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La sonrisa republicana

«La izquierda española siempre ha sufrido un déficit de defensa de los símbolos nacionales y, en este momento, parecen más un obstáculo que una incomodidad»

Opinión

Pedro Sánchez, en una rueda de prensa en Colombia. | Europa Press

  • José Rosiñol Lorenzo es un humanista español y activista político, especializado en negociación y resolución de conflictos. Es uno de los fundadores de Sociedad Civil Catalana, fue el primer presidente de la entidad y repitió presidencia en dos ocasiones. Actualmente preside el Consejo Consultivo de esta asociación.

El antropólogo estadounidense Clifford Geertz propuso lo que se denominó una «descripción densa» en la antropología. Esta metodología sirve para establecer una aproximación real al entramado simbólico y a la telaraña de significados que rodean a los hechos. Aconsejaría la lectura de la interpretación que hace Geertz del robo de unas cabras en Marruecos o de los distintos significados de un guiño. Esta forma de interpretación desvela cuestiones, prenociones y marcos de significado que, si no, pasarían inadvertidos. El antropólogo afirma cosas como que «hechos pequeños hablan de grandes empresas, guiños a la epistemología, o robos de ovejas a la revolución, porque para eso existen».

Hace pocos días, durante la rueda de prensa que ofreció el presidente del Gobierno en Bogotá junto a Gustavo Petro, vimos lo que podría ser visto como una simple anécdota cuando se presentó a Pedro Sánchez como «el presidente de la República de España». Este lapsus causó risa a nuestro presidente y no se le dio mucha mayor importancia. Aquí podría acabar mi artículo, una sonrisa es una sonrisa al igual que un guiño es un simple guiño. Sin embargo, cabría preguntarse cómo es posible un lapsus como ese en unos ambientes tan protocolarizados como son los encuentros al máximo nivel institucional entre países y, de igual forma, deberíamos indagar en la espontánea reacción de Sánchez. 

Algo debe pasar en nuestros servicios exteriores cuando cada dos por tres, en escenarios complejos como es el colombiano o el marroquí, se dan errores o lapsus en cuestiones de un gran calado cultural o simbólico. Presentan a Sánchez como presidente de una república o ponen al revés nuestra bandera. Pero más allá de lo concreto, creo que deberíamos profundizar en la descripción densa de lo ocurrido. En el caso colombiano, en un contexto de fuertes lazos históricos, culturales y económicos, sorprende que a quien se le ha encargado presentar a los dos ponentes de la rueda de prensa no sepa que España no es una república. Pero, en mi opinión, este lapsus podría ser un síntoma de un marco referencial que se está construyendo paulatinamente cuyo objetivo podría ser, precisamente, que, en el mundo exterior, España pudiese confundirse con una república.

Y, en este momento, entramos en uno de los estratos de significados, mejor dicho, en una de las construcciones referenciales que estamos viendo de forma sutil pero reiterada. Me refiero a la relación de la Casa Real con el actual Gobierno de coalición, a las reiterativas «anécdotas» en las que vemos cómo Sánchez no cumple el protocolo con el Rey y es como si quisiera aparecer (o pretendiera aparecer) como el jefe de Estado. Pero no solo eso, podemos observar dos tendencias paralelas que confluyen en lo que parecería un solo objetivo. Por un lado, vemos cómo la agenda de la Casa Real es, por decirlo suavemente, reducida y está expuesta a trampas simbólicas como la vivida en Colombia con la inesperada aparición de la espadita de marras. Y, para los que no hayan reparado en ello, la cada vez más menguante visibilidad pública de las actividades de la Casa Real en el muy subvencionado entramado mediático nacional.

Naturalmente, este escenario, este panorama, no refuerza la figura internacional del Rey. Esto nos llevaría a la paradoja de que ya no esté en el marco mental de países como los de Hispanoamérica. Con esto quiero decir que hasta para personas que deberían estar muy bien informadas y formadas como la presentadora de la rueda de prensa en Bogotá, la figura del Rey de España puede ser algo suficientemente lejana como para caer en la burda confusión. Claro está que el ambiente que se está creando para la jefatura del Estado es complejo y parece estar diseñado para que la sociedad española acepte dócilmente la artificiosa pregunta: ¿para qué sirve la monarquía? Esta dimensión internacional de un más que probable programa de desmantelamiento de la democracia del 78 tiene su versión nacional, pero lo que no vemos es que, al intentar arrinconar a la monarquía, perdemos la capacidad de influencia internacional que tantos buenos resultados nos dio al proyectar a nuestro Rey.

«La sonrisa republicana del presidente es más que sospechosa, máxime sabiendo cuáles son los socios de coalición y sobre quiénes soporta la estabilidad del Ejecutivo»

Pero ¿qué podría haber detrás de la sonrisa del presidente? Respuesta fácil: una reacción natural ante una metedura de pata por parte de alguien que no sabe si España es una república o una monarquía constitucional. Lo cierto es que no imagino a Margaret Thatcher con una reacción similar o que Ronald Reagan se partiese si alguien le presentase como presidente de la monarquía estadounidense (me apuesto a que en ningún país del mundo pueda llegar a darse la confusión de si el Reino Unido es una monarquía o no, o si los Estados Unidos es una república o no…). Lo cierto es que la izquierda española siempre ha sufrido un déficit de creencia y defensa de los símbolos nacionales y, en este momento de mutación hacia el populismo más rancio, los símbolos parecen más un obstáculo que una incomodidad. Quizás refleja una visión idílica e idealizada de un pasado republicano por el que muchos suspiran y aspiran, quién sabe.

Desde luego, la sonrisa republicana del presidente es más que sospechosa, máxime sabiendo cuáles son los socios de coalición y sobre quiénes soporta la estabilidad del Ejecutivo. Hay un denominador común a todos ellos: acabar con la democracia del 78 y, por tanto, con nuestra monarquía constitucional. Cabe recordar el objetivo del que fue vicepresidente del gobierno, Pablo Iglesias: él quería que España fuese una «república plurinacional» y, por cierto, no recuerdo ninguna risa o enfado por parte de Pedro Sánchez ante estas afirmaciones. No defender nuestros símbolos, no hacer labor de pedagogía nacional e internacional de lo que es nuestro país y nuestra democracia, es un muy mal camino que algunos parecen empeñados y entusiasmados en recorrer.

Sánchez se ríe en Bogotá cuando le presentan por error como presidente de la RepúblicaSánchez se ríe en Bogotá cuando le presentan por error como presidente de la República
3 comentarios
  1. Asurbanipal

    Si un lector desprevenido toma este escrito por una aplicación práctica del mencionado concepto de C. Geertz puede llegar a la conclusión de que el reputado antropólogo era un cantamañanas de tres al cuarto. Claro está que no lo era, ni mucho menos. Ni el concepto de «descripción densa» es una soplapollez. Es solo que hay gente que echa a perder cuanto lee al pasarlo por el filtro de su mente rudimentaria.

    El intento de insuflar un contenido simbólico en hechos nimios, anecdóticos, requiere una agudeza intelectual que escasea. Y un «material» que se preste a ello. Aquí faltan ambos. Sánchez simplemente sonrió cortésmente ante un error (corregido sobre la marcha) de la presentadora (un acto reflejo, probablemente, inducido por el hábito), quitándole importancia. ¿Querríamos verle montando un pollo y pedir inmediatamente satisfacciones a su anfitrión? ¿y exigir una sanción drástica contra la autora del ultraje? Qué ridículo.

    Precisamente Sánchez no es nada sospechoso de socavar la Monarquía, a la que mima sin desfallecimiento (aumento de la asignación anual, amparo de los desafueros del ex-rey, denegación de comisiones parlamentarias, etc.). Y afortunadamente no se parece a Thatcher ni a Reagan (aunque disiento en cuanto a la eventual reacción de este, Reagan era muy dado a la carcajada). Tampoco se parece a Bush. Por cierto, un tal Jeb Bush, todo un gobernador de Florida, llamó a Aznar «presidente de la República de España», y no por eso pensó nadie que Aznar quisiera usurpar la Corona de España. (Él era mucho más modesto, solo quería la Medalla del Congreso U.S.A., y malversó muchos miles de euros en el intento…).

    Que yo sepa, Aznar no protestó formalmente por la equivocación. Incidente insignificante. Ya entonces la Monarquía no estaba en el «marco mental» de los países americanos. Nunca lo ha estado. Pero ahora se nos invita a pensar que Sánchez maneja los hilos de una suerte de conspiración que consigue que ocurran hechos aparentemente imprevisibles para «arrinconar» al rey. Sánchez convenció a la presentadora, sugirió la escena del sable, hace que las televisiones (tan complacientes con él, ja, ja…) reduzcan la «visibilidad», etc. ¿Esto es respeto a los lectores? Ningún respeto.

    No es nada acertado, y sí un truco rastrero, describir a Sánchez como partícipe gustoso de las declaraciones y aspiraciones de Iglesias y cía. para refutarlo mejor.
    Menos respeto aún.

    «¿Para qué sirve la Monarquía?» Esta pregunta no es en absoluto artificiosa, es muy, pero que muy natural.

    La izquierda española (bastante moderada, dígase lo que se diga) no pretende desmantelar el régimen del 78, sino profundizar en él. Otra cosa es que se esté de acuerdo con esa profundización. Para eso están las elecciones. Verlo así puede fomentar mucho la concordia básica, tan necesaria. ¿O no respetamos la voluntad popular expresada en el Congreso, el sistema de mayorías?

    Si la izquierda muestra reparos hacia los símbolos nacionales es porque la derecha los convirtió en símbolos de opresión, persecución y asesinato políticos. Y desde el 78 ha hecho muy poco o nada por favorecer su carácter integrador. Los contaminó. ¿Para siempre?

  2. Pinton

    Hoy, se ha quedado en un detalle que no daba para un artículo. Seguro que hasta usted mismo disfruta más documentandose para escribirnos sobre otros asuntos de más enjundia.

  3. ToniPino

    El PSOE es monárquico y republicano, según convenga. Es obvio que este Gobierno está arrinconando a la monarquía y al rey, pero cuando le interesa le defiende. Es verdad que por parte de Unidas Podemos hay un proyecto de liquidar la monarquía y el sistema del 78, que el PSOE no comparte plenamente, aunque no tengo dudas de que apoyaría si eso es la garantía de tomar el poder. Aunque ha hecho cosas positivas por España durante la democracia. el PSOE nunca se ha casado con nadie y tiene un trasfondo de peligrosidad manifiesta, como lo tuvo en el pasado.

    Yo no sé muy bien cuál fue la razón del lapsus republicano y podemos especular cuanto queramos. La ignorancia tampoco es descartable. En Hispanoamérica hay muchas personas que no nos tienen mucho cariño y sienten desprecio por nosotros. Son cosas de la historia y también de la propaganda. Hay que tener cuidado con esas interpretaciones densas a partir de los detalles.

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