Maniqueísmo imperante
«Si un Gobierno lo resuelve todo en términos de buenos y malos, está mintiendo de forma manifiesta a sus ciudadanos»
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene en el pleno del Senado. | Rodrigo Jiménez (EFE)
La lista negra se incrementa. A aquel clásico de «La Banca», se han unido las energéticas, los medios de comunicación y, ahora, podrían entrar en la lista aquellos que fueron los grandes héroes de la pandemia junto a los sanitarios: supermercados y distribuidores.
El Gobierno (una parte, u otra o ambas) no tiene reparos en aumentar el número aquellos que no arriman el hombro en una situación de crisis económica como la que estamos viviendo y, sospecho, que se debe a que es más fácil ampliar culpables que explicar los porqués.
Un ejemplo ilustrativo: cuando se declara la Primera Guerra Mundial, nos enseñaron que se debió a un serbio-bosnio llamado Gavrilo Princip asesinó al Archiduque Francisco Fernando. Princip pertenecía a un grupo nacionalista serbio llamado «Unificación o Muerte» (sutiles no eran), más conocido por su sobrenombre «La Mano Negra», así que la bola estaba perfecta para embocar.
Los paramilitares de La Mano Negra veían en el sobrino y heredero del Emperador Francisco José I, el reflejo del totalitarismo que ahogaba a sus aspiraciones nacionalistas, que esclavizaba a su pueblo y… ya saben. Pero no tengo yo muy claro que todos en esa organización supieran adivinar que los Balcanes eran el centro de una disputa en la que las aspiraciones pan-eslavas de Rusia chocaban con las expansionistas de Austria, el declive del Imperio Otomano y la tranquilidad territorial de Italia.
Por supuesto todo esto llevaba años peleándose de salón en salón y con acciones militares que podríamos denominar pasivo-agresivas, pero todos estos países tenían un objetivo: el dominio de los Balcanes. Obviamente para los rusos y austriacos el control del Bósforo era crítico porque daba la salida al Mediterráneo, algo que los italianos tenían más que abierto, pero, en cualquier caso, todos tenían la misma intención de no dar a los serbios una patria y, de darla, que fuera dependiente de cualquiera de estos países.
Luchar contra el imperio austriaco era una mera cuestión de haber identificado un enemigo viable ya que Rusia (también imperial), con las mismas pretensiones de control, tenía la excusa de la supuesta hermandad eslava. Insisto: ¿qué necesitaba saber el serbio medio de todo este conflicto si lo fácil era decir «Austria es malvada»?
Si un Gobierno lo resuelve todo en términos de buenos y malos, está mintiendo de forma manifiesta a sus ciudadanos. Por supuesto que Vladimir Putin dejó muy atrás las líneas rojas ya en 2014 con la anexión de Crimea. Por supuesto que la invasión de Ucrania comenzada el pasado 24 de febrero fue un acto infame pero, recuerden, que Rusia lo vendió como una desnazificación de Ucrania ante una amenaza de que este país pusiera a la OTAN en la frontera con Rusia y, si lo vende así, es porque sabe que hay audiencia para la excusa.
Así que sí: en un mundo en el que una pequeña inestabilidad (no hablemos de una crisis internacional) lo puede mandar todo a… allá, queda claro cuál es la implicación del líder ruso en la situación actual, pero eso no significa que toda la situación actual esté ocasionada por Vladimir Putin.
«De nuevo creo que deberíamos dar un paso atrás y mirar con distancia a qué hace que España viva los mayores pelotazos en época de bonanza y las mayores depresiones en las épocas de crisis»
Si mal no recuerdo he sido consciente de tres crisis. Alguna otra habré vivido, pero no tenía yo mucha cabeza para seguir su proceso. La del 2000 fue la de las puntocom. Mucho dinero desapareció porque demasiada gente pensó al mismo tiempo que en internet estaba el mercado cuando, no había tanta gente conectada y, hoy, la realidad demuestra que hay grandes titanes (Google, Meta, Amazon…) pero la realidad de costes e ingresos no respalda toda aquella especulación.
En 2008 desapareció mucho dinero por el tema de las subprime, los CDOs… Millones de dólares y euros en derivados inmobiliarios desparecieron cuando el mercado demostró que esos bonos tenían un precio inflado para una solidez limitada.
Y ahora ésta. ¿Saben lo que tienen en común todas ellas? Que en España nos han metido un arreo importante. En el 2000 sobreestimamos el mercado potencial, en 2008 teníamos demasiado inmueble y demasiado bono y hoy en día queda claro que no tenemos autonomía energética porque, entre otras cosas, temblamos cuando Argelia nos corta el grifo y resulta que le compramos gas a Rusia, a la malvada Rusia.
Así que no: no todo es problema de Putin, al igual que Ucrania no estaba nazificada, al igual que el mercado inmobiliario no era un mercado de bajo riesgo y al igual que tener un portal de internet no nos iba a hacer dar el pelotazo porque nos iba a comprar Terra.
Por eso, que haya medios que ataquen al Gobierno, que la Banca no tope las hipotecas ante la subida de los tipos de interés, que las eléctricas tengan enormes beneficios por las subidas de precios o que las distribuidoras y supermercados no topen los precios (empezarán a ver que «topar» es recurrente) no son elementos subversivos que actúan en contra de la sociedad, especialmente cuando la Hacienda Pública bate récords de recaudación.
Como decían en la Gran Apuesta: «Esto es Wall Street y usted nos ofrece dinero gratis, Dr. Burry. No lo vamos a rechazar». Sustituyan Wall Street por calle Alcalá 5 de Madrid y a Michael Burry por los contribuyentes y… saquen sus conclusiones.
De nuevo creo que deberíamos dar un paso atrás y mirar con distancia a qué hace que España viva los mayores pelotazos en época de bonanza y las mayores depresiones en las épocas de crisis. Entender porque nuestro desempleo dobla la media de la UE, por qué nuestro PIB per capita queda por debajo.
Es difícil ver el largo plazo, pero entrar a dolor en las batallas maniqueas mientras se aplican parches, ya hemos visto en muchas ocasiones dónde terminan (les aliviaré el suspense: en otra batalla maniquea a corto plazo).
