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Un PP centrista, no, por favor

«La misión histórica de Feijóo no es acoger a los socialdemócratas compungidos sino asentar los pilares que aseguren la libertad y el Estado de derecho»

Opinión
  • Madrid, 1967. He sido columnista en Libertad Digital, Vozpópuli y El Español. Ahora escribo en La Razón y THE OBJECTIVE y hablo en Herrera en Cope. Soy profesor titular de Historia del Pensamiento en la UCM. Tengo unos cuantos libros de historia y política.

Los partidos tienen una responsabilidad histórica. Siempre. La del PP hoy, con un Gobierno que está siendo la ruina de la democracia y de la economía españolas es no ceder ni un milímetro en lo básico. Lo básico no es ser centrista, sino la libertad y las instituciones que la garantizan, como la independencia del CGPJ. 

La derecha española ha cedido demasiadas veces. Ha creído que para ser aceptable debía ir asumiendo que la izquierda tenía razón en todo. Los socialistas decían la verdad cuando exigían un Estado creciente, intervencionista y expoliador, y sobre esa senda ha ido andando también el PP desde sus inicios. 

Los nacionalistas sostenían que España era poca cosa, un error histórico para el  beneficio de la oligarquía y que ahogaba a las provincias. Ya conocemos el cuentecito regeneracionista que tanto ha calado en España con los desvaríos de Ortega que hicieron de nuestro país algo acomplejado que se creía desvertebrado y de espaldas a Europa. Y sobre esta senda también ha ido el PP, dando razón al victimismo nacionalista. 

«Esa derecha no hizo nada cuando tenía que haber derogado la nefasta Ley de Memoria Histórica»

Esa derecha no hizo nada cuando tenía que haber derogado la nefasta Ley de Memoria Histórica que convertía en demócratas a totalitarios que querían imponer la dictadura del proletariado. A esos mismos cuyo deseo era establecer una memoria de Estado, un relato obligatorio que se cargara lo que decente y digno tuvieron la Transición y las personas que la protagonizaron. Se contentaron con quitarle el presupuesto a la dichosa ley, y ahora la tenemos más fuerte que nunca. 

Pudieron reforzar en su día la independencia de las instituciones judiciales, en concreto del CGPJ, para que España tuviera garantizado en el futuro los mecanismos de defensa ante la arbitrariedad de un Gobierno como el de Sánchez. No hicieron nada de nada. Creyeron que ceder al autoritarismo izquierdista era ser «centrista». 

Por su cabeza pasó algo así: «Bueno, venga, un poco de socialdemocracia más, y más carta blanca al nacionalismo, aderezado con la injerencia en el poder judicial». Así era el sistema, un enjuague que permitía sobrevivir día a día. A esto se añadían las leyes ideológicas que iba excretando el PSOE y que apoyaban sus medios de comunicación. El PP protestaba primero con una boca grande que iba cerrando según le decían que debía ser «centrista». 

Lo mismo ha pasado con el Poder Judicial. ¿A quién se le ocurrió decir que ser un «partido de Estado» y «responsable» es permitir que Sánchez meta mano a las instituciones judiciales para satisfacer a los golpistas y filoetarras? ¿En serio? ¿Es que no nos acordamos de la frase más brillante de Ruiz Gallardón cuando fue ministro de Justicia? «Hay que acabar con el obsceno espectáculo de los políticos que nombran a los jueces que han de juzgar a esos políticos». Luego le llamaron la atención y se frustró una vez más el fortalecimiento de la independencia judicial. 

«¿De qué vale que el PP gane las elecciones si quiere ser un poquito de izquierdas y muy amable con los nacionalistas?»

Ser de centro en España es una enorme trola. Lo ha sido siempre. Es hambre para hoy, muerte para mañana. Incluso en las urnas. La estrategia centrista del PP de Feijóo no puede ser ocupar el espacio del PSOE moderado que repudia a Sánchez, y, por tanto, hacer lo que haría un socialista de orden. 

No se trata de ganar las elecciones, sino de para qué se quieren ganar. La misión histórica que tiene encomendado el PP de Feijóo no es acoger a los socialdemócratas compungidos y recibir la palmadita en la espalda de los medios sanchistas. 

La tarea decisiva que tiene Feijóo por delante es devolver España al club de las democracias liberales respetables, asentar de una vez por todas los pilares que aseguren la libertad y el Estado democrático de Derecho. 

La pregunta es evidente: ¿de qué vale que el PP gane las elecciones si quiere ser centrista; es decir, un poquito de izquierdas y muy amable con los nacionalistas? No merece la pena entonces. Si no nos damos cuenta de lo rápido que avanzan los enemigos de todo lo bueno y libre, es que ya está todo perdido. Hoy la lucha está entre defensores de la libertad y los ingenieros sociales. Más centristas no, por favor. 

16 comentarios
  1. Pasmao

    Buenos días Vilches

    La pregunta es si es el PP un partdio de derechas.

    Que lo votan gente de derechas, que por h o por b no quieren vitar al único partido de derechas que existe, muy cierto. Pero eso no significa que sea de derechas. Aunque haya algunas figuras, que por cierta tendecnia liberal o por tener mas genio y no ser tan cobardes (CAM, Cayetana… ) pueda dar otra idea.

    Y que además es un partido muy cobarde, por propia conveniencia, es también algo muy claro. Siempre habrá cuatro excepciones aquí o allá que no lo sean y a las que se paseará para poder decir lo contrario. Y luego se las marginará.

    Que el «otro» partido no sea lo que mas le guste no significa que NO sea de derechas. Y que además aunuque vaya de conservador no significa que no sea mucho mas liberal que el PP o Ciudadanos (cuando existió).

    Yo de votar a alguno lo mas posible es que me ponga la pinza en la nariz y vote al «otro» partido. Por lo menos a priori uno sabe mucho mas sus problemas. Por otro lado hay que olvidarse del tema de que el PP tiene los cuadros y la experiencia de gobierno que los «otros» no tienen.

    Porque esos mimos cuadros, o mucho mejores, y mejor xperiencia de gobierno (de los tiempos de Aznar) tenía ese PP con la absoluta en 2011 y ya ve a donde nos llevó.

    Es mejor una buena brújula.

    Un saludo

  2. 23xtc

    Vilches el problema se creó en 1978 con la aprobación de la constitución que es la que da legalidad a todo lo que hoy describes, pero solo señalas el árbol, o para ser más concreto en este nuevo artículo bien pagado, los que señalas, no el bosque.

    Empieza por esa transición que aún hoy algunos periodistas y tertulianos, no todos de edad describen con estas palabras, » ejemplo en el mundo de transición democrática, Juan Carlos nos trajo la democracia, son las reglas que nos hemos dado entre todos». Y al mismo tiempo también dicen lo mismo que tu escribes. O una cosa o la otra la dos no puede ser. Pregunta a Tomas de la Cuadra si se arrepiente de la LOAPA o Herrero de Miñón que voto en contra de esa le y hace años que lo ha olvidado.

    Para esos ejemplos Portugal, en cambio VOSOTROS hace tiempo que lo habéis ignorado, solo sabéis aprovecharos de forma personal, ganaros la vida haciendo tertulias y artículos. Algunos hoy de edad se convirtieron como periodistas, sin internet, en una especie de servidores del nuevo poder político, de ese consenso de la «transición» entre AQUELLOS PADRES, Fraga, Carrillo, Gregorio Peces, Roca, y resto, y Juan Carlos como máximo mullidor., POR QUE EN TODO LO QUE PASO EL ESTUVO.

    Que un personaje como Fernando Jauregui o Onega no tengan el valor de decir a la gente la verdad sobre esa época de 1975 a 1982, es porque ellos comparten errores y buscaron su beneficio.

    En Portugal se cometieron atentados, declaraciones de independencia en los dos archipiélagos, nadie daba un duro por ellos, todas las puertas cerradas, En cambio a Juan Carlos le abrieron desde USA, Europa, Hispanoamérica, África… todas. Cuantos partidos indepes hay en el parlamento europeo de Portugal Vilches.

    ¿En serio? no Vilches, en español hasta hace poco se decía ¿de verdad?, ahora con los dobladores de series americanas os habéis sacado de la chistera esta estupidez de ¿en serio? Y para estupidez decir en las tertulias del fútbol «chequear, chequeando, ha chequeado» en lugar del verbo revisar.

    Dentro de poco también escribirás tu «chequear» y conjugaras el nuevo verbo.

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