MyTO

1-O: tomarse Cataluña en serio

«Cinco años después la política catalana sigue siendo una farsa; no para alimentar el anhelo de la independencia sino el fabuloso aparato clientelar nacionalista»

Opinión

El presidente catalán, Pere Aragonés, junto al hasta ahora vicepresidente, Jordi Puigneró | Europa Press

  • Catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha publicado recientemente ‘Lo sexual es político (y jurídico)’ en Alianza, Madrid, 2019.

A base de no tomárnoslo en serio, de confiar, mejor dicho, en quienes con la «buena perspectiva», «desde allí», estando presumiblemente en nuestra misma página constitucional, nos instaban a tomar aquellas bravuconadas –pongamos, entre otras muchas, la creación de una Agencia Tributaria de Cataluña– como excesos sin recorrido; a no caer en la lógica facha que daba gasolina al independentismo, llegó el lodazal del 1-0. Hace un lustro. Quién lo diría. Parafraseando el feliz título de Rafael Latorre, seguimos teniendo que jurar que todo aquello ocurrió.

Y el caso es que el expediente de que había que tomárselo medio a broma tuvo su recorrido ante y después del día fatídico. Previamente, al filo del precipicio en la suerte de juego de gallina que mantuvieron la Generalidad y el Gobierno de Rajoy quizá porque se pensó que una forma de dar posibilidad jurídica a lo que jurídicamente resultaba imposible era precisamente tomarse el referéndum en serio. Pero incluso sentados ya los golpistas y visto el juicio para sentencia la insurrección no debía ser tomada como tal. Recuerden el párrafo de la STS 459/2019: «Ciertamente el de rebelión no constituye un delito que exija la lesión del bien jurídico que el tipo busca proteger, a saber, la Constitución española como garantía de valores y principios democráticos, o la integridad territorial del Estado español. La tipicidad surge desde la puesta en peligro de tales bienes jurídicos. Pero ese riesgo -insistimos- ha de ser real y no una mera ensoñación del autor o un artificio engañoso creado para movilizar a unos ciudadanos que creyeron estar asistiendo al acto histórico de fundación de la república catalana y, en realidad, habían sido llamados como parte tácticamente esencial de la verdadera finalidad de los autores”.

«Cinco años después sabemos que la independencia iba en serio, muy en serio»

Cinco años después sabemos que la independencia iba en serio, muy en serio, y que lo que el Tribunal Supremo denominó «mero voluntarismo del autor», el conjunto de acciones ciertas y con indudable repercusión institucional de los «proto-rebeldes», se combinaba hábilmente con una estrategia de «internacionalización» del «conflicto», de «europeización» cuando menos, una manera en suma de doblegar a un Estado europeo, constitucionalmente democrático, para sentarse a una «mesa de mediación» a cuya convocatoria se instó a sumarse al sursum corda de la esfera internacional (Obama incluido). Incluso entre quienes se animaban a la «salida internacional» sin afán secesionista, tuvo que haber «dolo eventual», como dicen los penalistas, el cálculo de que una consecuencia esperable era precisamente el resultado anhelado por los que sí se rebelaban de frente. Máxime si hubiera habido víctimas mortales en aquella jornada de recuerdo odioso. Hoy cinco años después puedo recordar cómo yo mismo, en mi mindundi condición, fui requerido a que hiciera llegar a algún amigo con oficio «en Moncloa» (cuando no era set de grabación) el deseo de «volver a sentarse, hablar…» cuando, ya a poco más de 24 horas de «abrirse los colegios», solo correspondía que se cumpliera lo que los jueces y tribunales habían ordenado.

Cinco años después la política catalana sigue siendo una performance, una farsa o mascarada. Lo hemos vivido esta misma semana con ese «a que te pego leche» de Junts y el recíproco «en tu calle o en la mía» de ERC, con un resultado final del tipo «espera que le pregunto a mis padres». Nadie con mejor gracejo y tino que el diputado Alejandro Fernández para calibrarlo en sus justos términos: de lo que se trata es de que el hámster de la ensoñación siga rodando en la rueda; y no para alimentar el anhelo nacionalista de la independencia, sino las nóminas de los políticos de ambos grupos y el fabuloso aparato clientelar nacionalista al servicio de una parte de la ciudadanía.

Conviene, eso sí, no ensoñarse ni señorearse con el esperpento: la hegemonía institucional y social del independentismo en sus versiones más o menos core sigue ahogando a miles de conciudadanos a quienes ni la ley ni sus autoridades en la Plaza de Sant Jaume o en la Moncloa de las cuatro estaciones amparan.

Urge frenar la rueda y que el hámster salga definitivamente de la jaula.

Aragonès defiende la continuidad del Govern pero exige a Junts que decida «con celeridad»Aragonès defiende la continuidad del Govern pero exige a Junts que decida «con celeridad»
14 comentarios
  1. Pinton

    Lo que antes de eso del hamster había dicho el Sr. Fernández, es todavía más importante.

    Porque señaló que, con la nueva mandanga de seguir insistiendo con la copia de otros modelos (ahora lo de la ley de claridad quebequense), quedaba desactivada y amortizada la legitimidad del 1-0. De palabra, la primera autoridad en Cataluña, su presidente de gobierno, habia dado por amortizada lo de la legitimidad democrática de unas urnas compradas en los chinos. Lo que todavía no sabía el Sr.Fernandez, y por eso no lo dijo, es que era para empezar con un nuevo juguete también copiado pero con un nuevo compañero de juegos (PSC) con el que ERC va a conformar nuevo gobierno, apoyo mediante, si es necesario de ECP.

    Lo que todavía nadie está visibilizando es que, de aquel artilugio y de aquella legitimidad, el socio actual de gobierno que menos se aclara habia colgado a toda una serie de instituciones muy democráticas (por ser muy catalanas, claro), inventadas para la ocasión. Y que son las que, además, sostienen todo un modus vivendi apañado para solo unos pocos catalanes muy catalanes.

    Hoy mismo, en Cataluña, tienen un Parlamento sin presidente, a la par que un Gobierno sin vicepresidente y con la mitad de sus consejeros en el alero. Ahí es donde mejor se visibiliza la realidad institucional actual.

  2. Pasmao

    5 años después está mas que claro que aquello fue una revoluciçon de colores de libro. Y que si Soros ha puesto su sede en Barcelona y su hombre de confianza aquí es separatista catalán tampoco es una casualidad.

    5 años después los que decíamos, respecto la actitud del PP, entonces que eera una filfa lo tenemos mas que confirmado.

    Por desgracia lo que decía VOX entonces también era cierto. Y digo por desgracia porque lo que dice ahora, endilgándole la influencia externa en todo aquello a Putin, en vez de a los «especialistas» en revoluciones de colores, no es lo que decía entonces.

    En mi opinión esos virajes ideológicos de los únicos que supieron por donde iba el problema, los de Cs estaban/están en el cub de los «reliable» y no cuentan, son lo mas reseñable que ha habido desde entonces.

    La posición del PP, tan «reliable» como la de Cs, no ha cambiado ni cambiará. Sus flirteos con ex CiU les delatan.

    Un saludo

  3. Keunner

    No hay nada como escribir análisis a mucha distancia de los hechos para no acertar ni una. Y no hay nada como equivocarse en el diagnóstico de un problema para no encontrar la solución.

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