MyTO

Contables con complejo de fascistas

«La prosa funcionarial cuenta que si la derecha no pacta con Sánchez se vuelve parte del ala radical. Es una forma de negar el derecho a la oposición ideológica»

Opinión

Erich Gordon

En La fiesta de la insignificancia, Milan Kundera cuenta que José Stalin, el padrecito del comunismo, se burla de sus funcionarios con un chiste malo sobre 24 perdices. Nadie se ríe, se han olvidado de lo que es una broma. Kundera sabe que el humor es un arma poderosa, sirve como resorte para hacer despertar al oprimido, al que vive acogotado. La genialidad del sentido irónico- humorístico consiste en que consigue el desapego, logra desnudar el relato y en este preciso momento rompe con la mecanicidad del pensamiento, produciendo un segundo de lucidez, una carcajada.

Esto me pasó a mí el martes escuchando la tertulia de Federico. Hablaban sobre la inhabilidad del PP para dar la batalla ideológica en los frentes abiertos esta semana (memoria histórica, el sainete del CGPJ y la violencia doméstica). «Solo pueden quedarse de contables de Al Capone», dice un tertuliano. Escucho esto desayunando en una tasca de Madrid e intento no reírme en público, pero el tertuliano ha conseguido romper la mecanicidad de mi pensamiento político con un chiste. Sigo meditando si prefiero que me llamen facha o contable de Al Capone. Desfilan en este instante frente a mi mesa un señor con un abrigo de piel hasta los tobillos, pese a que no hace frío, y uno detrás que mira las pieles con aire de desaprobación. Hay personas que saben, con su desaprobación, acomplejar a quienes temen los prejuicios ajenos y también hay quienes se pasan los prejuicios por el forro. Éstos son los que hacen buenos chistes.

Otra lección de Kundera sobre el grillete totalitario es la fabricación del relato. En la ficción de Kundera, Stalin explica que en comparación con Kant, Schopenhauer estuvo más cerca de la verdad y pregunta cuál fue su gran idea. Nadie dice nada. «La gran idea de Schopenhauer, camaradas, es la de que el mundo no es más que representación», dice. Y lo explica: «Hay tantas representaciones del mundo como hay personas en nuestro planeta. ¿Cómo poner orden a ese caos? La respuesta es clara: imponiendo a todo el mundo una única representación».

«Los socialistas no aspiran solamente a controlar el relato propio, quieren controlar el relato de los contables de la derecha»

Los socialistas no aspiran solamente a controlar el relato propio, sino que, como buenos socialistas, quieren controlar el relato de los contables de la derecha. Esto parece ser una especie de tortura para algunos. Es así como me entero que esta semana he pasado a ser miembro del ala de la derechita dura, yo y todos los que criticamos un reparto de jueces con la mafia de Al Capone. Algunos contables de la derecha han interiorizado esta hilaridad e intentan dar pruebas de honestidad de manera febril. Los periodistas de la redacción moscovita, digo monclovita (de La Moncloa) y parte de los enloquecidos lectores de El País llevaban días publicando las mismas consignas, en una campaña de prosa funcionaria demasiado homogénea.

La prosa funcionarial nos cuenta que si la derecha no pacta con Sánchez se vuelve automáticamente parte del ala radical. Es una forma de negarle a uno el derecho a ejercer una oposición ideológica, fuera de los libros de contabilidad. La pesadez de este ambiente cultural e intelectual radica en su gravedad, en su carga o peso emocional. El PP a veces tiene tanto miedo de los prejuicios y de ese relato único que camina sobre una fina capa de hielo. El mejor antídoto es reírse de toda esta gravedad totalitaria. Al final, si creemos todos los prejuicios y seguimos el relato fabricado sólo llegaremos a ser contables de Al Capone con complejo de fascistas. Ese es el chiste.

6 comentarios
  1. Pepecola

    Con esto de las identidades contables compartidas debe haber una confusión importante dada la manía (hegemania insoportable) que tienen los neoestalinistas por las bromas y por las lecturas disipadas que inducen a la risa o a la carcajada tronchante que es el mejor disolvente de la idiotez, y de los necionalistas más carlistones que desenfundan el trabuco en cuanto intuyen que el autor de la broma está de cachondeito (modo irónico on) con sus principios más intocables del movimiento necional propio, aunque tengan otros más sobables que es donde hay que hurgar sin piedad hasta conseguir que se derroten y que canten el virolai ay, ayayay, o que se retiren con el rabo entre las piernas como quien va a por uvas y sale de pinchauvas. Yo particularmente prefiero que los fachizquierdistas me consideren un ‘agorero del apocalipsis’ como dice doña Yolanda la vicepresidenta, que un primo segundo de don Benito, o un contable de la mafia. No se, es un capricho que tengo.

    Por eso, creo que los cada vez más fanatizados lectores de El País (de los líos) se les pone la cabeza del revés y los principios inmutables manga por hombro cuando se ven retratados irónicamente en una columna de Fernando Savater, o de Félix de Azua (esto es un seis, esto es un cuatro y está es la cara de tu retrato) por ejemplo, y los más cretinos de entre ellos le piden, qué digo le piden, le exigen en los venenosos comentarios poniéndose como motos, como suscriptores pagafantas con derecho a cancelar, a doña Pepa Bueno, que es buenísima, que les sierre la columna sin piedad con la motosierra y que después les corte la cabeza a los disidentes de la segunda parte contratante.

    A cualquier mostrenco adanista, incluyendo en esta categoría a los seguidores de Pablo Manuel Iglesias y a sus esbirros, que prefieren chuparse la serie de Juego de Tronos tropecientas veces para ponerse estupendos con el jefe de la cosa, en lugar de leerse la ‘Canción de Hielo y fuego’ en media docenas de tomos estupendos que es mucho más trabajoso, les implosionaria el cacumen con solo leer la contraportada de una novela como ‘La insoportable levedad del ser’, pongamos por caso, de Milan Kundera, que como todo el mundo sabe es un escritor ‘disidente’ checo de 93 años que se puso muy de moda allá por los años noventa gracias entre otros y otras a la fugada Marta Rovira, la nacionalista de piedra pómez y de lágrima histérica fácil, que lo seguía mucho aunque no había leído nada cuando estaba en el candelabro porque como ya sabíamos todos y todas, lo suyo era puro postureo lazi.

    Nunca se verá reír a un nacionalista ultraviejuno, ni a un neoestalinista de piedra picada, excepto en los entierros de los enemigos políticos íntimos, o de los disidentes y disidentas del régimen sanchista en general, y si acaso a veces en casos extraordinarios cuentan un chiste en el funeral cuando la espicha la suegra o les cuentan un chiste en ruso o en chino mandarín, y a veces ni eso. La risa sigue siendo tan disolvente de los malos humores como puede leerse en el ‘El nombre de la rosa’ o viendo la película.

    Me ha gustado mucho su artículo sobre el supremacismo de la neoizquierda viejuna y sus desastrosas consecuencias en la derechita acomplejada. Yo Tarzán, tú (dere)chita.

    PD Acabo de enterarme de que a Puchi y al resto de fugados que se tiraron al monte de las almas perdidas les van a obligar si pueden a jurar o prometer la Constitución española para tomar posesión de su escaño europeo. Una bromilla que le están gastando al pobre.
    Virgencita, Virgencita que me quede como estoy. El primer encuentro del interfecto con el Beato pucheritos puede ser peor que lo de King-Kong contra Godzilla. Ya veremos, pero me temo lo peor.

  2. Pinton

    Ese último chiste, un pelín forzado (o, al menos,para mi gusto contable, necesita pulirse para hacerse contable). Pero estoy muy de acuerdo con el fondo de todo el texto. Ahora, que ya hemos pasado todos los difuntos, que vuelva el humor, por favor. Aunque llueva.

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