Juanma Moreno: talante y gestión
«Tanto el presidente andaluz como la presidenta madrileña han tenido un resultado espectacular, un éxito arrollador»
Tras el éxito electoral popular en Andalucía y el correlativo fracaso socialista, no son pocas las voces de la izquierda que pretenden reducir la explicación del triunfo de Juanma Moreno exclusivamente a sus «buenos modos». De paso, intentan así una contraposición con Isabel Díaz Ayuso a la que atribuyen lo contrario.
Empezando por la primera cuestión y sin discutir la templanza del presidente andaluz en su forma de comunicarse, es obligado resaltar que su espectacular resultado en las urnas tiene como principal causa el éxito de su gestión. Gracias a su política, los andaluces han disfrutado de rebajas en el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones, en el de Transmisiones Patrimoniales, en el de Patrimonio, en el IRPF… con el consiguiente aumento de su renta disponible; La actividad económica andaluza se ha beneficiado con medidas liberalizadoras y de flexibilidad con las consecuentes facilidades para su desarrollo; La gestión de la contratación administrativa ganó en transparencia y en eficacia … con el evidente estímulo para la iniciativa empresarial; La sanidad y la educación públicas no han sufrido la hecatombe que predecían los profesionales del amedrentamiento. Como no podía ser de otro modo, todo lo expuesto ha desembocado en los previsibles frutos. Veamos algunos.
La economía andaluza creció en 2021 un 5,2%, más de un punto porcentual por encima del crecimiento habido en España; La creación de empresas aumentó en un 8,8% (en España solo un 5%); Entre 2020 y 2021, el desempleo en Andalucía descendió un 3%, en España un 2,7%; En el presupuesto regional andaluz, a diferencia de lo que sucede con el de María Jesús Montero, desaparecieron los números rojos, pues en 2020 hubo superávit y en 2021 un déficit inapreciable (0,1%). Con estos datos, era lógico que mejorara la fiabilidad de la deuda pública andaluza y, en efecto, Standars & Poors elevó al alza su consideración (desde BBB+ hasta A-). En la indiscutible brillantez de los resultados expuestos se encuentra la principal causa del resultado electoral del domingo. Los andaluces han premiado la buena gestión de Moreno en comparación con el habitual desastre que han supuesto las sucesivas experiencias socialistas previas. Y sí, es cierto que además Juanma Moreno es amable en su expresión, pero de poco le hubiera servido esto si su balance de Gobierno se hubiera parecido al de sus antecesores.
Lo curioso del caso es que, además de pretender esconder el éxito de su gestión atribuyendo frívolamente su éxito solo a su talante, los voceros de la izquierda pretenden además contraponer su mayor triunfo (mayoría absoluta) al que dicen menor de Díaz Ayuso (mayoría casi absoluta). Para hacerlo, los anti-Ayuso omiten también un hecho determinante como es la existencia de ocho circunscripciones electorales en Andalucía y solo una en Madrid, circunstancia que dificulta enormemente que en esta última puedan obtenerse mayorías absolutas. Es así, pues el exitazo en porcentaje de votos de Moreno y Ayuso es similar, incluso algo superior en la segunda (44,7% por 43,4%).
En definitiva, tanto el presidente andaluz como la presidenta madrileña han tenido un resultado espectacular, un éxito arrollador. Y en ambos casos, sustentado en una gestión política tremendamente eficaz, basada en políticas de liberalización económica, administración transparente, flexibilidad y bajada de impuestos. Una receta insuperable que, unida a la serenidad y sosiego internos que Núñez Feijóo ha logrado en el Partido Popular y al exitoso precedente de su propia gestión en Galicia, hacen presagiar los peores augurios para Sánchez y los suyos en el futuro.
Todo esto es lo que quieren ocultar los perdedores y sus portavoces, al minimizar el éxito de Juanma Moreno e intentar confrontarlo con Isabel Díaz Ayuso. No les arriendo las ganancias. Si siguen así, y en vez de cambiar su política sin cambiar su política insisten en jugar a la manipulación, seguirán de derrota en derrota hasta la derrota final.
Por cierto, que las declaraciones en la noche electoral del flamante ganador y de Adriana Lastra («lastre» la empiezan a llamar sus propios correligionarios) habría que enmarcarlas y proyectarlas en las aulas donde se enseñe a hacer política. Unas, las de Moreno, como ejemplo de lo que se debe hacer y/o decir. Otras, las de Adriana «Lastre», como muestra de lo que nunca se debe ni hacer ni decir. Saber perder es virtud esencial que debe tener un político. Y la «Lastre» ha demostrado que, además de carecer de muchas otras, también carece de esa virtud.