THE OBJECTIVE
Jesús Montiel

Historia de un milagro

«Los libros y las hogueras comparten la misión de arrimarnos y aliviar el frío del mundo»

Opinión
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Historia de un milagro

Unplash.

El milagro ocurre la tarde de cada miércoles. A eso de las ocho, la única ventana del bar se enciende y dentro un grupito de vecinos se congrega alrededor de una mesa para hablar de literatura. Del libro que se ha elegido previamente y que armados con papeles y cervezas desmenuzan mientras el río sigue a lo suyo al otro lado de la pared. Allí estarán hasta la medianoche, igual que forajidos alrededor de una hoguera nocturna. Porque los libros y las hogueras comparten la misión de arrimarnos y aliviar el frío del mundo. 

La Croqueta es un bar recoleto que hay justo enfrente de mi portal. Tan pequeño como un dado. No sabía que dentro se reunía un club de lectura hasta que un día, como de costumbre, crucé la acera con mis hijos y vi en las mesas de la terraza uno de mis libros. De este modo tan sorprendente, ese día me sumé a la tertulia como autor invitado, sin cálculo ninguno, y bebí cerveza con aquel grupo de mujeres y un solo hombre arruinando sin duda la imagen que de mí se habían hecho leyéndome.

El bar lo regenta Beatriz y le ayuda Julio, un chico venezolano que habla a voces. Beatriz ha colocado en una pared del local una balda en la que se apilan unos cuantos libros. Los que van leyendo en el club de lectura, igual que los trofeos de un aficionado a la cinegética. Pero no es sólo un club de lectura. El vínculo ha superado la literatura, de manera que los miércoles se cruza en una y otra dirección la frontera que separa la confidencia del comentario lector. Porque la comunidad es ya un grupo amistoso. Donde se trafican confidencias y unos escuchan a los otros durante los problemas. Un libro florece países. Hay pueblos y culturas que han nacido de unas cuantas palabras colocadas en una página. 

Son las once de la noche. Ladra el viento cuando abro el balcón para regar la maceta. Abajo parpadea la única ventana de La Croqueta, ermita de la Santa Lectura. Dentro se celebra un insólito cenáculo en el que la literatura vuelve a ser lumbre en la noche helada y compañía debajo de las estrellas. La Croqueta es una isla de asombro en las calles colonizadas por la urgencia. La constatación de que el libro no es un objeto inofensivo, sino que transforma la soledad en una compañía. Cada día creo menos en los apocalipsis porque descubro motivos suficientes para la confianza. 

Los telediarios tendrían que contar lo que sucede cada miércoles en La Croqueta.

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