MyTO

De agua clara a agua turbia

«La nación no se puede construir si se admite que una de sus lenguas, la materna para una mayoría de catalanes, es la castellana, la lengua de la nación enemiga»

Opinión
  • Desde siempre me ha gustado leer y escribir. En el Derecho he
    encontrado el rigor del método y en el periodismo el gusto por la
    literatura. Prefiero hacer reflexionar al lector que convencerle. Me
    considero racionalista, liberal y socialdemócrata.

El 19 de abril de 1970, hace más de 50 años, el entonces muy conocido escritor José María Pemán -hoy prácticamente olvidado- publicó en la Tercera de Abc un artículo que causó impacto: El catalán: un vaso de agua clara. Lo escribió a petición de un grupo de catalanes -entre ellos Jordi Pujol- que estaban emprendiendo una campaña cuyo nombre era Català a l’escola, a la vez que en las Cortes se debatía una nueva Ley de Educación, la después llamada Ley Villar Palasí, el nombre del ministro de Educación que la promovía. 

El brillante artículo de Pemán decía cosas obvias que entonces no eran frecuentes. Por ejemplo, que «el catalán, en sí, no es un problema: es una evidencia». Y añadía: «Lo que ocurre es que las evidencias cobran fisonomía contorsionada de problema cuando son manejadas por los políticos, ¡que ésos sí son un problema!». Y terminaba su pieza periodística diciendo: «Hablar o leer o aprender el catalán es un hecho simplicísimo. Se trata de beber un vaso de agua clara». 

Tenía razón Pemán: si hablar catalán en la calle, en la familia, en los bares y comercios, entre amigos, era un hecho, una evidencia, todo ello debía trasladarse también a las instituciones, entre ellas la escuela o las administraciones públicas. Esto último no lo decía explícitamente en el escrito pero se sobreentendía. 

Al fin y al cabo, Pemán era un hombre del Régimen, de la situación si se quiere, había evolucionado hacia posiciones liberales y monárquicas pero no podía desprenderse de su pasado, tampoco de su presente conservador, menos aún podía expresar claramente algunas de las cosas que quizás pensaba porque, aunque en aquellos tiempos ya no había censura previa, seguía existiendo un sutil control sobre la prensa y a veces se escribía solo para los lectores que sabían leer entre líneas. Por eso, el artículo tuvo amplia repercusión y aún, de vez en cuando, se recuerda. 

«Pensar que la normalidad de la calle se iba a instalar en las instituciones democráticas fue el gran error de muchos catalanes»

Sin embargo, leído unos años después, no muchos, pongamos diez, ya en democracia y con una Constitución y un Estatuto de Cataluña que no sólo reconocían el catalán como una evidencia sino que lo convertían en lengua cooficial en Cataluña junto con el castellano, el texto de Pemán pecaba de una cierta ingenuidad. Y no se la puedo reprochar. En aquellos tiempos, y hasta 1980, hasta el primer gobierno de la Generalitat, yo pensaba lo mismo: que el catalán es un vaso de agua clara se ha reconocido ampliamente, pensemos en otras cosas. 

Pero las intenciones  de aquellos que le pidieron a Pemán que escribiera en la página más prestigiosa del periodismo español de la época, eran muy otras, se inscribían en un movimiento táctico dentro de una estrategia de largo alcance. Los instigadores no se contentaban con normalizar la evidencia, pretendían utilizar el catalán como instrumento para construir una nación  y una vez construida reclamar separarse de España alegando -sin base jurídica ninguna- que Cataluña era titular del «derecho a decidir», un invento del nacionalismo vasco para no utilizar el término derecho a la autodeterminación, reconocido por las leyes internacionales pero claramente inaplicable al caso de Cataluña. 

Este trayecto de cuarenta años que ahora está meridianamente claro, porque lo hemos vivido -y si creyera que la memoria histórica es un concepto intelectualmente serio diría que forma parte de ella- entonces pocos lo sospechaban, confiaban que Pujol y compañía serían leales al gran acuerdo constitucional y estatutario, que el posible conflicto entre lenguas se había evitado porque la gran mayoría del nacionalismo catalán optó por convivir armónicamente desde el punto de vista lingüístico, es decir, por reconocer una Cataluña bilingüe, la evidencia de la que hablaba Pemán. La normalidad de la calle, aquello que no reconocía el franquismo, se iba a instalar en las nuevas instituciones democráticas. Pensar eso fue el gran error de muchos españoles, entre ellos buena parte de los catalanes. No comprendían entonces la terrible capacidad fanática del nacionalismo.

Porque Pujol lo dejó muy claro en el discurso de su primera investidura: «Si ustedes nos votan –dijo en la cámara catalana dirigiéndose a los diputados– votarán un programa nacionalista, un gobierno nacionalista y un presidente nacionalista. Votarán una determinación: construir un país, el nuestro. Votarán la voluntad de defender un país, el nuestro, que es un país agredido en su identidad». Una nación identitaria, como la que anunció Pujol que iba a crear, necesita rasgos específicos para diferenciarse de quien quiere separarse. 

«Según datos de 2018, los catalanes de lengua materna castellana representan el 52,7% de la población»

Cataluña y el resto de España lo tienen todo en común -pasado histórico, raza, religión, costumbres- menos un elemento: la lengua. Aunque en Baleares y la Comunidad Valenciana también se habla en catalán, son la única excepción. Por tanto, esta nación no se puede construir si se admite que una de sus lenguas, la materna para una mayoría de los catalanes, la más usada en las relaciones familiares y sociales, es la lengua castellana, la lengua de la nación enemiga.

Según datos del instituto de sondeos de la propia Generalitat (IDESCAT), en 2018 los ciudadanos catalanes de lengua materna castellana son el 52,7% de la población, los de lengua catalana son el 31,5%. En cuanto a la lengua habitual, utilizan el castellano el 48,6% de la población y el catalán el 36,1%. La realidad social, por tanto, es bilingüe y en la calle no hay conflicto alguno. Sin embargo,  en las instituciones de la Generalitat el monolingüismo impera. ¿Hay razones? Por supuesto, hay razones, sólo razones  políticas: si se admite el bilingüismo, el nacionalismo catalán se queda sin argumentos.

Como dijo Pemán, cuando las evidencias lingüísticas son manejadas por los políticos el problema no son las evidencias ¡son los políticos!. Este es exactamente el caso, este ha sido el caso durante más de cuarenta años. ¿Como con Franco pero al revés? Más o menos.

Sobre todo ello ha escrito un libro claro, preciso y hasta divertido, Jesús Royo (Las lenguas catalanas, ed. Punto Rojo). Con él tendré el gusto de conversar esta tarde en el Club Siglo XXI de Madrid. Hablaremos de como el agua clara se puede convertir en agua turbia. 

8 comentarios
  1. 23xtc

    Comprendo que hace mucho que S C C no es más que un instrumento para medrar, se ha visto en muchos integrantes ese plumero.

    Al menos no se conviertan en COPIONES de los mismos argumentos que hacen los de Plataforma o S. Escola al denominarme como hace usted.

    Yo no tengo la culpa que Cela fuera un inepto. QUE LOS REDACTORES DEL BANDO NO NACIONALISTA DE LA CONSTITUCIÓN, HA DADO CLASES COMO CATEDRÁTICO, SE COMIERANLAS EXIGENCIAS DE ESE BANDO para que el juez Bosch HOY acabe de matar legalmente que existe el idioma español en esta «nación de naciones», o que Josep Ramón Bosch haya ENGAÑADO A TANTA GENTE que creyó une su apelación a la mayoría silenciosa era veraz.

    Empiece por denominar idioma español el que hablo y escribo, mal, si, que el idioma español es lo que dice y argumenta el experto que he señalado.

  2. 23xtc

    «Toda esta población de origen dispar tiene que comunicarse y es ahí cuando adoptan la variedad simplificada de los vascos, más sencilla y accesible que otras modalidades románicas próximas, como eran el navarro-aragonés, el castellano o el leonés…Este tipo de asentamientos son los que hay en León, Navarra o Castilla, donde se habla esta variedad. Es la lengua en la que están escritas las Glosas Emilianenses, el Mío Cid o los textos de Berceo. Al principio solo se usaba en el centro, desde el Ebro hasta los límites de León con Galicia, pero luego se fue extendiendo por toda la península como lengua vehicular. Y no destruyó a las otras lenguas porque no tenía orgullo de lengua, no tenía adscripción nacional, motivo por el que la adoptaron tranquilamente los judíos, que tenían sus barrios tanto en ciudades de Extremadura como de Tarragona…cómo te las arreglas: pues en la lengua vehicular que se usa para el comercio y que con el tiempo algunos acabaron teniendo como lengua propia…Comúnmente se cree que el español viene del castellano, pero es al contrario, el castellano viene del español, que no es lo mismo. En el escenario que hemos descrito, el rey Alfonso X el Sabio puso una fijación léxica, una serie de normas a esa variedad y con el tiempo se le dio el nombre de su reino: castellano…Por eso no tiene sentido decir que el castellano se impuso en Aragón en el siglo XIV…La lengua española que llegó a América era canaria y andaluza. Los barcos salían de Sevilla, después de Cádiz… El español empezó a crecer realmente en el continente cuando se impone a través de las constituciones de los nuevos países, que consideran que el único lazo de unión de todos los pobladores es la posibilidad de la lengua…Los religiosos españoles aprendieron estas lenguas indígenas generales y se pusieron a predicar en ellas…la primera cátedra de quechua fuese del año 1580, en la Universidad de San Marcos en Lima. Y que Domingo de Santo Tomás publicara en 1560 en Valladolid un arte de la lengua quechua, una gramática. De modo que se promovieron estas lenguas, no el español. El español es una lengua vehicular que se habla y entiende en todo el estado español y que en el siglo XVI también era comprendido en Portugal, según nos confirman algunos testimonios como el de la Gramática de la lengua vulgar de España, publicada en Lovaina en 1559. Esto, guste o no guste, es así.»

  3. 23xtc

    Señor mío lea ya que puede a Ángel López García-Martorell antes de denominarme castellanohablante.

    Al menos ya que ni tan siquiera buscará los argumentos en internet del afamado, vea al video que colgó s c c , donde está usted «far molt», colgó la entrevista al lingüista.

    Le voy a ayudar no a cambiar de opinión y dejar de denominarme castellanohablante, eso no está en mis posibilidades, al menos le voy a dejar con un palmo por contribuir a que existe la futura ley de lenguas como ya sabe. Como sabía que Inés y Cima eran pareja desde antes de la última elección autonómica que ganó Mas.

    Le recuerdo que intervino en el Senado el lingüista, usted ya está al tanto.

    Que es idioma español don Francesc.

    El sr Sánchez Costa en la presentación del libro de Ángel López reconoció su error al escuchar los argumentos del experto de porque la lengua castellana no es el idioma español, idioma vehicular, koiné. Argumentos basados en la historia de los reinos cristianos y musulmanes de la península, idioma español vehicular desde hace más de 500 años y en muchos países más, por ley. Aun y así se empeñan en denominar el idioma español como castellano y a las personas hablantes en español de origen español, o no, en Cataluña como castellanohablantes. En el senado han tenido a Ángel López García-Molins o Mª T. Echenique entre otros, para demostrar que el idioma español no es lo mismo que lengua castellana o idioma castellano, como postula un indecoroso Josep Ramón Bosch y Joaquín Bosch anunciando la futura ley de lenguas, para legalizar que todas las que se legislen son lenguas españolas.

    Es un error importante no denominar correctamente que el idioma que se conoce en todo lo continente americano y que estoy escribiendo es idioma español, no exista el idioma español y si «el castellano» en Cataluña, Baleares, Valencia, Vizcaya, Galicia, Asturias….

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