El clima más allá del fuego
«El enfoque para solucionar los incendios y el cambio climático es ver de qué manera están cambiando nuestros ecosistemas por nuestra culpa»
Es obvio que hablamos del clima cuando más extremo es. Este verano, como todos, se producen decenas de incendios, la temperatura del Mediterráneo ha batido récords, hay olas de calor constantes. Pero también hablamos del clima en verano porque en realidad no nos importa. Es decir, no nos importa más allá de la anécdota, del segmento simpático en el telediario o el magacín de mañana en el que se dan consejos sobre hidratarse o ponerse a la sombra. Es tema de verano, y los temas de verano, por muy serios que sean, no dejan de ser frívolos. En la jerarquía de los medios de comunicación, el clima todavía, desgraciadamente (hay excepciones, claro), es parte de Sociedad, y Sociedad es visto como un cajón de sastre de cuestiones de «interés humano», eufemismo de frivolidades; en otras ocasiones el clima es solo el programa del tiempo, con sus isobaras y las cuatro fotos de amaneceres y arcoíris que envían aficionados.
En cuanto arranque el curso político en septiembre, cuando las temperaturas se hayan suavizado, la alarma climática desaparecerá relativamente. Esto, en cierto modo, es psicológicamente comprensible. Seguimos con la idea errónea de que el cambio climático es simplemente calentamiento global, que cada vez hace más calor, y no también fenómenos climáticos extremos. Por eso cuando deja de hacer calor se nos olvida un poco.
«Lo que hay detrás es un modelo de sociedad que decide tratar el problema actuando solo cuando aparece el fuego»
Pero también hay cuestiones climáticas que, más allá del cambio climático, debemos abordar en temporada baja. Por ejemplo, la prevención contra incendios. Es un cliché hablar de que lo que realmente hace falta no es la extinción sino la prevención. Pero hay muchos clichés ciertos. Como ha dicho el experto en incendios forestales Marc Castellnou Ribau, inspector jefe del cuerpo de Bomberos de la Generalitat de Cataluña y profesor de la Universidad de Lleida, «Es más fácil mirar las llamas, que es la parte visible del problema. Pero lo que hay detrás es un modelo de sociedad que decide tratar el problema actuando solo cuando aparece el fuego. Y esto te funciona durante un tiempo. Puedes mantener el equilibrio dedicando cada vez más recursos, pero antes o después se te va a volver a descontrolar». Según explica Castellnou Ribau, cuanto más se extingue un incendio en el mismo lugar, más se carga de combustible. «Como lo único que hago es apagar incendios, llegará un momento en el que ya no voy a poder apagarlo porque habrá tanto combustible que me va a desbordar. Se escapa a mi control y arrasa con todo. Y, cuando eso ocurre, en lugar de invertir en gestión forestal, lo que hago es pedir todavía más medios de extinción para que la próxima vez no se me escape».
Aunque los incendios que sufren nuestros bosques son en general consecuencia de nuestro abandono del mundo rural, y no tanto por culpa del cambio climático, el enfoque para solucionarlos no es distinto, al menos psicológicamente, al del cambio climático: ver más allá del fuego, o del calor, para ver de qué manera están cambiando nuestros ecosistemas por nuestra culpa.