España, Marruecos y la BBC
«No son los gendarmes quienes han de defender Europa de los inmigrantes, sino Europa quien debería defender a los inmigrantes de los gendarmes»
THE OBJECTIVE
A principios de esta semana, la BBC publicó un reportaje que relataba la crudeza de lo acontecido el pasado 24 de junio en la frontera de Melilla. Lo recordarán: dos mil inmigrantes subsaharianos intentaron cruzar la valla de Melilla y fueron reprimidos por la gendarmería marroquí. Murieron al menos 24 personas y más de 70 siguen desaparecidas. El reportaje de la BBC es importante porque desmiente las versiones que Marruecos y España dieron de los hechos y, sobre todo, porque pone el foco sobre un drama que los europeos insistimos en ignorar.
Como de Marruecos esperamos poco en materia de derechos humanos, las revelaciones afectan sobre todo a la reputación de España. Los periodistas ofrecen pruebas de hechos vergonzantes: más de 450 personas fueron devueltas a Marruecos «en caliente», es decir, tras haber pisado suelo español, pero sin mediación de la administración española. La zona controlada por España no solo fue escenario de devoluciones calientes: hubo muertos, la mayoría asfixiados en la aglomeración, y sus cadáveres fueron arrastrados hasta suelo marroquí. En septiembre, el ministro Grande-Marlaska negó en el Parlamento que nada de esto sucediera en territorio español. Y los periodistas de la BBC acusan al Ministerio del Interior de ocultar pruebas que demuestran lo contrario.
«La violencia de la gendarmería marroquí contra los inmigrantes es proporcional a la buena salud de la relación bilateral»
La violencia empleada por los gendarmes marroquíes sorprende a los reporteros, especialmente en comparación con la pasividad que mostraron ante una intrusión consumada en mayo del año pasado. El porqué de esa discrepancia aflora cuando se coteja el estado de las relaciones entre los países implicados: España y Marruecos no recompusieron su relación hasta un año después. Y esto resulta escalofriante: la violencia de la gendarmería marroquí contra los inmigrantes es proporcional a la buena salud de la relación bilateral.
Puede parecer una obviedad, pero España -perdón, Europa- debería reconsiderar que sea un país con un historial tan sombrío en materia de derechos humanos quien guarda sus fronteras. Las imágenes de junio invitan a pensar que no son los gendarmes quienes han de defender Europa de los inmigrantes, sino Europa quien debería defender a los inmigrantes de los gendarmes. Esto abriría la puerta a otra discusión menos urgente, pero mucho más importante: ¿qué actitud debe tener Europa ante personas inocentes que huyen de la miseria y de conflictos armados? Porque la clave del reportaje no está en la brutalidad de los gendarmes marroquíes, ni en la pasividad de las autoridades españolas, sino en la desesperación de las víctimas, y en sus buenos motivos para buscar una vida mejor.
