THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

Bajarse los pantalones

«El PSOE no tiene más proyecto para España que el mantenimiento de Sánchez en Moncloa. Para esto necesita conservar la coalición rupturista a cualquier precio»

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Bajarse los pantalones

The Objective. | Ilustración.

Podría ser el eslogan electoral del PSOE en las próximas elecciones, Bajarse los pantalones, porque esta es la única estrategia que tiene el sanchismo para permanecer en el poder. Sánchez se sienta en cualquier mesa de negociación con la cesión por delante, salvo con el PP. Ese ha sido el sistema que ha seguido hasta ahora, y que ha conseguido hacer felices a los nacionalistas.

El asunto es que Sánchez se dedica a bajar los pantalones al Estado democrático de Derecho para congraciarse con sus amigos de Podemos, ERC y Bildu desde el primer día. Esta maniobra ha necesitado desde el principio una colonización del Estado para impedir que sus funcionarios de carrera protesten o entorpezcan el camino. Pasó, por ejemplo, con la directora del CNI, que tuvo que dimitir por cumplir sus funciones. 

Este mismo sistema lo estamos viendo ahora con más claridad porque el descenso del PSOE en las encuestas hace más necesaria la coalición Frankenstein. Sin sus aliados, Sánchez no es nada. Su intención ha sido siempre crear una mayoría a nivel nacional y autonómico con los podemitas y los independentistas, que sirva para controlar la política y las instituciones. Era crear un consenso político nuevo basado en una nueva mayoría, que, por supuesto, dejaría fuera a la derecha, a la que se ha demonizado.

«Los podemitas no van a romper nunca. No tienen de dónde cobrar como ahora»

Sánchez mantiene las piezas de la coalición Frankenstein, de esa nueva mayoría, satisfaciendo los requerimientos de cada una de sus partes. Repasemos.

El visto bueno a la ley trans es el resultado del chantaje de Podemos al PSOE para aparentar que forman un Gobierno. No es que los podemitas vayan a romper. Nunca. Piense Vd. que los podemitas no tienen de dónde cobrar como ahora. El caso es mantener las apariencias. El coste de esta cesión de Sánchez es un puntapié al feminismo clásico del PSOE y un desaguisado para el entramado jurídico español. 

Si para aprobar los PGE necesita a los 13 diputados de ERC, Sánchez acepta que en Cataluña no se eduque en español en la pública, y trabaja para que se rebaje el delito de sedición. Esto beneficia a los golpistas de 2017, y allana el camino para otros aventureros independentistas, mientras se adoctrina y margina en la escuela. 

Si Sánchez necesita el apoyo de Bildu, Sánchez se dedica a acercar a los presos etarras a cárceles vascas como si hubieran puesto un teletransportador en otras prisiones. ¿Está contento el nacionalismo vasco? Pues claro. No hay más que ver la desagradable sonrisa de la portavoz bilduetarra mientras dice que espera que Sánchez acabe la legislatura, que no se vaya, por favor, porque nunca habían encontrado un Gobierno más blandengue. 

Todos los presidentes del Gobierno de España han cedido algo a los nacionalistas, ya sea competencias o relato, pero ninguno como Sánchez, al menos con tanta intensidad y devoción. 

Ahora es mucho más grave porque el PSOE no tiene más proyecto para España que el mantenimiento de Sánchez en Moncloa. Para esto necesita conservar la coalición rupturista a cualquier precio, dejando muy enterrada cualquier responsabilidad contraída con la coherencia y funcionalidad del Estado. Preocupado en conservar el Gobierno, a Sánchez no le importa que nuestro Estado democrático de Derecho se baje los pantalones continuamente. 

«El empeño de Sánchez por cumplir sus promesas ocultas a los nacionalistas está degenerando el Estado de derecho»

La hoja de ruta pactada con los rupturistas es asaltar el CGPJ. Luego, tener un Tribunal Constitucional afín que no castigue una consulta de autodeterminación en Cataluña o en el País Vasco. El relato ya lo tendrían hecho: el proceso es legal, su delito está indultado, el Código Penal mira para otro lado, y se trata de partidos progresistas, no reaccionarios y rancios como los de la derecha, lo que les da legitimidad. 

Este es el motivo de las prisas del sanchismo para renovar el CGPJ y conseguir un gobierno de los jueces que satisfaga a los comunistas de Podemos y a sus socios parlamentarios. Ninguno de estos está preocupado por el buen funcionamiento del sistema, sino por controlarlo en beneficio propio. 

El empeño de Sánchez por cumplir sus promesas ocultas a los nacionalistas está degenerando el Estado democrático de Derecho, que no está acostumbrado a que le bajen tanto los pantalones. Es evidente que hemos iniciado un camino solo por satisfacer las necesidades ególatras de Sánchez del que luego nos lamentaremos.

La situación que va a dejar será de pasmo. Los sanchistas no están pensando en el día de mañana. El asunto de pensar en la herencia que dejarán lo guardan para el ecologismo, que es la manija favorita para prohibir y subvencionar que tiene hoy cualquier ingeniero social. Así, la primera obligación del Gobierno que llegue al poder en 2024 será devolver la dignidad al Estado. Ya lo verán. 

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