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Gays, lesbianas 'et alii': resplandores y sombra

«Ahora mismo, publicar un libro de tema gay o lésbico es mucho más difícil que hace veinte años. Lo que no es ir mejor, sino al contrario»

Opinión

Bandera del arcoiris. | Katie Rainbow | Unplash

  • Nacido en Madrid en octubre de 1951, Luis Antonio de Villena es licenciado en Filología Románica. Su obra creativa —en verso o prosa— ha sido traducida, individualmente o en antologías, a muchas lenguas, entre ellas, alemán, japonés, italiano, francés, inglés, portugués o húngaro. Ha recibido el Premio Nacional de la Crítica (1981) —poesía— el Premio Azorín de novela (1995), el Premio Internacional Ciudad de Melilla de poesía (1997), el Premio Sonrisa Vertical de narrativa erótica (1999) y el Premio Internacional de Poesía Generación del 27 (2004). En octubre de 2007 recibió el II Premio Internacional de Poesía «Viaje del Parnaso». Desde noviembre de 2004 es doctor ‘honoris causa’ por la Universidad de Lille (Francia).

Acaso el término»orgullo» no sea el adecuado. No hay orgullo en ser gay ni en ser heterosexual, es una natural condición de la plural naturaleza humana, pero sí es altamente cierto que, si el feminismo lucha con ardor por recobrar u obtener lo que se negó a las mujeres solamente por serlo, a lesbianas y a gays se nos debe más, porque históricamente hemos sido mucho más preteridos, violentados y execrados, tienen pues -tenemos- mucho más que reivindicar. Por eso no orgullo, acaso, pero sí alta y noble dignidad. Y alguien dice: pero, ¿no está ya todo arreglado, todo en su sitio? Pues no, querido amigo, no…

Vengan adelante fiestas, banderas arco iris, desfiles y demás (que a unos gustan más que a otros) pero para ser exactos, el llamado hoy movimiento LGTBI lleva años con muy escasas conquistas; arrumacos de una ministra muy poco docta y pare usted de contar. En 2022 gays y lesbianas no están en absoluto mejor que hace exactamente veinte años. Es verdad que la homofobia se arrastra clara y violentamente desde los albores del cristianismo, tantas condenas contra el pecado nefando (esto es, el que ni decirse puede de tan horrendo) lanzadas por los padres de la Iglesia, y es obvio que dieciocho siglos de homofobia, punto más o menos, no pueden cerrarse en sesenta años de nuevas y mejores intenciones. Quienes nos educamos en la pura heteropatriarcalidad, pongo por caso, podemos muy bien leer poemas de Pedro Salinas o de Pablo Neruda destinados a mujeres amadas, sin embargo -todavía hoy- no es escaso el público lector que, incluso diciéndose a favor de lesbianas y homosexuales, no aciertan a leer poemas de amor a chicos, ni siquiera de Cernuda o de Cavafis. Respetan, pero no va con ellos. ¿Ve?  Es sólo que aún no están bien educados. Tristemente el ejemplo no es minoritario.

 A fines de los pasados 90, cuando se extendió la noción de «visibilidad gay» y hubo varias notorias salidas del armario, editoriales y centros de cultura, creyeron que daban la bienvenida a un nuevo y numeroso público lector LGTB. Todas las editoriales querían tener un libro de tema lésbico o gay y lo tuvieron. A mí me pagaron muy bien mi novela La nave de los muchachos griegos en Alfaguara, con una muy grande tirada, por las antedichas razones: 35.000 ejemplares. Pero se vendieron 9000 en ese año -2003- lo que no está mal, aunque muy lejos de lo ilusamente esperado. Ese nuevo público lector homosexual no existía, era el que siempre había sido, y siete más. Pare de contar. Gays, lesbianas, bisexuales o transexuales no son, globalmente hablando, distintos a la sociedad a la que pertenecen. Así que si nuestra sociedad era (y hoy es peor) inculta, gregaria y necia, ello vale para hombres y mujeres de cualquier tendencia sexual. Por eso, ahora mismo, publicar un libro de tema gay o lésbico es mucho más difícil que hace veinte años. Lo que no es ir mejor, sino al contrario.

Se dirá que es un hecho mercantil, el cómputo de ventas, porque muchos editores -grandes, sobre todo- tienen más ahora de mercaderes que de personas de cultura, y es verdad. ¿Estamos seguros de que en todo ello -y además- no late un subrepticio juicio moral?  Vivimos una sociedad cada vez más neopuritana e Internet también ayuda a eso. Oficialmente, claro, todo son flores para gays y lesbianas, pero desde el subconsciente una oscura voz alerta (como Manuel Fraga dijo muy al inicio de la Transición) que los homosexuales nada tenían que temer «sino sacaban los pies del tiesto». Conocemos la expresión, pero ¿cuándo se sacan los pies del tiesto? Fácil, cuando el poder heterosexista y sobre todo gringo y puritano -a través de las redes asimismo- deciden que así sea. Aún dependemos del puritanismo religioso, católico y protestante. O sea, lo gay no vende -ahora- y además puede sacar los pies del tiesto, digamos, si en lugar de mostrar la convivencia fiel de una pareja casada de cuarenton@s, se decide a contar la historia -tan anclada en la tradición gay helenística- de un pintor de sesenta años con un modelo -es un ejemplo- de 22. El caso del pintor puede ser «turbio» (¿?) pero el caso del feliz matrimonio con trabajo los dos y parigual edad, eso, aunque se lea poco, es constructivo y noble. Aún me parece más rebelde presentar a mi amante -mismo sexo- que a mi marido. Amigos, digamos que mucho se ha avanzado, vale, pero queda mucha, muchísima tela por cortar en este arduo camino contra lo normativo.    

5 comentarios
  1. oscarcillo2

    Le respeto mucho, señor Villena, como escritor (como persona no lo sé porque no lo conozco, pero seguro que también lo haría), y como tengo la oportunidad de opinar, igual que usted, opinaré. Y mi opinión es contraria a la suya, sin pretender quitarle su razón y su punto de vista, no es mi deseo. Pero en el fuero personal que lo tenía yo por contrario a lo posmoderno y a la moda izquierdista falsa de homosexualizarlo todo (que no es visibilizar), veo que su artículo tiene una descarada inclinación hacia ese lado tan atravesado.
    Quiero decirle a usted y a todo el mundo que ser heterosexual no es ninguna condena ni delito, que querer llevar una vida heteropatriarcal no es nada malo, en absoluto, si no pone en peligro la vida o dignidad de alguien. Que parece que queramos criminalizar ahora el asunto, y sus palabras suenan a eso. Me sorprende, de verdad.
    Y en cuanto a los libros… creo que cada cual leerá lo que desee. Y si se asoma a las editoriales actuales, y a los escritores no reconocidos (hay una buena cantidad de «nuevos talentos», ahora que estamos en 2022, (no sé si se ha quedado anclado en el año 0222, el panorama es bien diferente), verá que una gran mayoría escribe en esa mal llamada clave LGTB, y grandes editoriales también se han sumado a publicar estas cosas a granel. Claro que hay que dejar ya los estigmas del pasado. De nuestro pasado. Cada ciertas décadas la sociedad cambia y da un rumbo y un giro nuevo. En 20 años esto que estamos viviendo, esta libertad que nos han concedido a los gays, lesbianas y demás, quizá cambie, o ya no se recuerde porque se ha superado tanto que parece que toda la vida ha sido así. Por suerte, aquella época suya que vivió de represión ya no existe.
    El odio que pueda haber actualmente es un odio innato en las personas, por desgracia. Jamás desaparecerá el odio (la fobia es miedo) a los gays y lesbianas, y a todo el que sea diferente, y a otras personas por otra razón (como los reaccionarios colectivos a cualquiera que no sea de sus ideales).
    Precisamente la libertad de elegir no es una obligación, sino un derecho, y hoy en día cualquiera puede hacer lo que quiere. Otra cosa es que a alguien no le guste. Y eso es imposible de evitar. Lacras han habido, y habrán, toda la vida de Dios mientras existamos. A menos que nos controlen como a robots y nos obliguen a comportarnos como se supone que debemos, entonces eso ya sería otro cantar, ¿verdad? Otra época de represión y totalitarismo.
    Quizá, si acaso tuviera razón, un mínimo, en su parecer de que ya no se publica tanta literatura LGTB o no se lee porque un hetero no quiere leer mariconadas; quizá sea que nos están intentando meter con calzador y forzadamente un producto de pésima calidad, que los hay y me los he encontrado. Lejos de esto, si no interesa, pues no pasa nada, habrá gente que sí lo vaya a leer, pero no por eso estoy yo obligado a leer a negros o a japoneses, si no me gustan sus temáticas (y los he leído y me gustan, es un decir).
    ¿Ve qué fácil? Tan fácil como saber poner el enlace de este artículo en su Facebook.

  2. Irrisormundi

    Es obvio que existe la homofobia como existe la hispanofobia o la cristianofobia o la islamofobia o la caspofobia…Las fobias pueden ser infinitas…Otra cosa es que las supuestas víctimas de una fobia especulen politica y socialmente para ganar ventajas y privilegios. Los jefes politicos del movimiento gay no piden ni exigen igualdad, exigen privilegios. La igualdad está garantizada por la Constitucion desde hace 40 años. Se atenuaría mucho la homofobia si desapareciera el dia del orgullo gay, que desde una justa manifestación reivindicativa ha derivado en una gran carnavalada.

  3. ToniPino

    Este artículo es muy flojo, pues no ofrece hechos y datos de lo mucho que falta para conseguir la normalización de la homosexualidad. Es verdad que aún queda homofobia, pues todos conocemos casos de desprecio o rechazo a los homosexuales, pero De Villena no nos ofrece datos cuantitativos y cualitativos de la realidad de la homofobia. Esto no ayuda a los gays y lesbianas, pues el lector proclive a la homofobia verá más victimismo que denuncia y reivindicación.

    A toda persona, independientemente de su condición, se les respeta y no se le discrimina legal y socialmente. Nadie está obligado a más con nadie. Que a una persona no le interese la literatura homosexual es tan respetable como que no le interese la novela negra, la novela histórica, la poesía modernista o el teatro de Alejandro Casona. Actualmente el puritanismo católico aún existe, pero es más dominante el puritanismo de la izquierda posmoderna.

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