Mi afición a los jueves
«Este jueves tiene algo de lunes porque sucede a la fiesta nacional a la que Sánchez llegó tarde. Llegar tarde a la fiesta nacional parece una canción de Paco Ibáñez»
A partir de hoy mi columna en THE OBJECTIVE se publicará los jueves. Es el día que me ha caído en el sudoku de columnistas que deben encajar el director Álvaro Nieto y el jefe de opinión Luis Prados. Es un día que me gusta. Es, de hecho, el día que más me gusta.
Mi afición a los jueves supongo que tiene que ver con que nací un jueves. Aunque de esto de nacer tampoco soy un partidario incondicional. Reconozco las ventajas de no haber nacido, la mayoría fabulosas. Te ahorras muchos embrollos si no has nacido; te evita tremendos papelones. El que no ha nacido no se equivoca nunca. Ha tenido, por decirlo así, el acierto definitivo. Pero ya que naces tienes que tomártelo con deportividad.
Uno entonces llega al mundo y a algo mucho mejor, más ordenadito: el calendario. Y el calendario, además de meses y días, tiene semanas. La semana es el gran invento. Esa extensión de tiempo asequible, que les va dando una modulación a los días. Avanzar por la semana es como ir pisando baldosas de colores, cada una con su aroma, su tono y hasta su emoción. Es como una vestimenta de la vida, o del tiempo de la vida. Un vestido transparente pero con personalidad.
«El jueves es el último día laborable puro, pero con el fin de semana a tiro»
La palabra lo evoca. Y su situación con respecto a los demás días. La del jueves es la central, cuando la semana comienza el lunes (hay otras, que repudio, que comienzan el domingo: ¡abomino del almanaque anglosajón!). El jueves es el último día laborable puro, sin ese deshilachamiento ya del viernes; pero con el fin de semana a tiro, lo que lo aligera. Y lo contagia un poco, de ahí las juergas de algunos jueves.
Es un día precioso el jueves. Un día adulto, entero, lo suficientemente madurado como para que desprenda calor, aun en invierno. Trato ahora de captar la felicidad de los jueves, porque todos los jueves son felices. El pronóstico de César Vallejo de que moriría un jueves (con aguacero) no se cumplió: murió un viernes. Y no de otoño, sino de primavera. De primavera fue mi jueves.
Este mi primer jueves además tiene algo de lunes, porque sucede a un día de fiesta. El de la fiesta nacional, nada menos. Pedro Sánchez ha llegado tarde esta mañana. Llegar tarde a la fiesta nacional parece una canción de Paco Ibáñez, pero es que era el presidente. Ahí había una columna, pero he escrito esta otra.