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Boris y Las Tres Gracias

«Los revolucionarios de hoy, alegremente, comparten consignas con los políticos que tienen el patrocinio de la cultura»

Opinión

El primer ministro británico, Boris Johnson, contemplando obras en el Museo del Prado. | Europa Press

Esta semana, viendo a Boris señalando el trasero de Las Tres Gracias de Rubens me acordaba de Umbral, quien dijo que no había derecho a pintar esas gordas en bolas. «Se trata de mujeres disformes y maduras que no representan la primavera ni la gracia, ni nada que no sea la sobrealimentación. Si a Rubens le gustaban las gordas, pues buen provecho, pero pero hizo mucho daño a la pintura universal con tanta ordinariez». El Mundo, año 2000 a.c. y d.c. (Antes de la Censura y Después de Cristo). 

El adoctrinamiento y el drama identitario están ahora en tal grado que es extremadamente raro ver a una persona admitiendo que tiene poco respeto por una obra de Rubens y menos aún por las modelos que se llevaba de picnic. Rubens, dice Umbral, «entra en los museos como el carro de la carne, poniendo cachondos a todos los amarillos y todos los yankis ictéricos de paella». Le faltó, ay, añadir a los ingleses educados en Oxford. 

Per mucho ojo con lo que decimos en público, que la Secretaria de Estado de Igualdad ahora dice que «la gordofobia es uno de los temas de conversación de nuestra sociedad». ¿De qué fobia, exactamente, se nos acusa ahora? Solo me consta que los españoles tenemos fobia a las ministras, secretarias y consejeras de igualdá. El tema es que, la cultura y la conversación de nuestra sociedad se ha ido dejando en manos de las instituciones y del Estado, y hemos pasado de criticar el carnaje de las mujeres de Rubens a que las ministras dirijan el lenguaje y la conversación pública. 

«El museo es hoy la plaza de los buenos burgueses o los entallados horteras, de los mandamases y políticos»

Los revolucionarios de hoy, alegremente, comparten consignas con los políticos que tienen el patrocinio de la cultura. Como decía Girauta en la presentación de su libro, Sentimentales, ofendidos, mediocres y agresivos, al menos los progres de antes hacían contracultura, pero esa raza comprometida parece estar casi extinguida. La cultura hoy tiende a ocupar el lugar que alguna vez fue el de la religión, con sus santos, profanadores y fieles devotos. El intelectual o artista que aspira a la coronación busca ser laureado por la ministra de Igualdad y luego que llegue la tele, porque les gusta sobre todo que se hable de ellos. 

Malos tiempos para la cultura, botín de votos. Y los hijos de lo bello, que lo bello es lo negro o lo enigmático, como decíamos, ya no tienen un refugio en la cultura. Cuando se expone un cuadro la gente va a ver el pelotón de gente, a ser parte de la cola, como un medio de protagonismo y de participación social alternativo a las redes sociales o al consumo de masas. La producción de arte va perdiendo su misterio y su negrura. Nada queda de la cultura como experiencia íntima, mutismo o exaltación callada.

Más que la política, me preocupa el ciudadano que sufre su censura, y vive bajo una proletarización de la genialidad y la cultura. El museo es hoy la plaza de los buenos burgueses o los entallados horteras, de los mandamases y políticos. Esto es cosa del siglo XX, de la rebelión (o quizás deberíamos decir, sumisión) de las masas, que comulgan frente a un váter deslumbrante como ante un Velázquez. Otra generación paseará sin criterio ante las obras de arte, y sin caer en que el arte debe ser amoral, porque su función es contemplativa. Nada es más perjudicial para la creación de arte, para la cultura, que su sometimiento a los corsés morales de una época, su administración por el Estado, su control y dirección.

4 comentarios
  1. Casandro

    Que bien se lo hubiera pasado Umbral con la Irene,. Yo creo que hay políticos que están ahí para inspirar el artículo del día que el escritor se levanta con mal pie y sin una idea en la cabeza.

    Umbral tiene cierto paralelismo con la Irene, ambos pasaron de las bragas de esparto a las bragas de seda y comparten alma de portera chismosa, cierto es que en la cabeza Umbral llevaba una cómoda repleta de bragas de colores y la otra está desembragada,.de embrague, digo, que de bragas sería desbragada, y va como una moto.

    Yo no he visto la cumbre de la.OTAN aunque si he leído
    el acuerdo sobre el nuevo concepto estratégico que describe la transformación de la OTAN en función de la agenda 2030. Para encerrarse en casa y no salir más que con bandera y mascarilla blanca.

    Si he visto el cuadro y a Boris asomando la nariz en el culo de la gracia. Daba la sensación que el telón de acero al cerrarse le pillaba la nariz, o…

    A mí me empezó a gustar la celulitis cuando mi hermano el pequeño, siempre se perdía mirando los cuadros de Rubens en las vistas familiares al Prado, me dijo que la celulitis era consustancial a la.mujer, y me dije que a ver si yo iba a ser un tiquismiquis sexual masculino y me iba a perder lo femenino por puntos de vista , Boris me hizo revivir el momento de ir a buscar a mi hermano pequeño perdido ante los cuadros de Rubens, algo de infantil tiene Boris, que golfos han salido los tres graciosos, Rubens, Boris y mi hermano que ya no es tan pequeño y ahora lo soportan su mujer, sus hijos y sus amantes, a ver si crecen los del Prado y nos dejan vivir tranquilos de una vez

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