por evadirse de la realidad al hacer política para remitirse a la realidad paralela que a ellos les vendría mejor para combatirla. Arrancaron la legislatura con la alerta antifascista y la terminan apelando a los represaliados del franquismo. Ahí se resume todo. 

7 comentarios
  1. ToniPino

    Yo creo que nadie da puntada sin hilo y esta apelación a los represaliados del franquismo puede tener su explicación. Quizás tenga que ver con el hecho sociológico de que un número no despreciable de votantes del PSOE rural andaluz, muchos descendientes de represaliados del franquismo, esté metiendo en la urna la papeleta de Vox. Yolanda Díaz trataría de trasmitir la idea de que votar a Vox es traicionar la memoria de los antepasados represaliados por Franco. Otra cosa es que la apelación funcione. Pienso que no.

    A pesar de haber votado a los socialistas, son votantes de talante conservador, muy identificados con el felipismo, menos con el zapaterismo y nada con el sanchismo. Es posible que haya una continuidad entre el felipismo rural andaluz y Vox. Al menos, debería tenerse en cuenta como hipótesis sociológica.

  2. Feliu

    Construir discursos desde ideologias confusas tiene sus consecuencias. El marxismo posmoderno niega todo orden establecido, por ser «una imposición». Se introducen nuevas formas, como los no binarios, de raiz ideologica queer (nuevo marxismo), y se con ellas también se introducen instrumentos de desgaste, por ejemplo: todo el que se declara no binario, que en última instancia desea un socialismo utópico, es una persona útil para sus fines, criticar y destruir «el orden establecido». Pero esto lleva otra consecuencia, al no estar viviendo en la realidad de todos, pues viven aisladamente en su mundo de utopias, necesitan inventar. Así se ve como cada vez les cuesta encontrar argumentos reales y válidos.

  3. Robespierro

    La Yoli es una antigualla barnizada

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