La lección de Liz Truss a Pedro Sánchez
«Estamos a la cola de Europa en crecimiento desde 2019, y lo único que se le ocurre a Sánchez es poner un palo más en la rueda para contentar a sus socios»
Han pasado los diez días de duelo nacional tras la muerte de Isabel II, que es el primer cometido que ha tenido que asumir la nueva primera ministra británica, Liz Truss. Una vez con las manos libres para dedicarlas a los asuntos ordinarios de la política, Truss ha presentado a los británicos un plan económico para los próximos años; al menos para los dos que restan hasta las próximas elecciones generales.
El plan tiene tres ejes: una rebaja de impuestos, una desregulación de la economía, y un plan de ayudas ante la perspectiva de que familias y empresas no puedan hacer frente al brutal aumento en el coste de la factura energética. Según las previsiones, en octubre el coste de la energía será un 80% superior al del año pasado.
Empezando por esto último, es difícil resistirse a la idea de que los contribuyentes, por medio del Estado, sufraguen con dinero público unas ayudas que van a atender el acuciante problema del coste de la energía que van a sufrir esos mismos contribuyentes. En realidad, los primeros contribuyentes no son los de ahora, sino los de dentro de unos años. Y tiene sentido que en una situación de crisis el Gobierno aumente la deuda para atender una situación actual muy difícil. Estamos tan acostumbrados a que los gobiernos paguen con impuestos futuros sus compras de votos actuales que hemos perdido la perspectiva de cuándo tiene sentido aumentar la deuda.
«Liz Truss y el ministro de Economía Kwasi Kwarteng han presentado la mayor rebaja de impuestos permanente en 50 años»
Pero los precios de la energía son sólo uno de los graves problemas que tiene el país. El más importante, Liz Truss lo tiene claro, es el del crecimiento. En los años 80’, tras las reformas introducidas por Margaret Thatcher, la economía británica creció de forma acelerada. En los años 90’ y 00’, hasta la Gran Recesión, el crecimiento era del entorno del 2,5 al 3%. Desde 2010, sólo en dos años se ha superado ese 2,5%, y desde 2014 ese crecimiento no ha dejado de caer. Menciono esa tasa de crecimiento, porque es el objetivo que se ha marcado la nueva primera ministra británica: un progreso económico del entorno de los dos puntos y medio por año. No es muy ambicioso, pero se puede alcanzar.
¿Cómo? Bajando los impuestos y desregulando la economía. Liz Truss y el ministro de Economía Kwasi Kwarteng han presentado «la mayor rebaja de impuestos permanente en 50 años», según el Institute for Fiscal Studies. Lo más importante es que elimina el último tramo del IRPF, que afectaba al 1,1% con mayores rentas, porque Truss quiere que el país sea atractivo para los trabajadores más cualificados: prevé la creación de un visado para los estudiantes de las mejores universidades del mundo, y en general liberalizará los visados. También elimina los topes a los bonus que pueden ganar los empleados y directivos de la banca.
La economía británica tiene el mismo problema que la de los Estados Unidos: le faltan trabajadores; especialmente empleados cualificados. La tasa de paro es allí del 3,6%. Hay dos millones de puestos de trabajo por cubrir. Un miembro de alto rango del Gobierno le ha dicho a The Times: «Prevalece la idea en el Tesoro de que la inmigración es buena para el crecimiento. Parece que esta idea la comparten la primera ministra y el ministro de Economía».
«El Reino Unido seguirá en los niveles de carga fiscal más altos desde los años 50’»
Las aportaciones al sistema de Seguridad Social, que son un impuesto al trabajo, subieron en abril en 1,25 puntos. También se subió el IRPF sobre los dividendos. Ambas medidas desaparecen desde el 6 de noviembre. Por otro lado, la tasa del Impuesto de Sociedades, que su despeinado antecesor iba a aumentar al 26%, se rebajará hasta el 19%.
La rebaja fiscal no es muy ambiciosa: supondría volver a la presión fiscal del ejercicio 2021-2022; parte de las rebajas fiscales consisten en dar marcha atrás de la política socialdemócrata de Boris Johnson. Es decir, el Reino Unido seguirá en los niveles de carga fiscal más altos desde los años 50’.
También prevé la creación de áreas de crecimiento, con menores impuestos y regulaciones más sensatas. No está claro por qué hay que rebajar los impuestos en unas regiones más que en otras si no es como fruto de la competencia fiscal. Pero al menos servirá para mostrar que para crecer basta con levantar la bota del Gobierno sobre la actividad económica.
«Estamos a la cola de Europa en crecimiento desde 2019, y lo único que se le ocurre a Sánchez es poner un palo más en la rueda para contentar a sus socios»
Por ahora no sabemos nada de la rebaja del gasto público, que es el único modo de rebajar los impuestos a largo plazo, y que contribuiría a controlar la inflación sin necesidad de que subiesen mucho los tipos de interés. Pero por el momento, y según The Wall Street Journal, JP Morgan Chase preveía una caída en la actividad en 2023 del 0,6%, y después de conocer el plan lo elevó a un crecimiento del 0,2%.
Mientras el Reino Unido empieza a salir del cepo socialdemócrata impuesto por el Partido Conservador, Pedro Sánchez anuncia un «impuesto a las grandes fortunas». La ministra Montero ha anunciado esta medida de forma apresurada, ya que reconoce que no sabe cómo va a ser, y justo después de que el Gobierno andaluz anuncie el fin del Impuesto de Patrimonio.
Es obvia la motivación política: Cataluña tiene que financiar su carísimo proceso de construcción nacional y destrucción económica, y para ello necesita sacar dinero de donde pueda. Pero si Madrid ayer, y hoy Andalucía, y mañana Murcia, eliminan Patrimonio, muchas fortunas catalanas se plantean cambiar su código postal. De modo que nos encontramos con la paradoja de que el Gobierno quiere una recentralización fiscal para contentar a los secesionistas. Y de que es una medida inconstitucional, porque es atribución de las regiones.
Aquí todo se soluciona subiendo impuestos, y creando otros nuevos. Estamos a la cola de Europa en crecimiento desde 2019, y lo único que se le ocurre a Sánchez es poner un palo más en la rueda para contentar a sus socios. Al contrario de lo que hace el nuevo Gobierno británico.