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Sánchez, a la historia de la infamia

«El presidente aparecerá en los libros de historia y de política para mostrar a un gobernante que humilló al Estado de Derecho para satisfacer su ambición»

Opinión

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el acto de homenaje a Almudena Grandes. | Europa Press

  • Madrid, 1967. He sido columnista en Libertad Digital, Vozpópuli y El Español. Ahora escribo en La Razón y THE OBJECTIVE y hablo en Herrera en Cope. Soy profesor titular de Historia del Pensamiento en la UCM. Tengo unos cuantos libros de historia y política.

Los políticos no pasan a la Historia como quieren, sino como pueden. Ahora bien, quizá Sánchez tenga en mente aplicarse a sí mismo la Ley de Memoria Democrática. Solo así, retorciendo y manipulando, ocultando y mintiendo, pasaría a la Historia de España como un personaje positivo alegando la exhumación de Franco.

Ya, pero si la profesión de historiador sigue siendo libre y plural en el futuro no tengo la menor duda de que Sánchez será recordado más por la larga lista de trolas y pifias para satisfacer su ego.

Sánchez aparecerá en los libros de historia y política para mostrar un modelo de gobernante definido por la humillación del Estado de Derecho para satisfacer su ambición. No hay ninguno igual en las décadas de democracia española. Hagamos un repaso.

Está asaltando a los órganos del poder judicial y amenaza colonizar el Tribunal Constitucional solo para ajustar sus leyes al ordenamiento y permitir que sus amigos independentistas convoquen un referéndum. Esta es la última, pero hay más.

Su mayoría se basa en la satisfacción de los rupturistas y antidemócratas, justo lo que dijo que no haría. En campaña electoral prometió que no llegaría a un acuerdo con Podemos porque «no dormiría por las noches”. Y afirmó que en ningún caso lo haría con Bildu: «Con Bildu no vamos a pactar, si quiere se lo digo cinco veces, o veinte. Con Bildu no vamos a pactar. Con Bildu, se lo repito, no vamos pactar». Incluso llegó a decir en 2015 que ni siquiera se reuniría con los bilduetarras para comunicarles que no.

«Cuando los historiadores del futuro hablen de esta época, tendrán que decir que Sánchez mintió»

Ahora la realidad es otra. Cuando los historiadores del futuro, si siguen siendo libres, insisto, hablen de esta época, tendrán que decir que Sánchez mintió. Buscarán la razón y dirán: lo hizo solo por ambición personal y sectarismo, porque tenía constitucionalistas con los que pactar y no quiso. Y cuando cuenten las consecuencias de ese pacto con Bildu y ERC, con «quienes nos queremos marchar del Estado», según Otegi, verán que se debilitó la democracia, se humilló al Estado, se pisoteó a la justicia y se enturbió la convivencia. No hubo «pacificación», sino rendición.

Esos historiadores del porvenir vincularán la ambición del César socialista con las exigencias de los independentistas, como los indultos, la eliminación del delito de sedición y luego del de malversación, la retirada efectiva de Navarra de la Guardia Civil, el acercamiento y los beneficios penitenciarios de los etarras, entre otras cosas.

Tampoco olvidarán, si es que son buenos historiadores, que Sánchez cerró las Cortes de forma inconstitucional para gobernar sin control parlamentario ni judicial como un autoritario de manual. Primero quitó importancia a una pandemia para no tener problemas políticos con las manifestaciones del 8-M que se disputaban Montero y Carmen Calvo. Luego llegó la catástrofe y Sánchez quiso erigirse en el salvador, pero volvió a fracasar. Esos historiadores del futuro sacarán el número exacto de muertos por su negligencia, quizá 140.000 personas, esa cifra que trató de ocultar. Y si esos historiadores se fijan bien pensarán que cerró las Cortes para evitar preguntas incómodas y gobernar por decreto.

«Sánchez lleva más de 132 decretos. Uno cada 12 días»

También será recordado como el presidente que más decretos ley produjo durante su mandato. Dirán que lo hizo para eludir el debate parlamentario sobre la totalidad y así no tener que confrontar la ideología con la ciencia y la razón, vamos, con la dura realidad. El mecanismo de esta vía legislativa permite que un Ejecutivo impulse su agenda sin dar cuentas reales en las Cortes.

Sánchez lleva más de 132 decretos. Uno cada 12 días. Ha multiplicado por catorce el número de los que aprobó Aznar y por tres el de Rajoy. Esta barbaridad no ha sido por la covid y la guerra porque el acelerón lo inició en 2018, nada más llegar al poder. Por cierto, en aquella moción de censura que le dio el poder dijo que iba a celebrar inmediatamente elecciones. Mintió una vez más, como haría un tiranuelo autoritario.

Tampoco me alcanza la memoria para recordar un antecedente de una ley feminista que rebaje las condenas de los delincuentes sexuales y ponga a algunos en la calle. Ni una ley trans que anteponga la voluntad a la ciencia, y que desproteja a los menores privándoles de la tutela paterna y médica. Una ley, en fin, que borra a las mujeres y genera una inseguridad jurídica de gran envergadura. Son leyes de Podemos, cierto, pero están aprobadas por Sánchez en Consejo de Ministros, y defendidas por él en todos los foros.

No quiero extenderme más en la lista de trolas y pifias. En este contexto que haya sacado al dictador Franco de su tumba nos importa un higo. Solo le aplaudirán los malos historiadores, los que valoran los hechos por las intenciones, los que ya tienen su juicio hecho antes de investigar, los indecentes, los vividores, los que en realidad son y han sido siempre agentes políticos.

17 comentarios
  1. Manuteide

    Hoy a las 14 horas se ha publicado la noticia de la expulsión de la diputada Sra Rueda del Congreso con retirada de la palabra. Una nueva tropelía antidemocrática de la izquierda totalitaria. ..bueno..más vale tarde que nunca…

  2. Grossman

    Yo creo que Sanchez no será recordado por nada de lo que dice, nadie piensa en personajes históricos por decretos leyes o por mentiras.

    Si quieres pasar a la historia tienes que hacer cosas grandes y perdurables, ganar batallas y tener una dictadura de 40 años, como Franco, recordado siempre, especialmente por los que le odian, que aunque le tiran las estatuas le hacen leyes especiales para él, que no hay mejor homenaje que ese, todos recordarán al exhumado pero nadie sabrá quien le desenterró.

    Nos acordamos de Suárez, quizás de Felipe, de Juan Carlos, porque hubo giros históricos, Sanchez es un mediocre, un embustero de tres al cuarto, vividor de la política sin ningún objetivo.

    Como Zapatero, ¿alguien se fija en él?

    La historia necesita personajes potentes para ser recordados, que cambian la historia por su voluntad férrea de lucha o por su maldad o ambas cosas.

    Hoy ni siquiera tenemos personajes de ese tipo en Europa, salvo Zelensky, un líder que representa el ansía de libertad de Europa, y Putin un malvado, un asesino sin escrúpulos que dan el fondo oscuro de esos cuadros sobre el que destella el foco luminoso.

    La política española no brilla en nada, es lamentable, no hay líderes, no hay nivel intelectual, no hay grandes escritores, filósofos, pintores o empresarios con ambición, solo mediocridad.

    Quizás los últimos años de esta democracia sea un folio en blanco, con poco que decir.

  3. ToniPino

    A los populismos habría que sumar el sanchismo, un producto del podemismo y la alianza con los separatistas.

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