THE OBJECTIVE
Enrique Cocero

Un extraño y difícil equilibrio

«Estamos al borde de un conflicto nuclear que posiblemente no sea global, pero deje huella radioactiva en Europa. Espero que alguien esté hablando con alguien»

Opinión
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Un extraño y difícil equilibrio

El exsecretario de Estado de EE UU, Henry Kissinger. | Reuters

Mientras sigan hablando hay esperanza. O eso quiero pensar.

Henry Kissinger, la maquinaria estratégica detrás de los mandatos de Richard Nixon y Gerald Ford, era un negociador de doble foco: sabía ver el panorama completo, pero al tiempo bajaba a tierra y hablaba con sus contrapartes implicados en el conflicto y, si era necesario, lo hacía con los superiores a estos.

Siempre he sido muy escéptico de los planteamientos ideológicos porque en ocasiones son tomados como guía, pero la mayoría de ellas son tomados como excusa. No tengo para olvidar acontecimientos ocurridos en España desde 2011, comenzando con el 15M, la llegada de un proto-Podemos a esas concentraciones, su entrada en el Parlamento Europeo encabezada por Pablo Iglesias y el consiguiente devenir de su figura y formación en función de tacticismos completamente ajenos de ideología, pero disfrazados de ésta.

Y les diré algo que yo me tomo como alivio y, probablemente, el exlíder de Podemos también: Iglesias no es ningún Kissinger.

Nacido en Alemania en 1823, en la ciudad de Fürth (Baviera), la familia Kissinger huyó a Estados Unidos poco antes de la Kristallnacht, La Noche de los Cristales Rotos o el primer acontecimiento a gran escala que los nazis ejecutaron como escenificación de su odio a los judíos.

La historia lo mismo les suena en su estructura y en su cadencia: un diplomático alemán, Ernst vom Rath, es asesinado en París por un judío polaco, Herschel Grynszpan, y, caramba, en respuesta el pueblo alemán se levanta de «manera espontánea» contra los judíos en una serie de pogromos coordinados en toda Alemania y territorios ocupados que acabaron con 30.000 personas en campos de concentración. Todo muy inesperado y fruto de la respuesta de gente con valores, ideales y principios, como verán.

Pues bien, el joven Heinz Kissinger llega a Estados Unidos con su familia y ésta, buscando una total integración en el país de acogida, habla inglés también de puertas hacia adentro. Heinz se convierte en Henry, aunque a lo largo de su vida conserve el acento alemán cerrado que ha paseado por todo el mundo.

Se enrola en el ejército, sirve como cabo en la Segunda Guerra Mundial, participa como efectivo de inteligencia en la Batalla de las Ardenas y, con la G.I. Bill (acta que facilitaba el ingreso en la Universidad a veteranos) y una más que privilegiada cabeza, es aceptado en Harvard.

«En Harvard, Kissinger centra su atención en los filósofos que analizaban la decadencia de la civilización»

Allí se produce un paso que considero fundamental para llegar a entender el pragmatismo extremo de Henry Kissinger: centra su atención en filósofos historicistas, como Kant y en aquellos que analizaban la decadencia de la civilización, como Arnold Toynbee y Oswald Spengler.

De aquí concluyó (y su perspectiva de la guerra no fue una influencia menor en esta conclusión) que, lo que llamamos civilización, no es consecuencia de un avance liberal con grandes ideólogos como demiurgos, ni una respuesta a la conciencia de clase, ni detonantes demográficos. Kissinger veía el transcurso de la humanidad como una sucesión de accidentes y descubrimientos a los que la sociedad se enganchaba y que, luego, eran moldeados por escultores del relato para demostrar la grandeza de la cultura que termina triunfante.

Véanlo como si nuestro entendimiento estuviera condicionado por la necesidad de épica y sólo nos permitiera entender la historia en función de quién oprime, quién se rebela, qué mártir es requerido y quién acaba triunfando. ¿La diferencia entre la historia real y un complot? Suban unos párrafos y vuelvan a leer en el que describo La Noche de los Cristales Rotos. O si no… aún más arriba.

«En 1961 la ruptura chino-soviética marcaría su figura como estratega»

Desde este pragmatismo por el que las creencias no importan tanto como las acciones, Kissinger vive en 1961 un acontecimiento que marcaría su figura como estratega: la ruptura chino-soviética.

Kruschev quiere dejar atrás el estalinismo, esto le obliga a cambiar el orden soviético, Mao no lo entiende y acusa a la URSS de revisionista (vamos, de no permanecer en el canon). China, en consecuencia, adopta una postura beligerante hacia Occidente y se cierra, no sin antes ofenderse por las negociaciones de la URSS con India, la cual tenía conflictos fronterizos con China.

Esto es 1961. Tensión. Como la tensión no es algo que se resuelva rápido y JFK ya tenía bastante con los misiles en Cuba, con Bahía de Cochinos (Castro no era revisionista, por lo visto), con Vietnam, lo mismo que Lyndon B. Johnson… pues así pasan 10 años y, en 1971, con un presidente republicano y una izquierda americana deseando ver el resurgir de India, Kissinger hace un doble movimiento.

Primer paso: habiendo enviado señales a China a través de Pakistán, de los franceses, polacos y rumanos, Kissinger se ve en Beijing con Zhou Enlai aprovechando una visita oficial a Pakistán a principios de 1971.

Segundo paso: viaje secreto a París a cerrar, con el embajador chino en Francia, el viaje de Richard Nixon que, finalmente, tendría lugar en 1972 y que tenía como máxima escenificación el encuentro del presidente con Mao Zedong.

Como anécdota contar que la mujer de Richard Nixon, Pat, fue utilizada como señuelo para la prensa, mientras las reuniones tenían lugar entre los gabinetes de los dirigentes de ambos países.

Estas acciones transversales y la necesidad de estar siempre donde se debía dar el siguiente paso, es la característica base de un gran negociador y estratega: no importa cuál sea tu rango, ve allí donde se decide y es que, a veces, sentarse en la mesa de los mayores exige haber apoyado el codo en muchas barras.

Volviendo a nuestra realidad actual, todo esto que les he contado hoy tiene dos objetivos: reivindicar una figura controvertida (ya sé que hay muchas cosas que muchos están dispuestos a reprobarle y Camboya es una de ellas) y decir que estamos al borde de un conflicto nuclear que posiblemente no sea global, pero deje huella radioactiva en Europa, el Continente que creíamos que ya no iba ver de nuevo una guerra en su suelo (no olvidemos la antigua Yugoslavia, no obstante).

Pues bien, cierro casi como abrí: espero que haya alguien que esté hablando con alguien.

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